FICHA ANALÍTICA

Confesiones -no tan imperfectas- de un realizador incómodo
Zamora Montes, Alejandro

Título: Confesiones -no tan imperfectas- de un realizador incómodo

Autor(es): Alejandro Zamora Montes

Fuente: Revista Digital fnCl

Lugar de publicación: La Habana

Año: 2

Número: 3

Mes: Julio

Año de publicación: 2010

Cierto proverbio Akan (Ghana), reza: Los hombres mueren, pero sus palabras u obras pueden vivir por siempre. Y otro de Kabila, Argelia, aclara: El árbol sigue a su raíz. No existe una mejor manera para definir la vida y obra de Julio García Espinosa. Bajo el título Algo de mí, ediciones ICAIC nos ofrece un breve pero conciso recorrido en el cual se recogen las valiosísimas experiencias de este creador en lo relativo a lenguaje audiovisual, cine, y otros medios de comunicación, así como un zoom in por ciertas zonas del ámbito cultural cubano y latinoamericano.

Nacido en el caliente barrio de Los Sitios, en Cayo Hueso, amante del teatro y la buena música, este cineasta incómodo, como bien lo definiera el poeta y ensayista Víctor Fowler, siempre ha sido un incansable buscador de lo eterno y un defensor a ultranza del cine cubano; o, para ser más específicos, del cine popular cubano. De ahí que en un escrito a Gabriel García Márquez, confiese que Toda persona tiene su quijote personal. El mío, como bien se comprenderá, es creer que el cine popular puede ser también un cine de arte. Dicha afirmación puede intuirse, pues sus estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma junto a Titón, resultaron decisivos para su posterior desarrollo y le sirvieron para percatarse de que el viejo mundo occidental buscaba nutrirse de la cultura popular. Repleto de ideas e impregnado de neorrealismo italiano realizaría, junto a otros cineastas, El Mégano, en 1955, considerado por muchos como el antecedente del nuevo cine cubano.

Algo de mí consta de tres partes fundamentales tratadas con mucha sapiencia por parte del autor. En la primera, son abordados diferentes temas en lo relativo a la producción en el cine, el dibujo animado cubano, el Festival de Cine de La Habana, así como otros datos históricos interesantes. Por ejemplo, conocemos de la necesidad ineludible del país por establecer una institución que velara por la creación y distribución de una cinematografía nacional. El surgimiento del ICAIC en 1959 logró dar ese impulso decisivo y liberador, pues las cintas de Hollywood -muchas de baja calidad estética- obstruían esa libertad sagrada que representaba para los espectadores cubanos contar con una diversidad geográfica de filmes que fomentara en ellos un espíritu crítico. Otro texto presentado en la Quinta Mostra Internazionale del Nuovo Cinema de Pesaro, en Italia, nos ofrece la aguda visión de Julio al exponer que se debe abogar por la creación de un cine totalmente revolucionario, incluyendo de manera lógica el reconocimiento de los propios cineastas a asumir su militancia en tiempos de escepticismo y debilitamiento de la izquierda. Como bien dice este realizador, al artista no le basta con liberar su arte, también tiene necesidad de liberar su vida.

En la segunda parte, son mostradas dos conferencias hermosas e impactantes: la primera, denominada Mi relación con Bertolt Brecht, en la cual el realizador de Cuba baila expone su fuerte relación con el teatro, específicamente con la obra del dramaturgo alemán; y otra titulada Para que la vida imite al cine, al recibir el título de Doctor Honoris Causa en Arte, por la Universidad Concordia de Montreal, Canadá. En el caso del primer texto, Julio nos revela aspectos íntimos de su vida, como el hecho de haber sido puesto en prisión por escribir la adaptación de Juana de Lorena, dirigida por Vicente Revuelta e interpretada por su hermana, la grandísima actriz Raquel Revuelta. Cuenta, además, cómo fue obligado a entregar el negativo del corto El Mégano, ya que este puso en evidencia la miseria sufrida por los carboneros al sur de La Habana. En la segunda conferencia, Julio expresa la importancia fundamental del cine, en tanto pone en manos del público imágenes en movimiento, de etapas históricas o incluso de familiares, y da una sensación de perpetuidad. Como bien señala este creador: el cine desde su nacimiento significó una victoria sobre la muerte. Ese es su más importante mensaje. Tratemos de que, por una vez, la vida imite al cine.

El uso de los medios de comunicación por el capitalismo para consolidar de manera masiva su cultura y definir el mercado internacional a su conveniencia, la ausencia o escasez de una industria cinematográfica en países latinoamericanos, la existencia de un nuevo orden económico, que exige un nuevo orden cultural, para así tener una nueva concepción de la cultura, así como aspectos peliagudos como la censura y la crítica, la rentabilidad de la cultura, o el ambiente para la creación, son sólo algunos de los temas tratados en la tercera parte del libro, con una mirada desprejuiciada y actualizada del autor.

Prologado por el carismático Rufo Caballero, este material se convierte en una referencia imprescindible para los amantes del Séptimo Arte y de las disciplinas relacionadas con la comunicación, quienes se sentirán enriquecidos por los profundos conocimientos entregados por este intelectual, realizador de películas tan recordadas y queridas como El joven rebelde, Las aventuras de Juan Quinquín, Reina y Rey, La inútil muerte de mi socio Manolo, entre otras. La irreverencia e incomodidad de este cineasta con lo irracional e intrascendente en el ser humano, su eterna búsqueda de nuevos lenguajes, así como su indiscutible amor por el cine cubano, sólo nos remite a un pensamiento del poeta y pensador José Martí: “Quien tiene la capacidad de crear, no está obligado a obedecer”.




Descriptor(es)
1. GARCIA ESPINOSA, JULIO, 1926-2016

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