“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

MESA 4



Las normativas públicas que garanticen y estimulen la circulación comercial y no comercial de contenidos audiovisuales (salas, televisión y otras ventanas)

El monopolio del mercado y la diversidad cultural.
Algunos datos esclarecedores.

La última década del siglo XX se caracterizó por una acelerada privatización y transnacionalización de la producción y distribución audiovisual.  La firma de tratados bilaterales con Estados Unidos, y las obligaciones asumidas en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio han cambiado drásticamente el panorama de la región.  Tras la firma del TLCAN entre Estados Unidos y México, los resultados son preocupantes. México estrenaba 120 largometrajes por año antes de firmar el acuerdo en 1994. Diez años después, su producción cinematográfica cayó a 9 estrenos por año. Las ventas acumuladas de su industria disquera cayeron un 45%. El valor de su producción editorial pasó de 105 millones de dólares en 1994 a 40 millones en 2003.

La adopción de la Convención para la Protección y Promoción de la Diversidad de Expresiones Culturales de la UNESCO, y la creación de una figura de la excepción cultural, abren una alternativa frente a la gran cantidad de tratados de libre comercio firmados en la región.

La efectividad de las políticas públicas frente a las inequidades del mercado arroja resultados diversos. En la Unión Europea, por ejemplo, fuera de los planes de apoyo comunitario, todos los estados europeos conceden ayudas públicas a la industria cinematográfica y audiovisual en nombre de la diversidad cultural.  Sin embargo, según un informe del Observatorio Europeo del Audiovisual relativo a 1997, de cada 100 películas estrenadas en la U.E. en la última década, 78 fueron de procedencia norteamericana, 14 europeas y 8 del resto del mundo.

La hegemonía del cine norteamericano se hace presente de manera particular en los países occidentales o en aquellos que carecen de producción de películas propias. Pero quizás el caso coreano sea el mas exitoso a nivel mundial.  Desde 1993, el presidente Kim Young-Sam percibió que algo estaba pasando con el cine coreano, dando inicio a una política de protección oficial que se expresó tanto en la fundación de una escuela de cine oficial como en la instauración de cuotas de pantalla. Junto con el interés de inversores privados (entre ellos los chaebol, nombre que reciben los grandes grupos económicos como Samsung o Daewoo), el resultado de esta política es que, actualmente, el cine coreano no sólo mantiene una media de unas 50 películas al año, sino que éstas le disputaron al mercado al cine estadounidense casi en pie de igualdad, con un 41 por ciento de concurrencia para las películas locales, que marcaron una de las cuotas más altas del mundo.  Presionada por la administración de Bush y la firma de un tratado comercial bilateral con Estados Unidos, Corea redujo su cuota a la mitad, es decir a la mitad del porcentaje de 2006.  Otros países donde la producción local compite con claras ventajas frente a la estadounidense, es la India, donde el 95% de sus 5 mil millones de espectadores anuales prefieren sus propios filmes; Egipto, donde ese porcentaje es de 73,4; Hong Kong, con el 47,4, y Japón, con el 33% de la taquilla para sus producciones.
La diversidad en el audiovisual

Históricamente, las televisiones públicas han estado orientadas hacia el desarrollo del pluralismo, tanto regional, lingüístico, político, cultural y en materia de gustos, unido al acceso de la sociedad a una información diversa. El valor de la diversidad está fuertemente vinculado con el concepto del pluralismo. Este concepto es una referencia positiva de cualquier sistema político, siendo considerado elemento clave para contrarrestar el influjo tanto del Estado como de los poderes fácticos.

El desarrollo jurídico del derecho de acceso cumple un papel estratégico. Otros instrumentos también son útiles, como el de apelación a la responsabilidad de los Consejos de Administración y Asesores de los respectivos medios de titularidad pública para, al menos, propiciar el seguimiento de la presencia de los grupos sociales y/o de los productores independientes en los medios audiovisuales.

La televisión de servicio público que se financia de forma directa por los telespectadores y proporciona una diversidad de información tiene una razón de existir en la era multi canal, donde las nuevas tecnologías exigen un nuevo rol para las instituciones públicas de televisión. Es importante tener en cuenta en esta nueva era, que la creación y el desarrollo de la tecnología innovadora de Internet está produciendo una estructura totalmente diferente de comunicación, dentro del sistema de medios global.

En la nueva era multi canal, es necesario instrumentar políticas que generen un sector audiovisual competitivo y sostenible hacia el interior de cada país en el que, de ser posible, se complementen las fases de producción, distribución y exhibición, y también competitivo hacia el exterior. Por otra parte, tales políticas públicas deben anticiparse a las fuertes tendencias hacia la convergencia tecnológica y económica. La televisión de servicio público será una de las fuentes mejor cualificadas para confirmar la información que surge, en Internet y en otros medios de comunicación, si logra convertirse en la mejor fuente posible de información y contribuye a desarrollar el diálogo público.
Pensar regionalmente. Ejemplos a tomar en cuenta.

Una de las decisiones del gobierno de Lula fue la de crear un patrón de televisión digital propio en sociedad con China, con Argentina y con otros socios eventuales. La idea básica es que si, desde el punto de vista de una política industrial alternativa de desarrollo nacional y articulando intereses no hegemónicos en el nivel global, la propuesta es altamente defendible como política de comunicación que busca la inclusión social y la construcción de una esfera pública universal. La televisión digital tiene un potencial democratizador muy importante.

La oportunidad de una expansión tecnológica regional también está presente en el cine digital.  Creada hace poco más de siete años, la Rain – empresa 100% brasileña – es dueña de una tecnología propia para administrar, distribuir, exhibir y controlar contenidos digitales, llamada «Kinocast» – alternativa (y más barata) al modelo estipulado por los grandes estudios norteamericanos, conocido como DCI (Digital Cinema Initiative). Hasta pocos días, lo que eran caminos casi opuestos para la expansión digital en América del Sur se volvió un sistema integrado, que ampliará todavía más la oferta de contenidos, además de facilitar la creación de salas y estimular la ocupación de las mismas en países como Brasil, Argentina y Colombia – para nombrar algunos lugares donde la empresa ya arrancó con su modelo de negocio.

El Programa DOCTV merece destacarse a su vez por su esquema de adopción de un sistema de coproducción y teledifusión como asunto de política pública internacional por países y por bloques de países. 15 países iberoamericanos (Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Puerto Rico, Cuba, México, Portugal y España), permiten que el DOCTV IB se encuentre en la fase de producción de su cartera de 15 documentales, los cuales, una vez realizados, se estrenarán en cerca de 36 televisoras del Circuito Iberoamericano de Teledifusión, articulado especialmente para el programa. Ahí un paso muy concreto hacia la constitución del espacio audiovisual iberoamericano.

El panorama regional, sin embargo, dista mucho de una integración plena aun, sobre todo a nivel de las posibilidades que ofrece su numerosa cantidad de espectadores, tanto a nivel de salas de cine, como en televisión abierta y digital y otros medios no explorados at totalidad, sin contar las redes sociales y comunitarias creadas y en creación.


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