En medio de una difícil situación económica familiar y separada ya de su esposo, aceptó en 1912, sin dejar de tener ciertas reservas, un contrato de la empresa del Alhambra, estigmatizado por considerársele un teatro para hombres solos. Pero, según declaró la Becerra en una entrevista publicada en el semanario Bohemia el 1º de noviembre de : “Después de las primeras actuaciones comprendí que, contrariamente a todo lo que yo suponía, aquel era un teatro como otro cualquiera. No había nada allí que ofendiera la moral de ninguna mujer. Sencillamente se presentaban obras de doble sentido. Quizás desmintiendo lo que la gente puede decirle al hablar del Alambra, yo puedo asegurarle que las obras que se presentaban allí, hoy resultan infantiles”. Blanca Becerra permaneció dos décadas en Alhambra y actuó en gran parte de las más notorias producciones llevadas a tal escenario, encarnando a la damita ingenua, la borracha, la gallega socarrona, la mulata soez, los distintos matices del personaje tipo de la negrita (catedrática, conga y sentimental), la vedette de las revistas fastuosas y, sobre todo, como la cantante que glorificó obras de Federico Villoch, Agustín Rodríguez, Jorge Anckermann y otros autores criollos. Grabó dúos con reconocidos colegas suyos de ese teatro (Regino López, Julito Díaz, Adolfo Otero y Dulce María Mola) para las firmas Columbia, Victor y Brunswick.
Con el colectivo del Alhambra actuó, además, en el Payret y el Nacional, entre otros coliseos de primera categoría. Tuvo una intensa participación en programas radiales, desde 1922, en la PWX y luego en Radio Lavin, RHC-Cadena Azul, CMQ. Una intervención quirúrgica afectó su voz de soprano y devino actriz genérica. Entre sus incursiones en el teatro dramático cabría subrayar las piezas Sombras del solar, de Juan Domínguez Arbelo (1938), y Sabanimar, de Paco Alfonso (1943), ambas presentadas en el Principal de la Comedia.
A principios del decenio de los cuarenta realizó una memorable creación de la Dolores Santa Cruz, en la zarzuela “Cecilia Valdés”, destacándose al interpretar el tango-congo Po…po...po, por el cual sería ovacionada aún octogenaria.
Fue a final de su vida cuando visitó la Casa de la Cultura de Bejucal en varias ocasiones por invitación del Maestro Juan J Barona, quien bautizó con su nombre su compañía Teatral. Supe por el propio Juan que a los 90 años Blanca Becerra bailaba con mucha energía una rumba de cajón y que estuvo de acuerdo con ser madrina del grupo. Juan J Barona aprendió a interpretar el Po Po Po de la Zarzuela Cecilia Valdés de la mano de Blanca Becerra, quien lo hizo como nadie en Cuba. Esta pieza está creada para una mujer pero el Maestro Gonzalo Roig, autor de la Zarzuela autorizó a Juan a interpretarla. En el año 2010, en la grabación de las carrozas de las charangas de Bejucal, se escuchó un fragmento de esa interpretación en voz de Juan J Barona quien fue un gran admirador de Blanca Becerra.
Aparte de su labor en Cuba, trabajó también en Estados Unidos, México y España. En la cinematografía nacional su nombre quedó registrado en los créditos de las películas Manuel García, Rey de los campos de Cuba (1940, dir: Jean Angelo) y Sed de amor (1945, dir: Francois Betancourt).