En las dos últimas décadas, sectores de la iglesia católica se han incorporado a las luchas de los oprimidos del continente latinoamericano. El filme muestra la irrupción de los cristianos en varios países de América Latina, donde los conflictos y peligros son mayores: Nicaragua, Cuba, el altiplano andino del Perú y del Ecuador, interior de Brasil y las periferias urbanas.