Mariana es la única mujer bonita y joven del lugar, pero no se siente conforme con su vida. No sabe exactamente qué quiere, aunque sí sabe que no quiere morir sin conocer lo que la vida tiene de distinto de la realidad mezquina de su pequeño pueblo. Entonces Mariana ve en un sacerdote recién llegado su salvador. Se siente atraída por él, le quiere hablar, sentir cosas nuevas.