ENTREVISTA



  • El argentino Daniel Burman reflexiona sobre El nido vacío

    En Esperando al Mesías, El abrazo partido, Derecho de familia y, ahora, en El nido vacío... la relación padres e hijos parece ser un tema recurrente en tu trabajo.

    Sí. Para mí la familia es un ambiente natural para los conflictos y las tensiones. Es algo que uno puede evitar y que, al mismo tiempo, crea conexiones con toda la gente como tema.

    ¿En qué medida tus películas son autobiográficas?

    Son autobiográficas no porque sean historias que me han pasado a mí, sino porque manejan cuestiones y dilemas que atraviesan mi vida. Mi experiencia es un punto de partida para mis películas.

    En El nido vacío has cambiado de actor principal, Daniel Hendler, que trabajó en las tres películas anteriores. ¿Qué otros cambios hubo en relación al estilo de los largos anteriores?

    Con esta historia, tenía ganas de moverme a otra generación. De ahí surgió la idea para la película. Si Daniel Hendler hubiera tenido 30 años más hubiera trabajado con él, que es un colaborador muy importante para mi trabajo. Como actor, es muy activo y realmente aporta en varios sentidos.

    Esta película, igual que otras, ha ganado varios premios en festivales internacionales, pero también ha tenido buena recepción del público en Argentina.

    Sí, fueron casi 300 mil espectadores. Pero cuando eso sucede a una película, uno nunca sabe por qué. Creo que el éxito se da cuando hay una conexión de la gente con lo que está pasando en la película. En el caso de El nido vacío, la idea es que la vida cambia, entonces uno tiene que cambiar. Eso habrá sido lo que el público sintió o reconoció.

    El Festival de Berlín ha sido un lugar importante para el éxito de tus proyectos. ¿En tu opinión, cuál es la importancia de los festivales y fondos internacionales para el cine en Latinoamérica?

    Ha sido muy importante. Uno no puede exhibir su película como una súper producción norteamericana, por eso depende de la ayuda de festivales y organizaciones internacionales de cine. Es otra capacidad de divulgación, si comparamos con las películas hollywoodenses, obviamente.

    En El nido vacío, cambiaste de actor principal, Daniel Hendler, que trabajó en las tres películas anteriores y, según tengo entendido, colaboró en algunos guiones también. ¿Qué otros cambios hubo en relación al estilo de los largos anteriores?

    Con esta historia, tenía ganas de moverme a otra generación. De ahí surgió la idea para la película. Si Daniel Hendler hubiera tenido 30 años más, hubiera trabajado con él, que es un colaborador muy importante para mi trabajo. Como actor, es muy activo y realmente contribuye en varios sentidos.

    Esta película, igual que otras, se ha ganado varios premios en festivales internacionales. Pero también ha tenido buena recepción del público en Argentina, ¿no?

    Sí, fueron casi 300 mil espectadores. Pero cuando eso sucede a una película, uno nunca sabe por qué. Creo que el éxito se da cuando hay una conexión de la gente con lo que está pasando en la película. En el caso de El nido vacío, la idea es que la vida cambia, entonces uno tiene que cambiar. Eso habrá sido lo que el público sintió o reconoció.

    ¿Se puede decir que tus películas son de bajo presupuesto?

    Para Argentina son presupuestos altos. Para el resto del mundo donde hay una industria fuerte de cine, no. Es un presupuesto que me permite más libertad para trabajar.

    ¿Cuántas veces has participado en el Festival de Río?

    Varias veces desde mi primera película. Es un festival en el que me gusta mucho estar, aunque este año no he podido ir, por causa de otros compromisos. Cada año está mejor el intercambio entre Argentina y Brasil, y creo que hay mucho que cambiar entre los dos países, sobre todo desde el punto de vista de la promoción.

    ¿Qué te parecen las producciones brasileñas actuales?

    Veo muy poco cine brasileño. No llega mucha cosa a Argentina, así que lo que alcanzo a ver son películas en los festivales.

    ¿Cómo ves el panorama actual del cine argentino?

    Vivimos una transición después de la explosión que hubo de un cierto tipo de cine. Lo que antes era vanguardia, hoy es el establishment. Es un período de consolidación, donde hay menos euforia y lo que era nuevo –y eso bastaba– ahora tiene que ser bueno. Vamos a ver.

    ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

    Estoy finalizando mi primera obra de teatro, que estrenaré en marzo en Buenos Aires, y también escribiendo el guión para mi próximo largo, que empezaremos a rodar entre finales de este año y el comienzo del año que viene.



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