ME.- ¿Qué ha sido el cine para usted?
ML.-
La vida, no he hecho otra cosa en mi vida que cine. Es la cosa más
maravillosa, el cine me llena de ensueños, de emociones, de
sentimientos. Y encontrar el sentido de la vida, encontrar al hombre, la
mujer, sus problemas, los amores, la pasión, el placer que significa
narrar, contar historias. A los tres años, si tengo memoria, fue cuando
vi la primera película, sentado en la falda de mi abuelita, en su jardín
donde pusieron una sabana blanca en medio del barro, los frutales, la
verdura y todo eso. Debió haber sido maravilloso lo que estábamos viendo
porque después todos los niños corrimos por detrás de la pantalla para
ver de dónde salían esos barcos, esos caballos, ese mar, esas voces que
brotaban ampliadas así como por el viento. Todos los campesinos también
estaban aterrados mirando todo eso, después seguí mirando, viendo, seguí
con tanta pasión el cine que un día vino La pasión y muerte de Cristo para
Semana Santa y cuando vi que lo crucificaron... Uno de los guasos
chilenos sacó el revólver y empezó a tirar a la pantalla y dijo: “¡A mi
Señor no me lo mata nadie! Y disparaba confundiendo la realidad y el
cine. Era tan fuerte la impresión, y después, cuando a los nueve años vi
Roma, ciudad abierta, de Rosellini, entonces, quedé
absolutamente prisionero de ese lenguaje, de esa forma de narrar, de
esos contenidos y de alguna u otra forma se produjo una integración de
lo que era la enseñanza cristiana, que yo no la veía en la práctica que
nos daban en el colegio, con los caminos del revolucionario y del
comunista que están en la película y entonces cristianos y comunistas
luchan contra el fascismo por la libertad. Para mí, en esa edad fue muy
importante.
Después estudié, claro. Me regalaron una
reproductora, una filmadora. Tuve la suerte que mi familia siempre me
apoyó; un tío me regaló una reproductora, mi padre me dio una cámara
fotográfica, me regalaron una filmadora. Después, un primo mayor, con el
que veíamos películas, compró un proyector muy bueno. Después, cuando
se acabaron las películas del repertorio con que contábamos, teníamos
que hacer películas nuevas. Y ahí comencé a hacer mis primeras películas
en el ámbito familiar. Vivíamos en el campo. Más tarde, estudié arte
dramático y técnica literaria del drama, de la dramaturgia, o sea,
estudié cine, dirección de cine en la Universidad de Chile y luego fui a
trabajar en la Televisión Universitaria, donde monté obras de teatro
como las de Arthur Miller, las obras de la vanguardia europea que
llegaron a Chile por vía de la Televisión Universitaria. De ahí al cine.
Creo que 25 fue mi primer largo, que hice con El Chacal de Nahueltoro. Antes había filmado documentales; hice Por la tierra ajena,
mi primer corto que se presentó en el año '67 en Viña del Mar. Toda mi
vida ha sido perseguir una imagen para capturar el tiempo y guardarlo
para trasmitírselo a los demás.
ME- ¡Qué maravilla! Han
pasado 40 años ya. ¿Qué recuerdos le trae Viña del Mar? ¿Qué herencia ha
dejado ese encuentro en su vida y para sí?
ML.- Viña del
Mar fue fundamental porque nos dimos cuenta que no estábamos solos, que
no éramos chilenos aislados, porque encontramos a nuestros hermanos
cubanos, bolivianos, argentinos, peruanos y mexicanos. Y veíamos el cine
en una gran pantalla que era América latina y reconocíamos en esos
rostros, los campesinos del noroeste brasileño, la esencia en este
conjunto, en este crisol de naciones de individualidades: una variedad
maravillosa de culturas. Encontrábamos nuestra propia identidad, estos
somos, somos latinoamericanos y somos parte de una gran lucha
continental. Nos Insertamos, comenzamos a hacer, a andar,
verdaderamente, por la historia. Ya no estábamos mirando solamente al
cine europeo, estábamos mirando la expresión del cine de América Latina a
través de sus grandes realizadores. Inmediatamente esto produjo una
gran movilidad y comenzamos a hacer nuestras películas de largometraje.
De tal manera que ya en el '69 teníamos largos en Chile, en el ‘67
teníamos cortos, en el ‘69 presentamos largometrajes, 5 o 6
largometrajes, así que fue verdaderamente un fuerte remezón. Nos
dijimos: "bueno, si todos pueden hacer películas por qué nosotros no." Y
ahí comenzamos a hacer los largometrajes.
ME.- ¿Cómo se gesta este Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano? ¿Cuáles han sido los lineamientos, debilidades, fortalezas?
ML.-
Realmente quien nos junta a todos y va uno por uno fortaleciendo sus
ideas y hermanándonos a todos es Alfredo Guevara. Enmarcado en el '67 y
el '69. En el '67, siembra y en el ‘69, entonces, recoge gran parte de
lo que ha sembrado y va amarrando, ligando destinos- Ha sido una
verdadera labor de formación, y los lineamientos están ligados a la
Revolución Latinoamericana. Los lineamientos eran el Che, la lucha de
Allende, Tabaré desde hace muchos años. Reconocerse en las grandes
necesidades del pueblo, reconocerse en las mayorías, encontrar que el
arte está comprometido, pero tiene que ser arte liberado de las ataduras
formales, alcanzar un nivel de expresión que esté a la altura de la
literatura Latinoamericana de la época: Carpentier, García Márquez,
Neruda en la poesía; que esté a la altura de los grandes muralistas
mexicanos: Ciñero, Orozco, Sequeiros, Rivera; que esté a la altura de
las vinculaciones culturales, vertical, horizontal como Wilfredo Lam,
que nos descubre nuestros rasgos africanos; como Roberto Matta, el
último surrealista, los pintores que al surrealismo le agregan también
estas raíces profundas que son nuestros ancestros. Nos descubrimos como
latinoamericanos en el arte en cuanto allí está la identidad, allí están
Rulfo, en Pedro Páramo, novela que está en los acordes de los
grandes músicos latinoamericanos, de la pintura, la poesía, el arte, el
teatro; allí encontramos nuestro marco de referencia pero sobre todo en
las luchas populares, en las luchas de los campesinos por la tierra, la
reforma agraria, las grandes movilizaciones obreras, las grandes
movilizaciones mineras, la gente que ya no está pensando en sí misma,
que está pensando en los demás, que une su dolor al del otro, y juntos
emprenden la lucha, como decía el Che, “Esta gran humanidad ha dicho
basta y ha echado a andar”. Allí están los lineamientos: independencia
creativa, compromiso con el pueblo, independencia de los cineastas para
hablar con su propia voz. No éramos cineastas rebeldes, no éramos
cineastas sometidos a ninguna estructura burocrática de poder, en eso
hay una gran diferencia. Los lineamientos estaban en el arte universal,
en el arte latinoamericano y en la búsqueda de nuestra identidad.
(…)
ME.
Usted hablaba del Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano, hablaba de
las ideas; díganos algo de esas ideas estéticas de los fundadores, sus
principios, las figuras principales.
ML.- Bien, está la
lucidez de Alfredo Guevara, tanto en el discurso, en la palabra, como en
la acción y la coherencia de habernos reunido a todos. Es un hecho que
voy a remarcar siempre, porque parece que a muchos se les ha olvidado.
Esto fue el ICAIC y Alfredo Guevara, una figura latinoamericana hablando
de las revoluciones y los valores del socialismo y los derechos de los
pueblos e impulsando a los cineastas a ser más audaces. La figura de
Glauber Rocha como cineasta: creador inagotable, extendiendo los grandes
planos-secuencia a un plano inagotable del nordeste brasileño en que el
hombre se convierte en un sujeto universal de la historia, tomando el
más grande hito de la literatura universal y poniéndolo en la vía de los
campesinos brasileños como es Antonio Das Mortes, Dios y el Diablo en la tierra del sol, como
para mostrarnos y señalarnos que también los latinoamericanos somos
poseedores de la cultura universal, adaptando así "El Diablo y el buen
Dios" de Sastre a la realidad de Brasil y haciéndolo universal. Los
primeros filmes, Manuela de Humberto Solás, sensible, rompiendo
los mitos del machismo, incorporando a la mujer como protagónico de la
historia de este continente, mujer fuerte pero también débil y al mismo
tiempo postergada, que lucha, no que se queja, pero a la vez con una
belleza inconmensurable en sus suntuosos planos. Después lo lleva en Lucía y en Cecilia, el erotismo que tiene Manuela es
muy notable y también le incorpora la técnica de la actuación. Bueno,
la lucidez del corredor de fondo que es Gutiérrez Alea, Memorias del subdesarrollo,
película profunda que incorpora no sólo la calidad del paisaje humano y
político de América Latina, sino la verticalidad de lo psicológico del
individuo, puesto en una situación extrema de su vida y de la sociedad
que lo rodea, su mirada es universal. Y comienza a trazar la estética
inconclusa, no, concluye porque los círculos históricos en América
Latina no han concluido, por lo tanto, siempre se comienza en un punto
de nuevo, pero estos grandes realizadores dejaron siempre abiertas sus
películas para que se continuarán.
Ahí están la idea fundamental, motrices, los documentales, Carbón,
una película en Chile sobre los mineros de carbón que por primera vez
salen desde las minas subterráneas, en el fondo de la tierra, salen a la
luz y desfilan sobre el río Bio Bio, como el antiguo araucano, cuando
detuvieron a los conquistadores españoles en el río Bio-Bio, contado por
el cine araucano, desfilan con sus banderas y sus pancartas en la
gran marcha del carbón apoyando a Allende que ya era candidato a la
presidencia de la República, tomando en cuenta que esa era una meta de
él para hacer la Revolución en Chile. Los desheredados de la tierra, los
desheredados de siempre salían a la luz, caminaban y cantaban y de
caminar y cantar y se convertían en danza y en vuelo, en lucha de los
grandes movimientos obreros de América Latina. Esta es una película
fundamental, Carbón de Sergio Bravo en el cine chileno, los
documentales sobre los campesinos brasileños, película de Sergio Muñiz,
literatura de cordel, canciones, música, imágenes. Santiago Álvarez es
audaz en Now, Hanoi Martes 13, García Espinosa planteando el cine
imperfecto y el cine perfecto reaccionario que es también de alguna
forma también señalar los rasgos de una estética inconclusa que no va
por lo menos, va a durar siglos que vivir. Entonces pues, hay esas
grandes señales tanto en el cine como en lo que es la palabra y la
acción pero yo siempre veo la palabra cuando se convierte en acción. No
creo en los ensayistas de cine que hablan y hablan de cine pero no han
hecho nunca nada integral pues se quedan solamente en un análisis muy
superficial y prescindible completamente porque no lo que ha hecho en
los otros cineastas y que ha creado influencia y la que nosotros hemos
podido crear, es a través de los filmes.
ME.- Usted
comentaba la labor de Guevara, su singular afán de unión ¿Qué nos dice
su apreciación sobre el panorama artístico cinematográfico de América
Latina en estas 30 ediciones del Festival de La Habana?
ML.-
El Festival en estos 30 años se ha convertido en el Festival más
importante del cine de América Latina. Es un Festival que reúne cuatro
generaciones de cineastas y aquí no hay disidentes, no hay disidentes
del Festival de La Habana. Todos vienen, todos es admirable, no ha
habido un Festival que se pueda levantar con la fuerza de este, que
también es nuestra obra, porque está constituido por pilares muy
fuertes, digamos por las películas, que son las obras. Si no hubiese
aquí películas de cuatro generaciones, no estaríamos hablando de la gran
trascendencia que tiene el Festival. El hecho mismo y lo ha entendido
la Ciudad de La Habana y los cubanos que se vuelcan completamente al
Festival, medio millón de espectadores, sobre dos millones de habitantes
que hay en La Habana es un récord absoluto y total. No hay ninguna
ciudad del mundo que se vuelque con el entusiasmo y la fuerza a su
festival como el Festival de La Habana. Entonces es un espacio de
libertad y de expresión para todos los latinoamericanos, antes fuimos
perseguidos por las dictaduras; teníamos que encontrar un lugar donde
vernos, donde reflexionar y donde crear las perspectivas para nuestras
próximas obras, porque sobrevivir en esos espacios fue realmente una
hazaña. Sobrevivimos y sobrevivieron las gentes más fuertes, con más
rigor y con más capacidad de organización, más autocontrol y también los
más audaces que se jugaron incluso la vida para hacer sus filmes. De
aquí, salieron proyectos como Acta general de Chile, que me
permitió ir clandestino a Chile y estar dos meses y medio en las barbas
mismas de la dictadura, burlándola permanentemente y haciendo este
documental de cuatro horas que era un reflejo de la vida chilena en
directo y de lo que estaba ocurriendo, en ese momento en el año '85en la
dictadura. 5ntonces, ese papel no se lo juegan los analistas, no se lo
juegan los críticos, los seudocríticos, los seudopopes de papel, esos no
se la juegan, no se juegan nada, y ellos proclaman y quieren dictar
normas; pero eso no va a ocurrir en esta cinematografía, porque aquí los
cineastas estamos también preocupados de la formación de los nuevos
cineastas y a propósito de la formación, el Festival de La Habana
refleja ese ciclo y esa preocupación que afortunadamente tuvimos hace ya
20 ó 25 años y lo vimos con claridad. Había que formar a las nuevas
generaciones. Fuimos dando clases de cine por todo el continente y
fundamos la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de
los Baños, bueno esa ha sido la labor de los cineastas, por lo tanto,
los popes de papel se pueden tragar su papel y hasta gastársela, porque
tiene que ver la obra en conjunto. No es solamente películas filmadas,
es una vida entera para construir un movimiento que se expresa en este
Festival de La Habana, que los congratula y me congratula ser parte de
él porque verdaderamente es fundamental para el futuro.
ME.-
¿Qué comenta de las nuevas generaciones, de las actuales escuelas de
cine? ¿Qué opina de las nuevas generaciones de cineastas chilenos?
ML.-
Los latinoamericanos son realmente muy creativos, tienen fuerte
personalidad, tienen certidumbres que son justas y están dando obras que
son realmente un renacer permanente por eso le llamamos nuevo cine,
nuevo cine porque el cine en cuanto a dialéctica nunca será viejo porque
siempre va creciendo y naciendo de nuevo. Estos realizadores y
realizadoras —porque hay una incorporación muy fuerte de las mujeres es
muy importante. Soy partidario absoluto y total, y he impulsado siempre
la participación de la mujer. Le dan un matiz y una textura diferente
donde aparece con mayor presencia, la ternura, la mirada femenina y las
interrogantes de esta juventud que tiene derecho a interrogarse todo y
también a responderse. Están buscando, buscando, me parece que mientras
más rebeldes sean, más iconoclastas sean, mientras más avanzan, más
niegan y afirman: y ahí está un mejor futuro. El futuro es nuestro.