En principio, quiero sólo decir que el cine, aquello que se llama cine moderno, es un cine que procura ser, ante todo, una reflexión sobre un tema más bien que sobre una historia. El cine nuevo mundial ha superado el cine de historia yendo hacia otra concepción narrativa. Eso se debe también a que, como decía Carlos Diegues, el cine ya no es más el arte de masas por excelencia porque ese papel esta siendo ocupado por la televisión y, principalmente, por la publicidad. La televisión, vinculada a la publicidad no puede ser otra cosa sino un canal para la domesticación del público y para aquello que se llama la "industria cultural".
(Dominio consciente e inconsciente del gusto del público.) Frente a ese panorama, el cine queda como un arte que puede tener, todavía, una penetración en las masas y que, además, puede penetrar por las brechas que permiten los regímenes vigentes. Para ello hay que hacer cine en un lenguaje no convencional y que pueda, de cierta manera, más o menos lentamente, crear o recrear la posibilidad de pensar para todos los pueblos de los países subdesarrollados, principalmente, de la América Latina. Creo, inclusive, que, en lo que yo hice hasta ahora, surge una contradicción que se intenta resolver: existe la gran necesidad básica de comunicarse con el público que, a su vez, es brutalizado por la "industria cultural". Ese es un dato que debe ser tomado en consideración. Hay dos formas. Hay una forma en que se procura partir de mitos populares, partir inclusive de las convenciones cinematográficas existentes y, desde ellas, intentar una comunicación de distinto nivel. En este sentido no creo que pueda haber preconceptos formales de ninguna especie y que, tanto en el plano del lenguaje propiamente cinematográfico, como en el de la dramaturgia, todos los caminos estén abiertos y ninguno debe ser rechazado de antemano. Así como, por ejemplo, el plano y el contraplano pueden ser utilizados en una cierta forma de película, o en una cierta secuencia, así también una dramaturgia de tipo más clásico puede ser un medio utilizado, dependiendo de lo que se quiera obtener. También, por otro lado, se admite que puede existir, que es indispensable que exista cierta restricción con respecto al público, en la medida en que se trata de buscar un cine fundamentalmente crítico que depende, básicamente, del nivel de conciencia del público. Siendo el nivel de conciencia algunas veces muy bajo y existiendo la dificultad de penetración debido a que los canales de distribución están relativamente vedados, puede suceder que una cinta alcance sólo a un público muy restringido; pero, yo creo que los efectos multiplicadores hacen que alcance tanto valor como un filme que tenga una penetración popular. Por eso mismo creo que nunca puede ser condenada una cinta que no encuentre junto al público una resonancia que pueda encontrar una cinta que utilice ese mito y ese lenguaje popular y que, por eso mismo, pueda tener su eficacia de medidas.
Hablando otra vez de mis experiencias: en cierto momento de la historia del Brasil hice un filme que era tan directamente político que no pudo continuar un día después del cambio político ocurrido; cambio que, evidentemente, no fue fundamentado, porque las fuerzas del régimen no cambiaron en nada, pero, cambiaron las condiciones policíacas del régimen.