FICHA ANALÍTICA

Otras “madres corajes”
Padrón Nodarse, Frank (1958 - )

Título: Otras “madres corajes”

Autor(es): Frank Padrón Nodarse

Fuente: Revista Digital fnCl

Lugar de publicación: La Habana

Año: 6

Número: 7

Mes: Diciembre

Año de publicación: 2021

Entre las reivindicaciones que debemos a los estudios feministas y poscoloniales está la desdramatización de la maternidad, con su cúmulo tradicional de culpabilidades atenazadas por el pensamiento judeo-cristiano y las moralinas de las sociedades contemporáneas. Dos títulos, uno de Argentina y el otro desde la cada vez más atendible -en materia cinematográfica- Costa Rica, discursan desde miradas diferentes, aunque con no poco de coincidencia, en el tema.

El filme argentino Crímenes de familia, realizado en 2020 por Sebastián Schindel, que representara su país en los prestigiosos premios Ariel, de México, es, además, otra incursión de la poderosa cadena Netflix por el cine de la región. Alicia e Ignacio conforman un matrimonio de un barrio lujoso en Buenos Aires, junto a Gladys, su empleada doméstica, y el pequeño de esta a quien la señora quiere como propio. Sus vidas comienzan a alterarse cuando el hijo del matrimonio, Daniel, es acusado de violación e intento de homicidio a su ex esposa…

Al leer esta sinopsis de Crímenes de familia pudiera pensarse en un thriller al uso, pero el nuevo filme de Sebastián Schindel (El patrón, radiografía de un crimen), es mucho más: se trata de un intrincado drama judicial que mezcla dos casos aparentemente desligados (también la criada se ve implicada en un asesinato) y que al final, en un magistral golpe de efecto, veremos estrechamente fundidos.

Basado en hechos reales, el texto fílmico tiene , como verdadero tema, la maternidad, en dos visiones teñidas de condicionamientos clasistas, culturales y sociales, si bien salpica la corrupción de los grandes estudios de abogados y la parcialidad de la justica, (denuncia esta que resulta un tanto explícita y que no figura entre lo mejor del filme). Esto se localiza, primeramente en la inteligencia y agudeza de un guion (coescrito entre el director y Pablo del Teso) que se apoya en varias capas narrativas muy bien insertadas y desarrolladas, resueltas después en una eficaz puesta en pantalla donde sobresale el montaje de Sebastián Schjaer, rico en saltos temporales y analépticos que, si no estamos bien atentos, puede confundirnos o despistarnos, pero denotan un trabajo de relojería.

Por otra parte, hallamos una rica paleta conceptual que incluye violencia de género, consumo de drogas, embarazos no deseados, abismos de clases y el aludido emplazamiento a instituciones judiciales que dejan mucho que desear, pero sobre todo la sutil evolución de dos caracteres tan opuestos como la señora y la criada. Sobre todo en el caso de la primera, capaz de sobreponerse a sus arraigados sentimientos maternales en pro de una postura moral y cívica, donde algunos han visto puntos de contacto con la protagonista de Music box, el inolvidable personaje encarnado por Jesica Lange en aquel excelente filme.

El distanciamiento del punto de vista, ese no involucrarse directamente de los realizadores en el relato es otro mérito, que se calza con la aludida inteligencia del montaje, y otros rubros como la música de Sebastián Escofet, con esos solos de un intenso piano diseñando la turbia atmósfera respirada desde los planos iniciales. La fotografía, de Julián Apezteguia, entre umbrosa y falsamente brillante que define la estructura pendular de la trama, o la dirección de arte, sobre todo por esa expresiva decoración un tanto decadente de la regia casa protagónica muy a tono con las actitudes iniciales del matrimonio y en especial de Alicia.

Pero nada serían estas virtudes sin las maduras y convincentes actuaciones, ante todo de Cecilia Roth, en uno de los desempeños más brillantes de su carrera, junto a sus compañeros Miguel Angel Solá –otro veterano siempre en primera fila, visto recientemente El último traje-, Yanina Avila, extraordinaria en su criada, Sofía Gala y el resto del elenco.

Poco conocida, la producción de Costa Rica se ha destacado en festivales con títulos como Dos Fridas o Aurora o El despertar de las hormigas, esta última dirigida en 2019 por la debutante Antonella Sudasassi Furnis y nominada a los premios Goya.

Una película sobre el despertar a trabas femeninas en torno a la costurera Isa y su familia integrada por el marido y dos hijas preadolescentes. Quizá lo que llama la atención desde sus momentos iniciales es que la directora no “gesticula” ni emite grandes discursos feministas, aunque su cinta indudable lo es, sino que se expresa en “tono menor”, mediante detalles, pequeñas circunstancias domésticas que van armando un relato de peripecias casi nulas, pero que suman un ambiente de opresión y represión focalizado de modo sutil y progresivo por la cámara primeriza, pero no inexperta de Sudasassi.

Ello no evita, digamos, regodeos excesivos en determinadas circunstancias, o reiteraciones que, si bien deliberadas, terminan afectando un tanto el ritmo del filme. En otro sentido, claro está, que la sensorialidad perseguida por la puesta en pantalla, el minimalismo en el tratamiento del ambiente y el desarrollo de una “estética del detalle”, logran sensibilizar al espectador con el mundo de esa ama de casa que descubre la inercia y círculo vicioso de una vida atrapada en la costura, el peinado de las hijas, los requerimientos del marido empeñado en un hijo varón -símbolo de la perpetuidad patriarcal- y la impertinente intromisión de la suegra.

Insatisfecha sexualmente, anquilosada en lo social y lo familiar, atravesando necesidades económicas que no logran resolver su modesto empleo ni el de su marido, la protagonista decide tomar las riendas sobre su cuerpo, la maternidad y el núcleo doméstico, iniciando una pequeña revolución manifiesta en breves pero decisivos gestos de rebeldía, que terminan imponiéndose. Deudora del cine personal, narrativamente subvertido y con criterios de montaje totalmente heterodoxos que caracterizan la obra de la argentina Lucrecia Martell, Antonella se nos revela como una realizadora sutil, capaz de captar y trasmitir grandes ideas partiendo de un relato pequeño e intimista, dentro de lo cual las emblemáticas hormigas del título, y presentes en varios planos del filme, devienen elocuente símbolo.

Daniella Valenciano en el protagónico, se nos revela como una actriz de vida interior y potencial interpretativo, acompañada de un elenco que no demerita, sobre todo en el caso de las niñas que asumen los roles de sus hijas. Cinta discreta pero que invita a compartir imprescindibles propuestas sobre la mujer y su entorno, El despertar de las hormigas es también el del más reciente cine costarricense.