CRÍTICA



  • El último verano de La Boyita, descubriendo el lado oculto
    Por Walter C. Medina


    El cine argentino ha puesto su mirada en los entresijos del despertar sexual y lo ha hecho convincentemente. El ultimo verano de La Boyita, película dirigida por Julia Solomonoff, evita artilugios narrativos y apuesta a la credibilidad que en esta pequeña gran historia está garantizada por la solidez de un guión atrayente, la espontaneidad de sus personajes y la sutileza de una mirada que no emite juicios.
     
    Un caluroso verano entrerriano de principio de los 80 nos sitúa de manera precisa. Solomonoff elige un paisaje bucólico y lo describe  utilizando la quietud y el silencio como herramientas con las que irá construyendo la historia de Jorgelina, una niña que mediante la curiosidad, e impulsada por el rechazo de su hermana mayor que ha crecido y ya no comparte su tiempo con ella, irá descubriendo los secretos de eso a lo que en voz baja llaman “el asunto”. Durante esos días, alejada de su hermana que veranea en la playa junto a su madre, Jorgelina pasará las horas revisando un viejo libro de medicina, propiedad de su padre, con el que intentará mitigar la curiosidad que el cuerpo femenino y lo inherente a la sexualidad despierta en ella.

    En esa cotidianidad rural, el verano de Jorgelina transcurre entre cabalgatas, chapuzones y una singular observación de todo cuanto la rodea. Desde su boyita (casilla rodante instalada en el jardín de la vivienda en donde pasará sus vacaciones), Jorgelina contempla el ritmo de las horas y espera con ansiedad el reencuentro con Mario, un peón adolescente que desempeña tareas en el campo de su padre y a quien la niña profesa especial afecto. Esta amistad, descripta mediante potentes imágenes que resaltan las miradas y los gestos espontáneos de Jorgelina y Mario, se contrasta con la vida dura y silenciosa de los adultos que, mitad por ignorancia y otra mitad por prejuicios, no pueden o no quieren ver la realidad que el filme nos irá revelando.

    La mirada de Julia Solomonoff es certera. No contempla mayores recursos para lograr una bellísima película interpretada de manera admirable. La credibilidad de Jorgelina (Guadalupe Alonso) y Mario (Nicolás Treise), es apenas uno de los méritos de la directora argentina que ya en 2005 había sorprendido a la crítica con Hermanas. La presencia de la actriz uruguaya Mirella Pascual es también un acierto. Su personaje, Elba, madre de Mario, es fundamental para marcar con mayor contundencia el drama que se esconde en El último verano de La Boyita, una película transparente y sencilla, una clara muestra de buen cine latinoamericano.

    El último verano de La Boyita, discovering the hidden side
    By Walter C. Medina

    The Argentinean cinema has placed especial attention to the details of sexual awakening and has done it convincingly. El ultimo verano de La Boyita, a film directed by Julia Solomonoff, avoids contrived narrative devices and opts for credibility, which, in this little great story, is guaranteed by the soundness of an attractive script, the spontaneity of its characters and the subtlety of a look that does not make judgments.

    A hot summer at the beginning of the 80 places us in the precise space and time of the plot. Solomonoff chooses a bucolic landscape and describes it using quietness and silence as resources hat will progressively build the story of Jorgelina, a girl who, through curiosity, and impelled by the rejection of her elder sister - who has grown up and not longer shares her time with her-   will discover step by step the secrets of that called in low voice "the stuff". During those days, far from her sister that is on the beach with her mother, Jorgelina will spend hours browsing an old medicine book from his father, through which she will try to mitigate the curiosity aroused by the feminine body and issues related to sexuality.

    In that rural every day life, the summer for Jorgelina lapses among rides, dips and a singular observation of all what surround her. From her Boyita (trailer installed in the garden of the house where she will spend her vacations), Jorgelina contemplates the rhythm of time and anxiously await  to meet Mario, a teenage laborer  who works at her father's field and for whom the girl feels a special affection. This friendship, described by means of powerful images that stand out the looks and the spontaneous expressions of Jorgelina and Mario, is contrasted with the hard and silent life of the adults, who, in part for ignorance and in another part for prejudices, are unable  or don't want to see the reality that the film progressively reveals.

    Julia Solomonoff's look is very effective. It does not consider the use of great resources to achieve a beautiful film with brilliant performances. The credibility of Jorgelina (Guadalupe Alonso) and Mario (Nicolás Treise), is only one of the merits of this female Argentine film directors who already in 2005 had surprised to the critics with the feature Hermanas. The presence of the Uruguayan actress Mirella Pascual is also an achievement. Her character, Elba, Mario`s mother, is essential to strongly reinforce the drama that hides El último verano de La Boyita, a transparent and simple film, an evident example of good Latin American cinema.


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