El documental Tierra Roja compitió en la anterior edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, entre otros certámenes cinematográficos de la región. A propósito del filme, acogido satisfactoriamente por la crítica y el público, estuvimos conversando con el joven realizador Ramiro Gómez, (Paraguay1977). Graduado de la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte, estudió guión cinematográfico en Educine de Brasil y video-periodismo en Ecuador.

En el documental todo gira en el devenir de cuatro familias de campesinos inmersos en la cotidianidad de sus vidas  que se manifiestan interactuando con el espacio físico campestre. Interacción mediante la cual se conjugan una serie de bellas impresiones y una amalgama de atmósferas emocionales, reveladas y enriquecidas gracias a una óptica precisa que sabe rescatar la lírica preciosa que subyace   bajo la apariencia del hecho diario. Así encontramos historias plenas de silencios que hablan, de ausencias siempre presentes, de sueños y cruces, de vida, de muerte y quimeras ocultas, bajo el arrullo armonioso de la naturaleza que entona su propio canto. Una elegía de tierra y raza. Un homenaje al camino… y a quienes lo transitan.

“La idea del documental surge de la convocatoria de la ONG paraguaya Helvetas, en su apartado Tekepora Tekojoja Rekavo lo que traducido del guaranì es algo así como “camino hacia una vida mejor”. El principal objetivo que se perseguía era cambiar la imagen ya trastocada de los campesinos de mi país que tenían a nivel mediático, campesinos que son vistos como haraganes, contestatarios, pedigüeños cuando en realidad son la principal fuerza motriz de la nación.  La materia prima  con la que se sustenta Paraguay es fruto del sudor de esta gente. Entonces comencé a contar su historia a partir de un primer corto acerca de la familia Vera  hasta llegar a los 73 minutos”.

“Bajo el título de Tierra Roja fue como lo concebí todo en imágenes. El título está implícito en todos los momentos de la tesis. De inspiración me sirvió una frase del escritor libanés Kahlil Gibran en la que un árbol le dice al hombre “Mis raíces habitan en la profundidad de la tierra roja y te conceden mis frutos, el hombre le comentó lo parecido que eran, pues sus raíces también habitaban en las profundidades  de la tierra roja y era la misma tierra la que lo había enseñado a recibir sus frutos con agradecimiento”.

" Esto introduce al documental en el universo de la tierra roja del Paraguay, una historia bañada en sangre y sacrificios, de comunicación con el suelo y de la mayoría de la población en su relación con la naturaleza; es como el abc de cada uno de sus días, ellos viven de su tierra y para su tierra y dignamente su pobreza desde el punto de vista de que no se quejan a pesar de tener una  realidad bastante dura. Los campesinos poseen una peculiar filosofía de vida. Desde mi primera experiencia en la realización Paredes, mi tesis en el tercer año del ISA, sobre el tratamiento de las drogas en el manicomio de La Habana,  el motivo central de mi obra ha sido el camino a la vida,  en Tierra Roja es también una de las lecturas que se le pueden dar.”

“Desde mi perspectiva de realizador y gestor del guión veo al documental  como a una oración a mi tierra y a mis raíces, un canto a la naturaleza, a esta deidad femenina que es precisamente la tierra, capaz de generar vida. La tierra es la génesis del interior del Paraguay. Es el retrato fiel del paraguayo, mitad indígena y mitad campesino y sobre todo de la familia que es la base de toda sociedad. Tiene cierto carácter bíblico y religioso porque por momentos aparecen elementos de la iconografía católica además de la repercusión en el sentir y en el pensar de los personajes.

Preparé Tierra Roja también con el objetivo de traerla a este Festival al que considero como un eficaz vehiculo de autocrítica y espejo de nuestras sociedades y espero que este documental ubique en algún lugar del mapa a mi tan olvidado Paraguay.