Nace en Maputo, Mozambique. Ejerció en su país natal como crítico de cine, y se trasplantó al contexto europeo por sus estudios en el Institut des Hantes Études Cinématographiques (IDHEC), de París, para trabajar como asistente de varios directores franceses (Jean Delannoy y George Rouquier, entre otros). Más tarde se trasladó a Brasil, donde fueron realizadas sus principales películas, aunque puede decirse que Ruy Guerra es un cineasta internacional, pues ha realizado su obra en Mozambique, Brasil, Panamá, Cuba, México y Francia. Intervino como actor en filmes de otros directores, como por ejemplo, en la célebre Aguirre, la ira de Dios (1972), de Werner Herzog.
Volvió a Mozambique el día de la Independencia, el 25 de junio de 1975. En el país en cuyo movimiento por la liberación había participado siendo adolescente, ayudó a organizar la cinematografía nacional y colaboró en la creación del Instituto Nacional de Cine. Allí filmó los documentales como “Mueda: Memória e massacre” (1979), que reconstruye la masacre perpetrada por la administración colonial portuguesa en 1960 en el distrito homónimo, y “Os comprometidos – Actas de um processo de descolonização” (1984); ambos rescatan momentos históricos que culminaron en la independencia del país africano, y manifiestan las habituales inquietudes estéticas de Guerra.
Trasplantado del contexto europeo al brasileño, Ruy Guerra aportó al Cinema Novo filoneorrealista las vivencias de la Nouvelle Vague, sobre todo en cuanto al pesimismo y a las frustraciones personales sublimadas, y también en cuanto a ciertos aspectos formales, como el plano secuencia y el uso del cinema verité. Os cafajestes (1962) y sobre todo Los fusiles (1964), premiada en Berlín, lo consagran definitivamente como creador fundamental del nuevo cine latinoamericano.
Los fusiles es uno de los muchos filmes de los años sesenta que lidia con los problemas del Nordeste (conforma con Vidas secas y Dios y el diablo en la tierra del sol, una formidable trilogía temático-conceptual), particularmente con las supersticiones, la miseria, la sequía, el tiempo detenido. Ruy Guerra apostó por la discontinuidad del discurso narrativo, se evadió de los corsés que imponen los géneros tradicionales, y empleó códigos sociológicos, etnográficos y estéticos para ilustrar dos historias que invitan a la reflexión sobre historia y política, ejército y religión, poder y relaciones de clase. Como en otras grandes películas del Cinema Novo, lo popular se integra al sistema formal altamente intelectualizado y se emplea en tanto vehículo legítimo para contar la historia del sertón.
Con Dulces cazadores (1969), Los dioses y los muertos (1972) y La caída (1977), el cine de Ruy Guerra derivó a la búsqueda de un mayor interés comercial y esteticista, sin abandonar para nada el sesgo alegórico, izquierdista y político de toda su obra. Más cercanas al imaginario colectivo y al surrealismo latinoamericano, entendido como lo real maravilloso, y al cine de género, están Eréndira (1983), La ópera de malandro (1986) y Fábula de la bella palomera (1988), todas inspiradas en textos preexistentes que exaltaban idiosincrasias y culturas nacionales.
Después, se dedicaría a recrear plasticamente la América histórico-legendaria y real maravillosa, mediante la superproducción histórica (Kuarup, 1989), lo intimista kafkiano (Estorvo, 2000); en ambos casos afianzado en la extrema visualidad de la puesta y en el cuidado significativo de la escenografía y la ambientación, dos de los sellos que lo distinguen.
Además de dedicarse al cine cuando encuentra la oportunidad y los recursos (su filme, La mala hora, de 2006, vuelve sobre la adaptación literaria de García Márquez), escribe obras teatrales, una crónica semanal en el diario O Estado de Sao Paulo, y ha dictado cursos de cine en varias universidades brasileñas y de otros países.
En 2020, su largometraje “Aos pedaços" conquistó los premios Kikito a la Mejor Dirección y Fotografía en la 48 edición del Festival de Cine de Gramado. El largometraje fue calificado por la prensa como experimental, una indagación en el tema del Otro, a través de cuatro personajes; un experimento sobre el tiempo repleto de referencias cinéfilas por descifrar.
En abril de 2021, el Festival É Tudo Verdade realiza una retrospectiva de su obra documental, para celebrar los 90 años de su nacimiento, que incluyó filmes rodados en Mozambique, como “Mueda: Memória e massacre” (1979) y “Os comprometidos – Actas de um processo de descolonização” (1984), que rescatan momentos históricos que culminaron en la independencia del país africano. La sección se completó con su biografía fílmica “O homem que matou John Wayne”.
Ruy Guerra was born on august 22, 1931 in Maputo, Mozambique, as a Portuguese citizen, at the time when the country was still a colony of Portugal. He was a film critic at his native country, but he inserted himself in an European context, because he traveled to France to study at the Institut des Hantes Études Cinématographiques (IDHEC) of Paris, and worked as assistant of French directors as Jean Delannoy and George Rouquier, among others. Later he moved to Brazil, where most of his main films were made, although Ruy Guerra may be considered as an international filmmaker, because he has made works in Mozambique (where he also participated in the creation of the National Film Institute), Brazil, Panama, Cuba, Mexico and France. He also worked as actor in films from other directors, as for example, the acclaimed feature film Aguirre, The wrath of God (1972) by Werner Herzog.
Transferred from the European context to the Brazilian one, Ruy Guerra added to the Cinema Novo neorealist aesthetics the film experience of the French New Wave (Nouvelle Vague), mainly in regard to the pessimism and sublimated personal frustration and also in respect to some formal aspects, as the sequence shot and the use of the Cinema Verité. Os cafajestes (1962) and mainly Los fusiles (1964), awarded at Berlin, consecrated him as one of the essential author of the New Latin American Cinema.
Los fusiles is one of the many films of the 1980s that dealt with the conflicts of the Brazilian Northeast (together with Vidas secas and Dios y el diablo en la tierra del sol, which are part of a magnificent conceptual and thematic trilogy) specially since it reflects superstitions, poverty, drought, an the sense of an immutable time. Ruy Guerra bets for a discontinuous narrative, departs from limitations imposed by the traditional genres, and uses sociological, ethnographic and aesthetic codes to represent stories that are an invitation to reflect on history and politics, army and religion, power and class relations. As in other great films of the Cinema Novo, here the popular elements are incorporated into a highly intellectualized aesthetic system, used as a legitimate device to tell the story of the Sertao (northeast dry region of Brazil).
Con Dulces cazadores (1969), Los dioses y los muertos (1972) and La caída (1977), the cinema of Ruy Guerra began to search for a greater aesthetic and commercial realization, without that this meant a depart from the allegoric, leftist, and political bias present throughout his work. More close to the popular imagination and the Latin American surrealism, this later understood as marvelous realism, are films as Eréndira (1983), La ópera de malandro (1986) and Fábula de la bella palomera (1988), all inspired by already existent texts that extolled the national idiosyncrasy and cultures.
After these movies, he devoted himself to recreate in images the historic-legendary and marvelous-realist America in the historic big production Kuarup (1989), and to reflect the kafkian intimism in Estorvo (2000); In both cases based on he the extreme visuals of the mise en scene and the careful attention paid to the set design and the atmosphere, two of the qualities that distinguish these films.
The filmmaker is still consecrated to cinema, always that he find the opportunity and the necessary resources to make a film (his latest one was La mala hora (2006), another literary adaptation from a García Marquez’s text); he also writes theater plays, a weekly chronicle in the newspaper O Estado de Sao Paulo, and gives film courses at different Brazilian and foreign universities.