Cuando en el cine sobre adolescentes todo parecía girar únicamente sobre la abulia de sus personajes, aparece en la escena cinematográfica Acné (2007) del uruguayo Federico Veiroj. El filme sigue la línea marcada anteriormente, pero acompañado de un humor corrosivo y mordaz que lo conducirán por un camino poco transitado, llegando airoso a la recta final.
Un brillante Alejandro Tocar interpreta a Rafael Bregman (13 años) que pierde su virginidad, gracias a la ayuda de su hermano, ni bien comienza la película. Aunque lo que no podrá lograr, durante el transcurso de la misma, es darle el primer beso a la chica que le gusta. Acné no centra el relato en la iniciación sexual, sino que lo hace en la búsqueda del amor, no solo de pareja, y de cómo enfrentar los miedos internos para conseguir lo que se desea.
Si hay algo que aporta Acné es un relato cargado de ironía que se asemeja a la comedia americana típica sobre adolescentes ansiosos por dejar la virginidad, pero mezclado con la idiosincrasia rioplatense y cierto minimalismo característico del NCA (Nuevo Cine Argentino). Esto se nota en la “morosidad” de la estructura narrativa o la despojada construcción de sus planos, contrapuesto con la ironía que reina en los diálogos.
Rafael Bregman se asemeja al típico estudiante nerd de filmes como Supercool (2007) o Porky's (1982). Sus personalidad es políticamente incorrecta, es decir, fuma, le gusta la timba y frecuenta prostitutas; pero a diferencia de las mencionadas películas, no está estereotipado ni marcado en un exceso que lo llevaría al ridículo. Contrariamente se lo muestra con la naturalidad de un adolescente conflictuado, proveniente de una familia disfuncional de clase media alta, capaz de salir airoso, gracias a su inteligencia, de la más ridícula de las situaciones, pero obnubilarse hasta quedarse sin palabras cuando está frente a la chica que le gusta.
El humor que maneja el film también es políticamente incorrecto. Pero no se ríe de otros sino de los mismos involucrados. Como un ejemplo de esto podemos mencionar el chiste sobre el holocausto proveniente de los propios judíos. Sin duda, una forma inteligente de reírse de sí mismo. Como ese ejemplo hay millones que circulan durante todo el metraje sin, por ello, herir susceptibilidades, ni provocar discordias. Algo que sí se ve, reiteradas veces, en la comedia americana.
Otro de los puntos altos de Acné es el de no hacer foco en el tema sexual, como así tampoco en los problemas de los adultos; estos son puestos como desencadenantes de los conflictos, siempre en un segundo plano, manteniendo el objetivo principal de la búsqueda del amor. De esta forma se evita que a partir de situaciones secundarias se pierda el eje del relato con temas que no aportarían nada y que llevarían la historia por cauces innecesarios, desvirtuándola de lo propuesto en un principio.
Películas con la inteligencia que está realizada Acné no son de las que se pueden encontrar todos los días. Sin caer en pretensiones absurdas, presenta una historia, desarrolla un conflicto y lo resuelve inteligentemente. Un film que confirma el gran momento que vive el cine uruguayo. Destellos de ironía dentro lo profundo de una historia cautivante de principio a final.