CRÍTICA



  • 20 años, animada y emocionante
    Por José Luis Estrada Betancourt


    Qué te importa que te ame/ si tú no me quieres ya/ el amor que ya ha pasado/ no se debe recordar/ fui la ilusión de tu vida/ un día lejano ya/ hoy represento el pasado/ no me puedo conformar...

    La voz inconfundible de María Teresa Vera desgrana magistralmente el clásico compuesto por ella junto a Guillermina Aramburu, mientras que la mujer, protagonista de 20 años, cortometraje de animación de Bárbaro Joel Ortiz, baila al ritmo de la afamada habanera con la camisa que exquisitamente planchara a el marido, después de que sus dedos casi secos insistieran en retirar el polvo que cubre el viejo retrato donde aparece recién casada, sosteniendo con sus manos, entonces gráciles, una copa que al chocar con la otra promete amor eterno.

    Podía parecer en un principio que estamos frente a una animación que quiere ser el vistoso videoclip de una popular canción, pero un minuto más tarde descubrimos que se aborda un tema universal: la violencia doméstica; y lo hace acudiendo a un género probado como el melodrama, salpicado con agradecidas dosis de humor.

    La heroína de 20 años, concebida en la técnica del stop motion, actúa de una manera soberbia. Todo en ella: las expresiones faciales, los gestos, expresa las más disímiles emociones de una manera tan “natural” que conmueve. Son exquisitas la puesta en escena, la dirección de arte, y muy alto el nivel de la animación y de la banda sonora concebida por Harold López Nussa.

    Bárbaro Joel Ortiz no solo escribió el guión y lo dirigió con el rigor de un experto cineasta y no de quien debuta con su ópera prima, sino que se convirtió en el hombre orquesta (animador, iluminador, fotógrafo...) capaz de elaborar una escenografía preciosista, minuciosa, y de crear un mundo fabuloso para sus personajes. El admirador de un clásico como Papobo decidió prescindir de los textos para narrar mediante el montaje, la fotografía, el uso de las luces, y así nos entrega una obra donde sorprende la fuerza de la imagen.

    No sé si han transcurrido tantos años, pero hacía mucho tiempo que no veía un animado para adultos que emocionara de esa manera. La más reciente carta de triunfo de los Estudios de Animación del ICAIC —Premio Especial del Jurado en el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano— tiene el poder de comunicarse inmediatamente con los espectadores que la agradecen y aplauden casi hasta el delirio, como ocurrió durante su presentación en el Festival de Gibara. ¿Qué más se podrá pedir?

    By José Luis Estrada Betancourt



    (Fuente: www.cubacine.cult.cu/cinepobre)


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