El cine argentino afianza a sus autores. Esta vez, el tercer largometraje de Anahí Berneri, Por tu culpa, llegó a su estreno en Buenos Aires, luego de su presentación internacional en la 60º Berlinale, en febrero d 2010. La historia, relatada desde la mirada casi exclusiva de la protagonista, transcurre durante una noche en la que Julieta (Erica Rivas), madre de dos hijos, Valentín (Nicasio Galán) y Teo (Zenón Galán), se encuentra abrumada por la realidad de su hogar: un trabajo para entregar, las peleas de los niños, la dificultad para ponerles límites y el inminente divorcio de su marido (Rubén Viani), que está de viaje por trabajo.
En ese contexto, una caída del más pequeño, Teo, bastará para desatar un conflicto interior en el personaje, quien al concurrir a una clínica para verificar el estado de salud de su hijo, descubre que se fracturó el antebrazo al tiempo que un pediatra la denuncia por maltrato familiar. La culpa, la angustia, las decisiones a tomar, los límites a establecer y la dificultad de lidiar con todos los conflictos cotidianos de hoy se ven reflejados en los tortuosos planos cerrados y las miradas a cámara de Julieta como interpelando al público. Una mirada fuerte sobre la mujer, la maternidad y los daños posibles en esta relación. Berneri dedicó la película a su madre.
Minutos antes de la proyección en avant-première, la directora habló con Cinestel.
¿Cuál fue tu mayor aprendizaje en esta película después de tus experiencias con Un año sin amor (2004) y Encarnación(2007)?
Es una película tal vez más cercana y personal por las características de la protagonista, porque es una madre. Trabajar con niños fue un aprendizaje. Trabajar en el caos también, realmente. Trabajar con niños genera algo de caos que sí funciona en un rodaje sobre todo para darle realidad. El imprevisto, algo que está muy cerca del documental y que aparece mucho en esta película también fue parte del aprendizaje y del desafío. También el trabajo en un tiempo muy acotado, ya que la película transcurre en una sola noche y eso genera tensión en cuanto al ritmo y la continuidad.
¿Cómo fue la elección de los chicos?
Fue un casting largo, pero los chicos fueron los primeros que se presentaron, así que tuvimos mucha suerte. El destino, supongo. Trabajamos con una asistente de niños, que no se encargaba de dirigirlos, sino que trabajaba para que haya contención en todo el equipo. Trabajar con niños es lo más difícil, para no exponerlos a los tiempos y a los apuros de los adultos.
¿Y la elección de Erica Rivas? Te interesó que tuviera su experiencia personal como madre…
Sí, seguro. Que tuviera su experiencia personal, pero también me interesó que es una actriz muy natural, que pone mucho el cuerpo y que tiene mucho caos en su vida. No quiero decir que vive en el caos sino que no es una persona estructurada, no es una persona que no está abierta a nuevas propuestas. Se anima mucho con su físico, con sus movimientos, no es una actriz clásica de cine donde muchas veces se trata de que la actuación se limite a no pestañear y decir los textos sin mover la cara. Todo lo contrario. Es flexible.
En cuanto a tus colegas cineastas mujeres contemporáneas, ¿qué elementos compartís? ¿Qué conexiones ves entre sus obras y las tuyas?
¡Rescato que somos muchas! Estamos haciendo un cine muy interesante. Soy de las que ve marcas de géneros en el cine. Soy de las que ve que las mujeres sentimos más con el cuerpo y con las emociones. Este aspecto se traduce en nuestro cine y es muy bienvenido en esta época.
¿Alguna de ellas sentís más cercana?
Muchas, sobre todo Celina Murga, Julia Solomonoff o Lucrecia Martel.