La costarricense Hilda Hidalgo escribe sobre Del amor y otros demonios
Por Hilda Hidalgo
Amar es la llama doble del deseo y la compasión. Es fuego que quema y a la vez trasciende, en un sentido místico. Las historias de amor prohibido son puertas a ese misterio insondable. La novela Del amor y otros demonios me cautivó desde la primera vez que la leí recién publicada en 1994. La leí de un tirón y sus imágenes fueron apareciendo como escenas de una película. Me sentí fuertemente atraída por esa historia de amor subversivo y místico a la vez. Capaz de trascender edades y creencias, y de trascender inclusive a la muerte.
Cuando miró para atrás, me parece una casualidad y también una causalidad que Gabriel García Márquez* me ofreciera la extraordinaria oportunidad de llevar al cine su novela. Pues su historia me resulta cercana, familiar.
Elegí contar la historia de Del amor y otros demonios a través de los ojos de una niña. Sierva María, tiene 13 años, vive en la Cartagena colonial y no está dispuesta a obedecer las reglas. Es blanca, pero fue criada por esclavos negros. Es solitaria, pero está dispuesta a todo, incluso al amor.
La película cuenta de su deseo, su despertar sexual y amoroso. Cuando la muerde un perro rabioso, la Iglesia la acusa de estar endemoniada y encomiendan a Cayetano que la exorcice. La niña y el cura se verán atraídos irremediablemente y sus almas se entrelazarán en esa llama doble que los condena y a la vez los lleva más allá de la muerte.
La sensualidad vital y abierta de Sierva María entra en contradicción con el mundo oscuro e intolerante de la colonia, un mundo inquisitorial lleno de culpa y severidad, y deja al descubierto las ausencias y los miedos de quienes la rodean y de un sistema político religioso que se resquebraja. La historia de la niña revela también la historia de una ciudad.
La investigación que realizamos en Cartagena de Indias para la escritura del guión parecía muchas veces la de un documental. La ficción está hilvanada con la historia de tal forma que a menudo no se distingue dónde empieza una y termina la otra. La casa donde “vivió” Sierva María es la casa del Marqués de Valdehoyos en la calle de la Factoria, con sus 4 patios, sus salones artesonados y sus corredores a contraluz. Abrenuncio, el médico portugués que atiende a la niña ante la sospecha de rabia, se parece asombrosamente a Juan Jose Méndez Nieto, un médico portugués que efectivamente vivió en Cartagena en el siglo XVII. Los descendientes de los esclavos que la criaron viven hoy en San Basilio de Palenque, a media hora de la ciudad, hablan su propia lengua y han logrado mantener por más de tres siglos una cultura original y africana.
A través de Sierva María se cuenta la historia no oficial de una ciudad. Se desmitifica a los actores de nuestro pasado colonial latinoamericano: esclavos, religiosos, marqueses e inquisidores, retratándolos desde su vulnearbilidad y sus miedos.
Es una película intimista. Que permite al espectador internarse en el mundo subjetivo de los personajes y en sus deseos, aun los más prohibidos e innombrables.
* Hilda Hidalgo fue alumna de Gabriel García Márquez en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba. Ahí empezó la larga andadura de trasladar una de las novelas más conocidas del Nobel colombiano al cine. Esta cineasta costarricense ha pasado los últimos seis años enfrascada en su ópera prima, que este viernes se estrena en los cines colombianos y el día 9 de 2010 de abril en los de su país natal.
(Fuente: www.noticine.com)