Una sombra al frente, dirigida por Augusto Tamayo y protagonizada por Diego Bertie y Vanessa Saba, cuenta la historia de Enrique Aet, un joven ingeniero de caminos que sufre a temprana edad la pérdida de su padre, convirtiéndose en el soporte de su familia. La película transcurre de manera tranquila y lenta, sin muchas acciones que motiven a la emoción del espectador, pero la narración es buena y la utilización de los tiempos estuvo bien manejada.
La película se desarrolla en el Perú de comienzos del siglo XX. Augusto Tamayo nos muestra a un joven ingeniero, que si bien ha sabido desempeñarse profesionalmente, sufre mucho como persona, ya sea por el hecho de haberse quedado huérfano de padre cuando era un adolescente, o por no haber tenido la fuerza necesaria para luchar contra sus problemas. El hecho es que el personaje de Enrique es tímido, solitario, triste y preocupado.
El entorno en el que se desenvuelve es amplio y lleno de personajes que le hacen la vida imposible y que también le provocan ciertos chispazos de alegría.
La película transcurre de manera tranquila y lenta, sin muchas acciones que motiven a la emoción del espectador, pero la narración es buena y la utilización de los tiempos estuvo bien manejada. Por momentos, pareciera que no pasa nada en la película y uno se queda esperando plots a lo largo de la historia, pero las secuencias que mostraban un cambio, eran largas y hacían pasar desapercibido el crecimiento de la emoción en la trama.
En cuanto a las actuaciones, sólo vale la pena destacar las de Paul Vega en el papel de Rodolfo, el mejor amigo de Aet; y la de Carlos Carlín en el papel de José Reyes, rival del protagonista.
El acompañamiento musical estuvo desde el comienzo hasta el final. La música de Víctor Villavicencio encierra temas clásicos, medianamente orquestados y con un piano como instrumento principal dentro del score. Por momentos la música se volvía repetitiva y el motivo principal sonaba con recurrente frecuencia, interrumpiendo los diálogos, pero logrando acompañar muy bien en algunas partes de la película, resaltando las escenas de mayor emoción y suspenso.
La dirección es buena y elegante. Hay que reconocer que Augusto Tamayo es un buen director que sabe como llevar las escenas con sutileza y calidad. Sus movimientos de cámara y el buen uso de la fotografía (en la noche mucho mejor), hacen atractiva la película visualmente.
Conclusión, escucharemos el nombre de esta cinta por algún tiempo más, y celebraremos con ellos los premios que vayan a conseguir en los distintos festivales en los que participe. Augusto Tamayo aprobó y una nueva película peruana fue estrenada.