“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

MESA 3



Activismo audiovisual a favor de la creación de una ciudadanía audiovisual continental.

Hacia la constitución del Espacio Audiovisual de Latinoamérica y del Caribe.
Bajo una de las ideas y conclusiones centrales del Primer Encuentro de Documentalistas realizado en Caracas en noviembre de 2009, cual es la de “Constituir el Espacio Audiovisual de Latinoamérica”, hemos propuesto como tema central del 2do Encuentro a realizarse en Guayaquil, Ecuador, el de la circulación de contenidos audiovisuales en general y documentales en particular.

Tenemos certeza de la urgencia de encontrar soluciones que respondan y apunten a este objetivo en el corto, mediano y largo plazo. Más aun contando como ahora contamos con un importante número de gobiernos progresistas, apelando aquí al rasgo común de una tendencia, en Sudamérica especialmente, que sin duda políticamente también está en proceso de construcción y consolidación. Es el despertar ciudadano de Latinoamérica que empezó a soñarse años atrás.

Sin la implicación real de los poderes públicos, básicamente a través de la definición de marcos normativos y jurídicos en cada uno de los países de la región y de la definición de fuentes de financiamiento para la aplicación de estos, será imposible lograr no solo la libre circulación del documental latinoamericano sino el acceso de la población a las ventanas tecnológicas que permitan la real constitución de ese Espacio Audiovisual Latinoamericano, con mayúsculas.

Conscientes también, acerca de las inquietudes comunes que rodean a los encuentros en general y su utilidad práctica, más allá de lo positivo que significa la reunión y el intercambio, el contacto interpersonal en si mismo, las cuales básicamente desean establecer cómo estos contribuyen a resolver problemas concretos en la vida de los profesionales que asisten y de los ciudadanos en general, proponemos aspectos puntuales en el 2do Encuentro para definir un horizonte en el que las declaraciones no sean el único resultado del evento. Estas no bastan por si solas, deben venir acompañadas de acciones concretas.

Dos componentes buscan contribuir a ello:

1. Reunión de autoridades y funcionarios en una mesa de trabajo específica a lo largo del Encuentro.

2. Creación de la Red Latinoamericana y del Caribe de Festivales de Documental.
La reunión de autoridades y funcionarios busca generar un puente hacia la definición de políticas que hagan posible la creación de la libre circulación de contenidos audiovisuales en la región. Estas autoridades y funcionarios participarán básicamente como oyentes del evento, hoy proponemos que escuchen a los profesionales e imaginen y planteen soluciones desde lo público. Proponemos que este sea un eje transversal de los futuros Encuentros, es decir que siempre haya un correlato de representantes de los poderes públicos en los encuentros de tal forma que las decisiones de los mismos sean conocidas de inmediato por cada Estado.
A su vez, como resultado concreto del 2do Encuentro proponemos la creación de la Red Latinoamericana y del Caribe de Festivales de Documental actualmente inexistente. De esta forma pondremos un grano de arena para la creación del espacio audiovisual de la región.

Adicionalmente consideramos importante que en el marco del Encuentro se rinda tributo y reconocimiento a quienes se han ido. Dos muertes hacen, por distintos motivos, necesaria una pausa para reconocer la memoria de nuestros compañeros. Hablamos de Christan Poveda, asesinado semanas atrás, y de Jorge Prelorán, quien rindió su vida tras una larga lucha contra el cáncer.
Más allá  de eso, los temas para la reflexión y el análisis son aquellos mencionados en distintos foros y espacios, desde los escritos históricos que dieron lugar al surgimiento de un movimiento cinematográfico continental, hasta las reflexiones individuales propias del ejercicio profesional.
Orígenes.
De la Militancia al Activismo Audiovisual.

Desde sus orígenes el documental latinoamericano se mostró como la alternativa que apunta a contradecir el consenso de «la tradición», es decir la versión hegemónica de la historia y cultura del orden contemporáneo, tradición producida no sólo por Hollywood, pero especialmente por los sistemas de información mediática.

Tal como lo afirmó Glauber Rocha «El cine es un cuerpo vivo, objeto y perspectiva. El cine no es un instrumento, el cine es una ontología».
Humberto Ríos, quien fuera partícipe de dicha corriente, afirma que en ese momento de surgimiento de cinematografías nacionales insurgentes, «empezaron a asomar en las pantallas rostros de seres desconocidos, voces que hablaban de esperanzas rotas. Las realidades políticas influyeron mucho en este proceso. Desde el cine social hasta el cine de agitación pasando por el cine testimonial, el etnográfico, el antropológico, todos de algún modo intentaron la radiografía de un continente expoliado».
Los movimientos sociales y la nueva generación de documentalistas.

O el documentalismo latinoamericano como un movimiento social sin centro y periferia.
A inicios de los años ochenta surge un nuevo momento con la expansión de los grandes centros financieros y capitalistas.  De esta nueva coyuntura surgirán otras dinámicas de resistencia, en el que tendrán un particular protagonismo los movimientos sociales.

Estos últimos propugnan una ruptura con lo establecido,  a través de acciones colectivas que conformen tejidos de organización social manifestando desafíos simbólicos ante los códigos culturales dominantes. Existe así la articulación que se da entre la acción social reivindicativa de ciertos objetivos comunes (que estarían dando cuenta de ciertos rasgos identitarios en torno a los cuales se construyen estos movimientos y que se materializan en prácticas colectivas), y los componentes estéticos y simbólicos de dichas prácticas.

Miguel Mirra señala que la ficción fue el género cinematográfico por excelencia en los 60, en una época en que podía imaginarse otro mundo; hoy «nos queda salvar el único mundo posible porque se han terminado las utopías: el cambio debe hacerse en la realidad, y el documental sirve para conocerla, para interpretarla y también para transformarla: no hay ficción posible».
El notorio y evidente incremento que se registra en la producción de documentales de la región, y el mayor número de proyecciones y festivales desde los últimos años, inscribe el documentalismo latinoamericano como un movimiento de revitalización del espacio de la cultura, que tiene lugar por fuera de los marcos institucionales, en el cual intelectuales, trabajadores, desocupados y artistas pretenden ocupar un lugar en la práctica política, en sintonía con las luchas que llevan a cabo numerosas agrupaciones sociales.
Este clima de efusividad que se percibe en las manifestaciones culturales y artísticas se enmarca dentro de un período de experimentación e innovación social, económica y política constituido por una nueva configuración de los movimientos sociales.

El Movimiento de Documentalistas retoma la postura de Pino Solanas: «frente al cine de gran espectáculo enraizado en los grandes medios productivos de que dispone, hay que oponerle el gran espectáculo del hombre; un cine de medios productivos pobres, pero más veraz, más humano».
Estas realizaciones conjugan entonces investigación social con lenguaje audiovisual. En relación con los otros géneros de cine y video, el documental, al estar anclado en mayor medida con la realidad que pretende reflejar y representar, posee la capacidad de mostrar, y aún de reivindicar, reclamar, denunciar, de una manera más directa. Es posible que sea esta característica del documentalismo la que permite que sea utilizado como una herramienta de transformación social y no sólo como práctica estética, periodística, o de investigación social. Este rasgo constituiría una cierta función instrumental de este lenguaje.
La resistencia que plantea el movimiento de documentalistas es entonces contra la estructura burocrática y más específicamente, en oposición a los medios masivos de comunicación que operan como armas de guerra ideológica y narcotizante, siendo funcionales al sistema globalizado.

S. Hall, planteaba que como parte del proceso de construcción de identidades nacionales, los medios de comunicación apuntaban a la masa, contando una narrativa de nación que pretendía homogeneizar e integrar amplios sectores de la población, construyendo así una comunidad imaginada. En las últimas décadas, la globalización no sólo debilita estas unidades culturales nacionales, sino que está produciendo, paralelamente, un movimiento en otro sentido que explora la diferenciación local, no sólo destruye las identidades nacionales, sino que provoca identificaciones globales y locales nuevas.

En el presente social el sustrato que permanece borroso desde la perspectiva del discurso hegemónico y sin embargo encarna en las acciones colectivas que estas producciones documentales pretenden reflejar. «El documentalismo contemporáneo busca echar luz sobre la pequeña partícula de realidad que se ofrece a su experiencia. Partículas que el panóptico televisivo se niega a captar, por estimarlas refractarias al consenso y a su menú de consumo de imágenes». Los contenidos del documentalismo alternativo que se promueve desde distintos frentes afloran de la acción existente en las calles.

El documental latinoamericano contemporáneo recoge las experiencias de esa gama diversas de movimientos sociales.
Nuevas temáticas:
Derechos humanos, derechos culturales y migración

A más de la eclosión de nuevos movimientos sociales, el documental latinoamericano ha encontrado nuevas temáticas originadas por la propia globalización.  En una sociedad en la cual no hay una estructura central y total, la noción de Derechos Humanos significa el derecho del individuo en su esencia concreta: individuo con su trabajo, con su vida política, con su cultura, con su idioma o lengua propia, con su religión.  El individualismo no tiene sentido, si no significa universalismo de los derechos de cualquier ser humano frente a cualquier tipo de dominación cultural, política o económica.

Las nuevas lógicas de la globalización han creado un nuevo tipo de sociedades trans-nacionales, en donde los flujos migratorios y el sentido de pertenencia a una identidad o comunidad son fundamentales.

En la aceptación de una serie de derechos universales hay la necesidad de reintroducir lo que podemos llamar una «dimensión espiritual».  Desde este punto de vista se invita a dejar de pensar a la sociedad como el principio de las normas o de los valores.  Y todo el tiempo se ha insistido sobre la necesidad de introducir un elemento que esté por encima de las consideraciones estrictamente sociales.  Es así como la democracia debe tratar de seguir por dos caminos, por un lado se deben crear espacios para la participación popular, y por el otro asegurar el respeto a las diferencias individuales y el pluralismo.

La tarea ya no es estudiar las consecuencias sociales de la modernización, sino las condiciones y formas de los cambios técnicos y económicos que permitan refundar una modernidad sobre la comunicación de individuos y colectividades que son a la vez semejantes y diferentes.


BUSQUEDAS



APOYO DE
COLABORACION
Copyright © 2024 Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Todos los derechos reservados.
©Bootstrap, Copyright 2013 Twitter, Inc under the Apache 2.0 license.