CRÍTICA



  • Día naranja: entre lo femenino y lo feminista
    Por José Alirio Peña y Claritza Arlenet Peña


    Con un atardecer naranja empieza y termina Día naranja, una propuesta en la que el texto nos da visos de miradas feministas y femeninas. Dos cosas distintas. Feminismo según el diccionario de la Real Academia Española es un “Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres” (1) definición que comete el error de proponer, de manera implícita, la elevación de la mujer al varón como modelo.

    Una de las definiciones mejor contextualizada, históricamente, es la que aparece en el periódico feminista Mujeres en red (2), donde se define como “un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo XVIII —aunque sin adoptar todavía esta denominación— y que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquella requiera”.

    Habría que hacer la aclaratoria que ser feminista o propiciar el feminismo es diferente al hecho de asumir alguna postura feminista o simplemente realizar miradas femeninas. Ante una película como Día naranja uno se remite al texto (3), evitando hacer elucubraciones o —peor aún— tratando de ver lo que sí tiene el filme, exclusivamente, a partir de la cita a otros largometrajes tomados como modelos o “ejemplos de buenas películas”.

    Día naranja es una película con una mirada predominantemente femenina. No por casualidad la dirección es responsabilidad de una mujer: Alejandra Szeplaki. Habría que añadir, además, que existen algunos rasgos feministas sin que ello sea el centro del largometraje.

    El derroche de femineidad desborda en los pensamientos de tres mujeres, sus actitudes y la moda. Moda que tiene un peso significativo: Patricia, la protagonista venezolana interpretada por Carolina Riveros, fue vestida por Adriana Rodríguez de la firma Bará Duo. En el caso de Sol, la protagonista colombiana, se contactó la firma TUL. Para los cambios de ropa interior del personaje de Martina (Sol) se utilizaron piezas de una diseñadora de modas argentina llamada María Jesús Fernández. Cada una de ellas es digna modelo de sus atavíos, una muestra de esa inmensa mayoría de mujeres que puede verse en las calles de Caracas, Bogotá y Buenos Aires. Justamente, la arquitectura de estas tres ciudades sirve de escenario para la moda.

    Los pensamientos expuestos en pantalla, con el recurso de animación, collage y efectos digitales, presentan las alegrías y temores de las mujeres frente a la condición de embarazo, el mundo laboral y la relación de pareja. En uno de los personajes, en particular, se aproxima la posibilidad de no tener al bebé, siempre manejada como el temor a ser madre (mirada femenina) y no a modo de reclamo para acceder al aborto legal y seguro o una demanda de derechos humanos, de justicia social y de salud pública (4) (postura feminista). La idea de laborar o no rechazar una beca de estudios, aún en condición de embarazo, es un hecho originado por el feminismo que abrió los estudios de géneros frente a la relación desigual que existía entre hombres y mujeres. En Latinoamérica, legalmente, mayores son las posibilidades para las mujeres en estado. Lo que proporciona el texto de Día naranja es precisamente una de las consecuencias del movimiento feminista: la naturalidad con que se asume una trabajadora embarazada.

    No es el centro, de Szeplaki, una situación de reclamo, de reivindicación de derechos. De hecho, no presenta a mujeres en esta tónica sino féminas, en toda su esencia, con sus alegrías, tristezas, miedos y deseos sexuales. La mayor explosión de hormonas está representada por Lorena, la amiga de Ana. Es ella quien afirma que a su edad cualquier hombre le es útil. Se imagina como una diva y piensa en la lluvia de hombres. Pero Lorena no es un arquetipo sino el personaje que condensa los pensamientos de una mujer profesional y soltera de 35 años.

    Un momento feminista aparece en uno de los diálogos entre Ana y su padre. Cuando éste le manifiesta que necesita un hombre para que se mantenga al frente de la empresa de diseños que ellos manejan. Una muestra del patriarcado (5) que enciende la llama del feminismo y hace que la mujer decida irse del negocio de su padre.

    En Día Naranja la femineidad es algo natural, algo que no se pone a prueba. Una visión consonante con la de Carosio (6). Juega un papel determinante el espacio homosocial (7). Ese ambiente de compañerismo, amistad o simplemente camaradería. Se marca algunas diferencias entre las más jóvenes y las más adultas. La madre de Ana, por ejemplo, deja ver en sus diálogos un apego por costumbres tradicionales como el matrimonio y la procreación de hijos después del mismo, esto en claro contraste con lo que piensan sus dos hijas y la posición asumida por la venezolana Patricia (quien aparentemente desecha la idea de convivir con DJ Tropicaliente) y la colombiana Sol (quien no se decide por Leo ni Carlos). En las tres historias es característico que el comportamiento masculino sea un factor que condiciona la toma de decisiones de la mujer.

    Si a Día naranja la catalogan de “débil guión porque faltó desarrollo” y “no genera la suficiente tensión”, probablemente, estén leyéndola desde un esquema donde predomina el exceso de detalles para poder catalogarse como “una historia bien contada”. La disminución de la tensión dramática lograda a través de la animación, collage y efectos digitales es un acierto en el filme, de lo contrario sería una historia de telenovela. Si bien, la animación y los efectos digitales podrían considerarse como un poco excedidos, en definitiva, quien decide si ve y recomienda la película es el público y no el ejercicio de la crítica.

    Notas

    (1) Diccionario online de la Real Academia Española. Disponible en: http://www.rae.es/rae.html

    (2) Mujeres en red. Periódico feminista. Coordinado por Montserrat Boix con la colaboración de Lola Pérez Carracedo. Disponible en: www.mujeresenred.net.

    (3) En el sentido planteado por Rossi María (2007) en su libro “El cine como texto. Hacia una hermenéutica de la imagen- movimiento”, es decir un texto dinámico con diferentes niveles de significados y presto a distintas interpretaciones y no en el sentido del esquema clásico del cine donde el sentido proviene únicamente de la coherencia interna (intentio operis).

    (4) Planteamiento sobre el aborto legal expuesto en la Declaración Pública de Redes, Articulaciones, Campañas y Organizaciones de Mujeres de la región. Documento en línea del Centro de Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela, Vicerrectorado Académico. Disponible en: http://web.ucv.ve/secciones.php?pag=documentos/documentos.htm.

    (5) La manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y los niños, y la ampliación de este dominio a la sociedad en general

    (6) Alba Carosio en su trabajo titulado: La primera obligación para un hombre es no ser mujer (noviembre, 2008) expone que la femineidad no se pone a prueba como la masculinidad que si se prueba en tres momentos importantes de la vida: el demostrar que no es mujer, que no es niño y que no es homosexual.

    (7) Lazos de relaciones entre personas del mismo sexo dentro de una cultura y en un momento histórico concreto.

    (Fuente: Elibrepensador.com)


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