FICHA ANALÍTICA

Del viaje astral Kiarostami y Kawase hasta A media voz.
Carricarte Melgarez, Berta (1964 - )

Título: Del viaje astral Kiarostami y Kawase hasta A media voz.

Autor(es): Berta Carricarte Melgarez

Fuente: Revista Digital fnCl

Lugar de publicación: La Habana

Año: 6

Número: 7

Mes: Diciembre

Año de publicación: 2021

Yo paso de las celebrities. Para demostrar respeto y admiración por alguien no necesito ni decirle cuánto lo admiro, ni pedirle un autógrafo, ni hacerme una selfie con quien sea. A la única persona que he pedido un autógrafo en mi vida fue al genio del bebop Dizzie Gillespie, en un concierto ofrecido en el Cabaret Parisien del Hotel Nacional, durante el Festival Jazz Plaza de 1984.

Fui con mi novio, pero ni él ni yo teníamos un miserable pedazo de papel para que aquel monstruo de la trompeta estampara su firma. Rebuscando en mi cartera encontré la única superficie disponible: un pequeño calendario con la foto de Yasser Arafat estampada en el reverso o anverso, según la parte a la cual se le confiera más valor. Dizzi Gillespie miró aquel trozo de cartulina con aquella incongruente efigie, como si tuviera en las manos un acta de rendición, y garabateó su firma sobre ella. Yo había bebido, está claro. Hoy me da risa, pero al día siguiente, de regreso a la sobriedad me costó trabajo superarlo. En lo adelante, autógrafos, nunca más.

Debido a ese trauma tampoco me atreví a pedirle su rúbrica a Abbas Kiarostami el día que lo vi en la eictv y que tan cerquita de él estuve. A lo largo de sus muchos años de fundada la eictv ha invitado a numerosos profesionales a impartir clases, en su mayoría personalidades del arte y la cultura que, con su sola presencia prestigian cualquier programa académico en cualquier estrado universitario del mundo. He pasado muchas horas en la Mediateca, desde que el colega Luciano Castillo estaba a cargo, hasta la más reciente época en que un antiguo estudiante de Historia del arte, Daniel Céspedes Góngora, ha ocupado esa función. ¡Quién nos iba a decir que la eictv nos uniría no ya como profesora y alumno, sino como amigos y compañeros en el ejercicio de la crítica de cine! Pero, que gracias a la eictv tendría el privilegio de estar a medio paso de Abbas Kiarostami, escucharlo ofrecer una conferencia magistral y tener la oportunidad de dirigirme a él, con la humildad de un feligrés que se dirige a Dios en su templo; no, eso no lo hubiera imaginado nunca.

El maestro iraní estaba en la escuela, en enero de 2016, gracias a la mediación de la entidad organizadora Black Factory Cinema, para impartir el Taller: Filmando en Cuba con Abbas Kiarostami, que daba continuidad a un proyecto pedagógico a escala internacional, con jóvenes realizadores de países como España, Corea, Italia, Francia, Japón y Marruecos entre otros. A lo largo de diez días, el grupo debía desarrollar un proyecto de cortometraje, bajo las pautas de Kiarostami. También se había anunciado que el distinguido visitante celebraría un encuentro en la sala Glauber Rocha con un amplio sector vinculado al séptimo arte.

Paralelamente la Cinemateca de Cuba presentó una retrospectiva de su obra en el cine 23 y 12, y luego de la proyección de ¿Dónde está la casa de mi amigo?, su director departiría con el público. Ese momento es inolvidable para mí. No había muchas personas y se creó una mágica intimidad que me animó a hacerle un par de preguntas. Sus amplias respuestas me aportaron mucho a la investigación sobre dirección de arte, que desarrollaba por aquel entonces.

Años atrás, yo creí conocer a Kiarostami el día que vi por primera vez El sabor de la cereza. En realidad, en ese momento apenas iniciaba un camino que me introdujo en la cinematografía iraní y particularmente en la carrera de este incomparable artífice. En años posteriores, enamorada ya de su estilo y sus historias, logré ponerme al día con lo más relevante de su producción. A medida que indagaba en su biografía fui descubriendo sus distintas facetas: fotógrafo, artista gráfico, videocreador, poeta. Pero no fue hasta hace poco que supe de su vínculo con el director español Víctor Erice. 

Epistolario fílmico

A partir de la curaduría del crítico de cine francés Alain Bergala junto a Jordi Balló -director de exposiciones del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), se planificó en 2005 una muestra que contendría obras fotográficas, instalativas y audiovisuales del importante artista vizcaíno Víctor Erice y del admirado iraní.

El centro neural de esta confluencia sería una obra conjunta en la que ambos mostrarían el intercambio de correspondencia filmada; fragmentos de sus respectivas realidades -uno en Madrid y San Sebastián, otro en Teherán y el norte de Irán-, que completaría de manera orgánica el sentido de la exposición. Estas video-cartas se ensamblaron con una duración de entre cinco y diez minutos, en formato digital MiniDV. Dominadas por el fuerte latir de una autoconciencia reflexiva que se desplaza de lo artístico profesional a lo íntimo y lo filosófico, los interlocutores no intentan discernir entre ficción y no ficción, sino que preservan, sobre todo, la preeminencia de la imagen-poesía. Lo filmado, intercambiado e integrado en un cuerpo único luego se presentó en espacios museísticos en diferentes países.

La iniciativa tardó casi dos años en concretarse. Su base conceptual partía de las similitudes en los despliegues procesuales y las inquietudes temáticas de ambos creadores. En particular era notorio un sentimiento ético muy similar en los modos de conciliar realidad y ficción . Se desarrolló como work in progress, en tres fases, cuyo resultado fue el documental producido por el CCCB bajo el título Correspondencias (2005-2007), con una duración de 96 minutos, cuya “escritura” a dos manos, constituye una de las primeras colaboraciones en esta modalidad o subgénero cinematográfico.

La experiencia fue tan potente que derivó en la exposición Todas las cartas. Correspondencias fílmicas, a cargo de seis parejas que, además de Abbas Kiarostami y Víctor Erice, incluyó cinco duetos más: José Luis Guerín y Jonas Mekas, Isaki Lacuesta y Naomi Kawase, Fernando Eimbcke y So Yong Kim, Albert Serra y Lisandro Alonso y Wang Bing y Jaime Rosales.

Lo curiosos es que cinco de las personas involucradas en esa aventura video-postal, han tenido un vínculo con la eictv en algún momento de sus vidas. José Luis Guerín ha estado en San Antonio tres veces indistintamente como jurado en la presentación de exámenes de graduación, profesor y tutor de tesis. Isaki Lacuesta, presentó en 2015, su largometraje Los pasos dobles en la sala Glauber Rocha. Jaime Rosales es graduado del plantel en el que estudió durante tres años. Ya se dijo que Kiarostami nos visitó en enero de 2016, y en ese mismo año, en el mes de julio, Naomi Kawase también vendría a Cuba a impartir un taller teórico-práctico como complemento y clausura de la Maestría Cine Ensayo. De la misma manera que meses atrás el maestro iraní había presentado su filme e intercambiado con el público de la Cinemateca, Kawase replicaría la feliz iniciativa con su filme El bosque del luto.

La Kawase emprendedora

Además de dirigir, Kawase es fundadora y directora ejecutiva del Nara International Film Festival, certamen bienal desde 2010, a partir del cual desarrolla un trabajo como productora. Allí recibe y colabora con realizadores jóvenes emergentes de todo el mundo. Tal ha sido el caso de Carlos Machado Quintela, cineasta graduado de eictv, cuyos primeros largometrajes La piscina y La obra del siglo, impactaron favorablemente el universo audiovisual de la isla. Tributario inesperado de un premio en el Festival de Nara, Machado Quintela accedió a la oportunidad de rodar Los lobos del Este (2017). El rodaje aconteció en Higashiyoshino, una pequeña comunidad localizada en la prefectura de Nara, tierra natal de Naomi Kawase quien, por supuesto, fungió como principal productora.

A sus 53 años, Kawase es una figura prestigiosa a nivel internacional, y en cualquier selección de los diez filmes japoneses más importantes de los últimos 15 años, aparecerá una obra suya. Tiene dinámicas de trabajo y preocupaciones creativas muy similares a las de Kiarostami. Además de dirigir cine es escritora y fotógrafa. Su obra con frecuencia está pensada desde una perspectiva caleidoscópica donde la videocreación, lo ensayístico, lo ficcional y lo documental autobiográfico se fusionan y sincretizan.

Sus primeras creaciones estaban motivadas por sus propias vivencias. Abandonada de pequeña por sus progenitores había tenido una dura niñez. La búsqueda de su padre fue tema de uno de sus trabajos iniciales. Su carrera recibió un fuerte espaldarazo cuando en 2007 obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes con El bosque del luto. Por coincidencia al año siguiente Susana Barriga se graduaba de la eictv con The Illusion, una pieza autorreferencial, que gira en torno a la búsqueda y reencuentro con un padre que la perdió de vista cuando apenas era una niña, y cuya paranoia política amargó a la postre toda posibilidad de un mínimo entendimiento afectivo entre ellos. No habría que rasgar mucha tela para adivinar la coincidencia de intereses entre ambas realizadoras que, si bien poseen modos muy personales de encarar el discurso artístico, desde el punto de vista de su inspiración temática y de su filiación al cine de mujeres , pulsan la misma cuerda que llama a la subjetividad y la identidad privilegiada del sujeto femenino, así como al despliegue de conflictos en cuya intimidad no deja de estar suscrita su universalidad.

Lectura esotérica del epistolario fílmico

Mientras Susana Barriga defendía su impactante The Illusion, en 2008, Naomi Kawase conocía al cineasta español Isaki Lacuesta con quien entabla una relación epistolar de cartas filmadas como parte de la mencionada gestión del CCCB, y presentada en 2009 en el Festival de Locarno (Suiza), bajo el título In between days. Aunque en este caso el soporte elegido fue el digital, en lo que a Kawase concierne, repetía un procedimiento fílmico que la había vinculado a su compatriota Hirokazu Kore-eda en 1996, cuando el intercambio de películas-carta con él dio lugar a The World, en formato 8mm. La audaz nipona se había adelantado casi diez años a Kiarostami y Erice. Y trece años a A media voz (2019) de Patricia Pérez Fernández y Heidi Hassan, ambas graduadas de la eictv en 2002.

Como es fácil advertir, en una caprichosa pero perfecta ecuación fractal, los caminos esotéricos de la escuela de San Antonio ensartan en un rosario de coincidencias, a estos ilustres personajes que, de un modo u otro han alimentado ese espíritu formativo, aglutinador y cosmopolita surgido en sus aulas, en sus espacios múltiples de vocación ecuménica. La huella pedagógica y el espíritu de los que allí formaron o se formaron sigue morando en todos sus rincones.

Por lo demás, la huella de Kiarostami se me antoja ubicua. En un momento de alucinante sinceridad Jean Luc Godard expresó: «Le cinema commence avec D. W. Griffith et se termine avec Abbas Kiarostami». A la luz de reivindicaciones ineludibles pudiéramos enmendar esa apurada observación diciendo que entre los pioneros del cine dramático bien pudiera incluirse la obra de Alice Guy, a quien hay que considerar asimismo en los preliminares del cine de mujeres. En tanto Kiariostami ha sido una figura aportadora en términos de autenticidad fílmica; pero también es un eslabón de continuidad y apertura hacia una práctica cinematográfica de novedoso bregar: las cartas filmadas.

Esta variante del cine, en la cual ficción y no ficción suelen convivir en armónica dialogicidad, se sustenta en el despliegue de una espontaneidad creativa, una colaborativa intersubjetividad y el desbordamiento de la imagen-poesía como recurso expresivo. El éxito de la pieza final depende del escrupuloso montaje que permita un elocuente coloquio entre los materiales que aportan ambas partes. El ADN estilístico de cada autor, la carga existencial e íntima, así como la libertad presumible en el uso de las herramientas audiovisuales apoyadas por la docilidad del registro digital, convierte a la correspondencia filmada en una sólida y sorprendente vitrina de emociones traducidas al lenguaje videocreativo.

Correspondencia epistolar desde la diáspora

A partir de los antecedentes internacionales citados, A media voz se inscribe también en la más específica circunstancia de intercambio epistolar entre emigrantes. A pesar de sus condiciones particulares de producción (contiene rodajes en Cuba, España, Francia, Suiza) la cinta representa con sobrada potestad lo que la historia de la emigración ha constituido para la inmensa mayoría de los cubanos que por diversas causas un día partieron de su tierra, después de 1959. El dolor del no retorno, la agonía de la identidad extraviada, la pérdida como padecimiento crónico, y la ruptura como desarraigo y como evanescencia de un pasado etnocultural donde la raíz ya no alcanza a tocar fondo.

Resulta evidente que en esa modalidad poco explorada y de infinitas posibilidades discursivas, Kawase-Lacuesta y Kiarostami-Erice anteceden a Patricia y Heidi. Por lo que en un estudio intensivo y hermenéutico (no es este el caso) de A media voz, vale la pena utilizar como bitácora preliminar las obras de aquellos referentes, aunque tampoco han de faltar otros modelos anteriores dentro de la misma categoría; por ejemplo, Video Letter (Shuntaro Tanikawa y Shuji Terayama, 1983), identificada como la primera escritura video-epistolar a dos manos.

Por su carácter intimista y de fuerte autorreferencialidad expresiva, emocional y existencial, la correspondencia filmada es territorio fértil para el cine de mujeres. Un cine que hace de la introspección un recorrido hacia lo cotidiano trascendente, y que aborta toda tendencia hacia lo histórico-heroico, la épica nacionalista y la ideología de portañuela. La propensión a figurar como autor-protagonista y voz narrativa dominante, es también un atributo del intercambio de video-cartas, a todas luces compatible con el cine de mujeres. En tal caso unifica y concilia dos perspectivas en una sola teleología que Jonas Mekas denomina “Friends in cinema”. La amistad o el anhelo de recuperación de la amistad es, precisamente, uno de los núcleos proteicos de la cinta cubana.

Este largometraje también ha devenido provocación estilística. La correspondencia filmada entre cineastas, no solo rescata la práctica del cine directo, sino que además la eleva al rango de ensayo teórico. Las video-cartas de Heidi y Patricia a veces son pequeños tratados de antropología, psicología, economía, arte; a veces, reflexiones sobre política, maternidad, emigración, etnografía, etc.

Remitente y destinataria reversible

Sin temor a patinar en esta vertiginosa y provocadora síntesis, me atrevo a afirmar que, en A media voz, el sentimiento que sacude a las protagonistas es unívoco: parte de un conflicto de separación deliberada y forzosa a la vez. Una lejos de la otra; las dos, experimentando el exilio y la expatriación. En medio de circunstancias literalmente dramáticas, hay un punto en que sus identidades se funden. Por eso cabe afirmar que aquí se retoma la noción de Cine de autor (de autora), sin fisuras estilísticas ni conceptuales. Nótese que alternan su lugar detrás del lente y frente a él. Son al mismo tiempo autoras, actantes y personajes; narradoras y narratarias.

Esta suerte de conmutación entre observar y ser observada, nos conmina a reacomodar nuestras expectativas entre lo que simula ser ficción y lo que simula ser documental. No hay en todo el discurso que ellas desarrollan, un gesto, un subrayado, un código unidireccional que me obligue a ver la obra como un registro imaginado y fantasioso o, por el contrario, como un corolario de sucesos reales. Los muchos momentos de empatía que amotinaron mis emociones frente a la cinta, también son el resultado de una profunda inmersión en la diégesis, como habría ocurrido ante el más ortodoxo relato ficcional.

Tal hibridación genérica es el mayor riesgo y tal vez la mayor ganancia de A media voz, que no parece pretender jamás monopolizar ninguna verdad taxonómica. De ahí su estructura abierta con múltiples analepsis, dadora de un argumento que se ha organizado partiendo de los ritmos visuales que construye su imagen-poesía. Por ello, el montaje, que le permite el rebasamiento de la anécdota documental y del relato amañado que de costumbre nos impone la ficción, merece una de las mayores alabanzas. El sistema de escritura epistolar cinematográfica habilitado por Heidi y Patricia, se codea, desde su enriquecida semántica, con otros perfiles de las artes visuales como la videocreación y el performance. Crecimiento, nostalgia, pérdida, reencuentro, frustración, enojo, dolor no se agotan en la intensidad sentimental de un monólogo a dos voces, sino que apelan a la disrupción, la digresión y el extrañamiento.

Reescritura cinematográfica de la ciudad perdida

Uno de mis momentos favoritos en A media voz es aquel en el que se superponen fotos de una vetusta edificación habanera sobre la fachada de un edificio en Suiza. El plano se va poblando de rostros disímiles, que asoman ventana afuera en un genuino mural criollo, respaldado por comentarios, gritos, pregones; el típico ruido urbano de vecindario caldeado y pobre, en una reinterpretación intertextual de los paródicos retablos de Eduardo Abela (de la serie “Babel”, 2015) sin dejar de bordear con grácil desparpajo una alusión a ciertos planos de Suite Habana (Fernando Pérez, 2003).

Por último, la praxis de la video-correspondencia, le confiere al texto fílmico de las cubanas el rango de caméra stylo que preconizaba Astruc. Escritura flexible y sutil porque, según él: “la puesta en escena ya no es un medio de ilustrar o presentar una escena, sino una auténtica escritura.” Y es que en el cine de mujeres, trasparencia y opacidad de la mise en scène, no son necesariamente opuestos, sino consecuentes, de la misma manera que la noche sucede al día, cuyo advenimiento se vislumbra en el instante de máxima oscuridad.

Otro mérito indiscutible de A media voz, es que recrea fórmulas de producción no convencionales, sino “artesanales”, propias de la logística del digital, y de los imponderables de un cine que se gesta y germina gracias a la pujanza del patrocinio internacional, de la virtud de su independencia y voluntad creativa, así como del ascenso de las prácticas transnacionales en la producción de cine.

Posdata sibilina

Así como no puede explicarse la cinematografía cubana actual sin la debida exégesis de lo que de manera independiente -entiéndase fuera de toda industria autóctona oficial- creciente y virtuosa se genera dentro y fuera del país; tampoco podría explicarse la coincidencia vocacional en el camino de la correspondencia fílmica que ahora también transitan Heidi y Patricia, sin asumir como punteros los ejercicios de Kiarostami-Erice y de Kawase-Lacuesta. No hay cábala, tarot ni pitonisa capaces de ponerlo en duda: La médula inspirativa de todos ellos ha inhalado sus moléculas, filtrado su aura y habitado el cuerpo etérico de la eictv.