En Nueva York, rodeada de velas e inmersa en pétalos, una mujer cansada de una vida sin propósito aparente prepara cuidadosamente su escena de muerte en una tina, convirtiendo su muerte en un ritual. Mientras flota, cada gota de sangre sale de sus venas y se mezcla con el agua tibia, y empieza a recordar su vida en pequeños fragmentos. En el momento que se acerca el final, ella revive los tiempos buenos y malos, sus alegrías y pesares, los momentos simples y complejos que hacen que la vida sea la vida. Son estos recuerdos los que la obligan a escoger: asumir su vida o acabar con ella.