Los realizadores mexicanos Mariana y Santiago Arriaga debutan en el largometraje con "A cielo abierto", y lo hacen en pantallas internacionales de festivales consagrados, primero en Venecia y ahora en Toronto. Lo hacen con el guion de su padre, el destacado escritor y guionista Guillermo Arriaga de extraordinaria trayectoria -por ejemplo- junto al director Alejandro González Iñárritu («Babel», «Amores perros», «21 gramos»).
"A cielo abierto" es un road movie en esencia, es la historia de un viaje y una búsqueda; pero además, es una manera de transitar por las orillas de la venganza después de un suceso fortuito sucedido en la carretera que cobra la vida del padre de los protagonistas. Es el año 1993 en México, Salvador viaja junto a su padre por el desierto de Coahuila y en un accidente el hijo queda huérfano y sobrevive a la tragedia, desde entonces la familia no se recompone porque queda en la memoria de Fernando -el hijo mayor- la idea de que algo podía haber cambiado si él estaba ahí. Siente además que quien conducía el tráiler no actuó de forma correcta.
Bajo esta premisa Fernando se dispone a hacer de nuevo el viaje del padre y Salvador recorriendo la misma carretera junto a su hermano para ir en busca -dos años después- de quien tiene la responsabilidad del hecho. A este viaje se le suma la hija del nuevo compañero de la madre, y con ella la aventura cobra otros matices.
Paula se convierte en un elemento fundamental dentro de la película porque deja de ver, y quien ve es Salvador, él -desde el principio- es quien ve, primero el accidente -aunque no lo recuerda como consecuencia del trauma-, y después como punto de vista que hace el relato, quitando en el desarrollo de la trama el lenguaje verbal para dar lugar a lo visual, quizás ahí radica uno de los aciertos de la película.
Sin embargo, "A cielo abierto" no termina de consolidarse como una pieza única, y tampoco se fragmenta de un modo tal que permita dejar entender mayores profundidades ni en los personajes ni en su propio relato. La película adolece de aquello que tienen muchas óperas primas, la urgencia de poner “todo” en un primer trabajo y no dejar de transitar por aquello que parece importante y se conoce. Los hermanos Arriaga tienen un guion también lleno de otras referencias y no es que se pierdan en lo que buscan, sino que parece que no saben bien lo que persiguen, y por eso mismo hay tanto y tan poco.
No basta saber de cine y de géneros, no es suficiente saber de la formalidad del lenguaje, las obras de arte tienen un “algo más”, que responde a otras pulsaciones. Este es un trabajo correcto, lo es, pero carece de riesgos, no asume peligros y se limita a llevar a la pantalla un guion bien escrito, apoyándose en interpretaciones bien logradas. Dejando para después la mirada de Salvador que es la de otro espectador más.