Diego decide aislarse de la realidad porque no entiende la humanidad, le duele su pasado, la imposibilidad de la gente para querer, para soñar. Se encierra en un salón sin ventanas donde transcurren sus días, dibuja en una de las paredes una ventana por donde solo él logra ver el otro lado; una ventana en donde se proyecta su esperanza, su metáfora de la realidad. Un equipo de especialistas hace todo lo posible por sacarlo del edificio abandonado y al borde del derrumbe donde se encuentra y reintegrarlo a la sociedad.
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