Comenzó a hacer teatro con otros niños en la Casa de Cultura de Bejucal y allí se quedó durante parte de la infancia y adolescencia. Hasta que apareció Carlos Díaz y le ofreció hacer la novia de Bodas de sangre. Luego vino la Escuela de Teatro, donde aprendió a poder contar con palabras todo lo que sentía.
Desde entonces, ha actuado en una veintena de obras de teatro. Destacan: Icaros (2003) -por el que ganó el Premio mejor actuación por el personaje de Ariadna, otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y el Premio “Adolfo Llauradó”-, La celestina (2001), Boal (1997) y Federico Auto de Fe (1988), todas dirigidas por Carlos Díaz; Roberto Zucco (2002) y La vida es sueño, dirigidas por Carlos Celdrán; Gracias abuela (2001) de la directora Zulema Clares y Fausto (2000) dirigida por Julio César Ramírez. En el año 2000 también trabajó en Monigote en la arena Creación colectiva de ella con Milva Benítez.
Se enfrentó con cierta tranquilidad al casting de Habana Blues, el trabajo más importante de su vida. Con anterioridad, había participado en el largometraje de Humberto Padrón Frutas en el café y en los cortometrajes de ficción, en Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, Tres y Paranox Forte.