CRÍTICA



  • Desde Guatemala Gasolina, simpatiquísima combinación de gravedad y entretenimiento
    Por M.C


    ¿Qué me hace admirar y disfrutar de Gasolina, del guatemalteco Julio Hernández Cordón? ¿Por qué la siento así, cercana (‘verdadera’)? Será por una manera de ser, y por una manera de hacer. O sea: virtudes minimalistas. También: ganas de ser fiel en el retrato. "Bueno pues, la gente es así; mírenla". Adolescentes clasemedieros; sus horizontes, no muy anchos, sus códigos y una noche-inolvidable-para-olvidar…

    La penumbra en esta película no es casual, es esencial… Así como la jerga que es como un género musical —por lo que no creo que sea imprescindible entender palabra por palabra—. Veo que se trata de un pequeño mundo, de adolescentes básicamente con el botón de la vida en pausa, que se me ofrece, completo a su manera; para qué más. Aprecio encuadres exactos, siempre pertinentes. En ellos hay vida, gracia, contemplación, distancia, cotidianidad. Personajes que no necesitan "actuar" sino que simplemente se desenvuelven, o "están ahí". Una puesta en escena con resonancias Rebella y Eimbcke, que me permite contemplar ánimos y conductas, hasta el paladeo de gags (un auto rodeado, una clase de karate) casi de cine mudo, que agradan y sorprenden. (Hay uno, que es en especial siniestro, consumado "como si nada" y que ya no puede llamarse "gag". Extrema violencia, tras un accidente, coronada de fuego. La palabra Gasolina adquiere entonces un peso inesperado.)

    Admiro que con materiales, se diría que pequeños, se logre un resultado que yo no diría que es pequeño. La para mí simpatiquísima combinación de gravedad y entretenimiento es algo que no dejo de agradecer. Y el ser capaz de responder a la escasez de medios con tanta inteligencia es un hecho que no debe pasar desapercibido. La economía del cine lo requiere, y no solo en América Latina. Pero hay algo más que el rigor, es la mirada. Admiro también la posibilidad de ver al hombre en su ambiente, viviendo, simplemente: es un tema que apasiona. Así es como a partir de unos jóvenes "irrelevantes" se construye un fascinante retrato de la sociedad guatemalteca, horrorosa violencia incluida.

    (Fuente: La Cinefilia no es patriota)


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