FICHA ANALÍTICA
Tener cine… por primera vez
Título: Tener cine… por primera vez
Autor(es): Alejandro Zamora Montes
Fuente: Revista Digital fnCl
Lugar de publicación: La Habana
Año: 1
Número: 1
Mes: Noviembre
Año de publicación: 2009
El poeta, pintor y místico inglés William Blake proclamó: ¨La energía es eterno deleite¨, refiriéndose a la placentera y rabiosa búsqueda del hombre para reproducir con realismo el elemento llamado Movimiento. El cine es (entre otras cosas) arte, ilusión y técnica, en el cual se condensa toda una estética que hace remover en nuestros cuerpos/envases, lo que muchos denominan espíritu.
Quien observe detenidamente el documental de Octavio Cortázar Jiménez, Por primera vez, sabe que asiste a un acto de fe, de entrega sincera. Con una duración de apenas once minutos, este clásico de la filmografía cubana nos narra de manera conmovedora, una suerte de crónica sobre lo que sucede al llevar la magia del Séptimo Arte a una zona del oriente cubano: Los Mulos. La estrategia de trasladar un cine móvil o de 16 milímetros a escuelas, granjas y pueblos ubicados en lugares intrincados, contenía matices ideológicos y culturales, puesto que por aquella fecha (1967), el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), se esforzaba por elaborar una filmografía comprometida con los cambios que se venían gestando en todas las esferas sociales del archipiélago cubano (Y tal vez, de cierta manera, evocar el legado del cineasta José E. Casasús)*.
Este es el valor real y nunca extinguido del documental: además de informar, aproxima, desgrana. Las imágenes testimonian con humildad e inequívoca certeza, caracteres propios de justeza: las miradas de éxtasis y asombro de pequeñines y adultos de todo el poblado, ante el milagro de la pantalla grande, legitiman y engrandecen esta joya fílmica. No en balde la imagen que contemplan es la de Charles Chaplin en Tiempos Modernos, puesto que sabemos la mágica habilidad que poseía para comunicarse con cualquier público, debido a la figura tan humana que creó. Desde otro punto de vista, tal parece que el director quiso apoyarse en este genio de la cinematografía debido a la manera en que respondió al ambiente social de su época, constituyendo así, como bien escribiera John Howard Lawson, un arte para el pueblo.
Este documental fue ganador del Primer Premio ¨Paloma de Oro¨ en el XI Festival Internacional de Cine Documental y de Cortometraje de Leipzig (RDA), del Premio ¨San Gregorio¨, XIII Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos en Valladolid, España, además del Tercer Premio ¨Apsara de Bronce¨¨, II Festival Internacional de Cine Phnom Penh, Cambodia. Para ello se contó con la sabia edición de Caíta Villalón, la excelente fotografía de José López (Lopito), y la música de Raúl Gómez, entre otros.
Octavio Cortázar supo tratar, sagazmente, diferentes aspectos sociológicos con mirada escaneadora. Director de lente certero, compartió también la docencia, cursó estudios de dirección cinematográfica en la Universidad Carolina de Praga, fue fundador de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y realizador de múltiples documentales entre los que se encuentran: Acerca de un personaje que unos llaman San Lázaro y otros llaman Babalú (1969), Con las mujeres cubanas (1975), La pequeña Aché (2004); así como de los largometrajes: El brigadista (1977), Guardafronteras (1980) y Derecho de asilo (1994).
Como asegurara en reiteradas entrevistas, el cine constituía para él, un arte maravilloso. ¨Yo empecé amando verdaderamente el cine, antes de pensar en expresarme a través de él¨. Sin dudas, el fructífero legado de este gran cineasta, fallecido a los 72 años, es de obligada referencia para los amantes del cine cubano, dentro y fuera de la isla. Albergo el sueño de que el Charlot tropical surgido de la mano de Bachs, lo haya acunado en un mar de cintas y chicuelos.
* Extraído de Las trampas del oficio. Apuntes sobre cine y sociedad, de Ambrosio Fornet.