CRÍTICA



  • La uruguaya Gigante, una película muy apreciable
    Por Antonio Gandiaga


    Pesadez, indiferencia, rutina. Son sensaciones que el cine a veces refleja, convirtiéndose en lo que trata de mostrar, como si fuera un espejo. Gigante, una película pequeña, procedente de un cine tan poco extendido como el uruguayo (ni quince películas de ese país se habrán estrenado en España), y de un director debutante en el largometraje como Adrián Biniez, pertenece al grupo de películas que hablan de aburrimiento sin aburrir.

    Aparentemente sencilla, Gigante esconde en realidad un gran trabajo de planificación y encuadre. Biniez deja respirar los planos, haciendo que acompañemos con tranquilidad la vida de su protagonista. Jara, el vigilante de monitores de un centro comercial que comienza a obsesionarse con una de las limpiadoras, es sin duda el gran hallazgo de la película. Su afición al rock duro, sus sencillas costumbres y su relación con su sobrino dotan al personaje de un encanto que impide al público dudar de él. Y de esta manera, cuando el sentimentalismo estalla en el último plano, lo hace con total naturalidad.

    Es por tanto Gigante una película muy apreciable, filmada con gusto por el detalle y las ambiciones justas. La horrenda parte de atrás de un centro comercial sirve de perfecto escenario para que conozcamos a este encantador hombretón, de mirada limpia e insustancial existencia. Una sorpresa agradable, que se suma a la de Whisky hace unos años, y que desvela el poder de una cinematografía de la que esperamos tener más noticias en los próximos años.

    (Fuente: Notasdecine.es)


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