CRÍTICA



  • Leonera: intensidad emocional, sensibilidad y elocuencia
    Por Diego Batlle


    Este quinto largometraje de Pablo Trapero recupera los mejores atributos de su cine (el talento y el rigor para narrar una historia) y les suma una sensibilidad hasta ahora desconocida para constituirse en el trabajo más emotivo de una carrera que ya había tenido otros puntos altos, como Mundo Grúa y El bonaerense.

    Leonera —presentada hace pocos días en la competencia oficial del Festival de Cannes— describe la odisea de Julia (consagratorio trabajo de Martina Gusmán), una joven estudiante universitaria que, embarazada, es enviada a prisión tras un crimen pasional, cuyas precisiones y verdaderos responsables no se conocerán nunca. Desesperada, la heroína del filme intenta deshacerse del niño que lleva en su vientre, pero finalmente es contenida por otras madres que se alojan en un pabellón especialmente destinado a mujeres que crían a sus hijos tras las rejas.

    Será allí donde no solo dará a luz al niño, sino también donde tratará de criarlo de la mejor manera posible, incluso frente a las presiones y conflictos con su madre (la actriz y cantante franco-uruguaya Elli Medeiros), una mujer radicada en Francia que regresa al país para disputarle la tenencia.

    La cámara siempre virtuosa, pero nunca ostentosa, del eximio director de fotografía Guillermo Bill Nieto —habitual aliado artístico de Trapero—, sigue de cerca cada una de las actitudes, gestos, miradas y contradicciones de Julia para ayudar a construir un personaje que, gracias a la ductilidad y la convicción que entrega Gusmán (protagonista, productora ejecutiva, esposa de Trapero y gran revelación del filme), genera una enorme empatía, una gran complicidad, una permanente identificación por parte del espectador.

    Potencia narrativa

    La película —rodada en varias cárceles reales y con la bienvenida participación de verdaderas presas y celadores del sistema penitenciario—, sigue el derrotero de Julia durante más de cuatro años de crianza y de enfrentamientos y careos con su ex amante (el brasileño Rodrigo Santoro, una de las estrellas del filme 300). Precisamente, tanto este personaje como esta subtrama, que se ubica entre el thriller judicial y el policial, son lo menos logrado e interesante de una película que apuesta durante casi todo su desarrollo por un convincente melodrama sin desbordes.

    De todas maneras, cualquier mínimo desajuste o reparo que pueda hacérsele al filme queda sepultado por la potencia narrativa, la intensidad emocional, la sensibilidad, la credibilidad y la jerarquía con que Trapero y Gusmán exponen las dudas, las inseguridades, los dilemas morales, los matices, el amor y la capacidad de lucha en este conmovedor derrotero de una joven que se convierte en mujer mientras convive en la hostilidad del contexto carcelario, se abre a las relaciones afectivas y acepta (y luego defiende) su maternidad hasta convertirse en una verdadera leona capaz de rugir dentro y fuera de la leonera del título.

    Leonera: emotional intensity, sensitivity and eloquence
    By Diego Batlle

    This fifth feature film by Pablo Trapero recovers the best attributes of his cinema (the talent and rigor to tell a story) and adds to this a sensibility hitherto unknown that become of this the most emotional work of a career that had already had other top moments such as Mundo Grúa and El bonaerense.

    Leonera,
    which was shown at the official competition at Cannes, describes the odyssey of Julia (Martina Gusman in a consecrating performance), a young university student who, being pregnant, is sent to prison after a passion crime, whose details and real responsible will never be known. Desperate, the heroine of the film tries to get rid of the child in her womb, but she is finally prevented from doing so by other mothers housed in a pavilion specially designed for women who raise their children behind bars.

    It will be there where she,  not only will give birth to the child, but where  she will try to raise him as best as possible, even opposing the pressures and conflicts with her mother (the French-Uruguayan actress and ex- singer Elli Medeiros), a woman living in France who returns to the country to dispute the child’s custody.

    The always virtuous, but never ostentatious camera work of cinematographer Guillermo Bill Nieto –Trapero’s usual artistic ally- , monitors each of the attitudes, gestures, glances and contradictions of Julia to help to build a character who, thanks to the flexibility and the conviction offered by Gusmán (protagonist, executive producer, Trapero's wife and the great revelation of the film) generates an enormous empathy, a great complicity, a permanent identification from the viewer.

    Narrative power

    The film, shot in real prisons and with the welcome participation of real inmates and guards of the penitentiary system, follows the itinerary of Julia for more than four years of breeding and fighting and confrontations with her ex-lover (Brazilian actor Rodrigo Santoro one of the stars of the American film 300). It is precisely this character and this subplot, which is located between the judicial and criminal thriller, the least achieved and interesting part in a film that appeals for nearly all its running time to a convincing melodrama without excesses.

    Anyway, any minor mistake or complain that could  be pointed  out it is surpassed by the narrative power, emotional intensity, sensibility, credibility  and hierarchy with which  Gusmán and Trapero exposed the doubts, insecurities, moral dilemmas, nuances, the  love and ability to fight in this stirring experience of a young girl who becomes a woman while living in the hostile prison environment, and opens herself to affective relationships and accept s (and then defend) her motherhood until she becomes a true lioness able to roar in and out of the den of the film title.

    (Fuente: www.lanacion.com.ar)


Copyright © 2024 Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Todos los derechos reservados.
©Bootstrap, Copyright 2013 Twitter, Inc under the Apache 2.0 license.