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La película "Otro Sol", una nueva mirada sobre los ‘lanzas’ internacionales chileno
Por Aída Palau
"Otro Sol" es el primer largometraje del cineasta chileno Francisco Rodríguez Teare. Una cinta original que oscila entre la ficción y el documental y que indaga sobre la historia del ladrón chileno Alberto Candia, que habría robado en 1978 los tesoros de la Catedral de Cádiz, en España. La película acaba de participar en la primera edición del Festival de cine latinoamericano de París, CLAP.

La cinta "Otro Sol" comienza en el desierto de Atacama, en Chile. Dirigiéndose a la cámara, un buscador de oro explica que le está enseñando a su sobrino la profesión: “Estos cerros están llenos de tragedias... llenos de cuerpos que se han dejado tirados”. Unas frases que anuncian el tono de lo que va a seguir, una tierra que esconde secretos, muertos e historias pasadas que vuelven a salir a la superficie y que marcan el espíritu de los que habitan esa tierra.

“Se trata de reconstruir archivos del pasado, de filmar ciertos territorios como el desierto de Atacama y Cádiz y de mezclar la realidad o las experiencias de ciertas personas con un archivo de justicia, que es algo que hace un tiempo vengo trabajando. Me interesa mucho escarbar en archivos de justicia y considerarlos material disponible para poder hacer adaptaciones cinematográficas como quien hace adaptaciones de libros”, explica su director, Francisco Rodríguez Teare, cuyos trabajos anteriores, cortometrajes y mediometrajes han sido premiados en festivales como el Festival de Cine de Valdivia (Chile) o el Festival Punto de Vista (España).

La película es una especie de laberinto, una investigación donde todo es muy enigmático, donde se mezcla la dura cotidianidad con situaciones absurdas y surrealistas. Los personajes buscan al ladrón Candia, algunos se obsesionan por las joyas que robó, otros quieren encontrar el cuerpo, otros guardan secretos, otros quieren saber si hubo amor.

“Albertos Candias hay muchos”, dice Rodríguez Terae quien se inspiró en varios perfiles de ladrones internacionales chilenos para construir el personaje. La idea inicial de la película nace con una pregunta que el director de cine se hacía: “¿Por qué los chilenos piensan que tienen los mejores ladrones?”.

“Cuando en Chile hablas de lanza internacional, todos entendemos de qué estamos hablando. Es una persona que se dedica al robo, afuera de Chile, generalmente en Europa o Estados Unidos. Eso siempre genera una suerte de orgullo, pero también vergüenza por parte de las personas en Chile. Entonces yo pensaba que era un mito muy local pero el punto de inflexión vino cuando me di cuenta de que en diarios ingleses, holandeses o australianos se confirmaba el mito. Lo confirma hasta la policía de Scotland Yard (Reino Unido)”, nos cuenta.

Una vez verificado que no era una leyenda, Rodríguez Teare se puso a buscar a personas que conocían o que habían sido lanzas internacionales. En esa búsqueda entendió porque Chile había exportado tanto ladrón. Y hay una razón histórica.

“Durante los años 70, el dictador Pinochet quería a toda costa controlar el tráfico de pasta base y cocaína en todo el territorio nacional. El mayor traficante de chilenos se llamaba Augusto Pinochet y es lo que llamamos la cocaína negra de Pinochet. Entonces, cualquier persona que estuviera relacionada de forma directa o cercana con un delito menor no era juzgada. Se le torturaba directamente. Eso hizo que se [exportara] toda una generación de ladrones o personas que se dedican al hurto”, explica.

Todo está filmado como si fuera un documental y uno no sabe si antes fue el guion y después los diálogos o al revés. Los protagonistas, tan entrañables como inquietantes, relatan sus historias; algunos, los robos que supuestamente cometieron, pero ¿se produjeron realmente?

“Imagínate que voy por la vida con, ni siquiera diez pasaportes falsos, voy con un pasaporte falso que dice yo me llamo Dino Franco Romanadi, hablo italiano, tengo un acento en italiano. La gente se pregunta ¿por qué me llamo así? Y yo empiezo a construirme una identidad y voy caminando por la calle imaginándome que soy otra persona. Eso produce mucho vértigo y. Y al punto en que yo mismo puedo empezar a confundir mis propias realidades y mi propia biografía en función de mi ficción o de mi mito propio”, analiza.

“Un documental es la promesa de que lo que está viendo el espectador es el mundo real, que yo como espectador y los personajes de la película vivimos en el mismo mundo. Solo que, en el caso de esta película, eso se fractura. Cuando quiero hacer una adaptación de archivo judiciales, la pregunta es ¿un archivo judicial es real? Quizás es una pregunta fundamental de la película: qué tanto hay de verdad en un testimonio judicial”, explica Francisco Teare Rodríguez en Escala en París quien nos adelantó que es posible que volvamos a ver algunos de los personajes de "Otro Sol" en un nuevo proyecto que va a filmar en la ciudad de Antofagasta.

Fuente: france24.com
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