FICHA ANALÍTICA

Cien años de cine (Yves Laberg). Museum Internacional No 184 (Vol XLVI, n° 4, 1994)
Título: Cien años de cine (Yves Laberg). Museum Internacional No 184 (Vol XLVI, n° 4, 1994)

Fuente: Revista Digital fnCl

Lugar de publicación: La Habana

Año: 1

Número: 1

Mes: Noviembre

Año de publicación: 2009

Pero, pensándolo bien, ¿qué edad tienen las películas que podemos ver la mayor parte del tiempo? Las salas comerciales de cine, la televisión, el vendedor o el que alquila videos ofrecen mayoritariamente novedades y se someten a las modas efímeras creadas por la publicidad y la producción, exitosas porque todo el mundo habla de ellas y que son rentables a corto plazo. Por consiguiente, las películas que podemos ver son relativamente recientes, muy recientes incluso y, además, muchas obras valiosas no logran atravesar las fronteras o las épocas porque no se las difunde adecuadamente o porque no han envejecido bien.

Hoy en día, aun con la mejor voluntad del mundo, los cinéfilos que frecuentan las salas comerciales sólo tienen acceso a la punta de este extraordinario iceberg que es la historia del cine. Ver la película de éxito del momento es insuficiente para abrazar el universo del cine, verdadera ventana abierta a las culturas del mundo. Más de un centenar de países producen obras cinematográficas cada año, pero ¡de cuántos países podemos ver realmente sus películas? ¿Cómo tener acceso a las innumerables producciones de todos estos países? Asimismo, ¿dónde se pueden ver todavía en pantalla cinematográfica dibujos animados, películas de vanguardia, documentales o los clásicos de antaño? Ciertamente, todavía existen salas especializadas en lo que se denomina películas de arte y ensayo)) o ciclos de cines en las grandes ciudades y se permiten, a menudo con mucha pasión y coraje, presentar obras que han marcado época y no siempre por los beneficios que generaron o podrían generar hoy día. Aun así, sólo algunas grandes ciudades se pueden vanagloriar de dicho privilegio.


… la misión de las cinematecas consiste principalmente en conservar copias y negativos, así como difundir películas de todo tipo, evitando, en la medida de lo posible, emitir juicio alguno sobre el valor relativo de las obras que les son confiadas. Por consiguiente, habrá que pensarlo dos veces antes de eliminar un filme bajo el simple pretexto de que representa un valor menor en un momento dado. Finalmente, las cinematecas deben acoger a los investigadores que desean consultar sus archivos.


La tardía aparición de las primeras instituciones

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Muchas cinematecas poseen impresionantes colecciones de más de 10.000 títulos y algunas de ellas, como la Gosfilmofond de Moscú, cuentan con más de 50.000 películas, es decir, imucho más de lo que una persona podría ver en toda una vida! Es comprensible que esta riqueza sorprendente produzca vértigo, sobre todo si se la compara con la producción corriente, frecuentemente orientada a la diversión, a veces banal y raras veces genial. A pesar de la impresionante herencia legada por los grandes Cineastas desaparecidos, no es humanamente posible crear en algunos años tantos jalones como en un siglo de cine. Pero, por otra parte, si se
olvidan fácilmente las obras del pasado, se corre el riesgo de perder lo esencial, un poco como si las bibliotecas se desentendieran un día de los grandes clásicos de la literatura para sólo ofrecer a sus lectores novelas para entretenerse en el tren.

La película sigue siendo eterna y efímera, a veces inolvidable en nuestras memorias y, sin embargo, tan frágil como fabulosa. Incluso obras de los años 60 se han perdido para siempre. Además, si uno se pregunta por el porvenir del cine, al que se predecía sólo una existencia breve
a fines del último siglo, uno puede preguntarse igualmente si se han explotado todas las posibilidades que nos ofrece.

Además de constituir una forma diferenciada de expresión cultural y un fenómeno social importante, el cine puede también servir de medio privilegiado de educación. Por tanto, sería necesario reafirmar la necesidad de una verdadera educación cinematográfica, es decir, una iniciación al cine en sí mismo y no solamente una formación por medio del cine, como simple soporte auxiliar, a fin de hacer descubrir sus orígenes, su evolución, sus formas estéticas, su papel social y aprehender así toda la importancia de las especificidades que constituyen la fuerza de las diferentes cinematografías de cada cultura y de cada país. Cada pueblo tiene su propia forma de contarse y de percibir el mundo en sus obras fílmicas, y esta diversidad constituye, justamente, una de las riquezas del cine.


El papel pedagógico de los museos

Si este problema se acentúa, la misión de los museos del cine queda aún por cumplirse. Evidentemente, no podemos menos que regocijarnos de ver que su número aumenta, incluso hoy en día. Sin embargo, un buen número de ellos debe hacer frente a dificultades inherentes a los artefactos particulares que debe preservar, además de las otras preocupaciones propias de todos los museos. Así, ¿cómo se debería almacenar los decorados de un film? ¿Cómo conservar los miles de bobinas de películas de nitrato que corren el riesgo de explotar al menor choque, cuando se sabe que no existe otra copia? ¿Cómo hacer descubrir las obras de antaño a un nuevo público habituado a los estándares de la producción corriente?

Las respuestas se encuentran todos los días en el trabajo incansable y monumental de las cinematecas y los museos consagrados a la preservación de esta gigantesca memoria universal que representa el cine.


Cien años de cine
Yves Laberg
Museum Internacional
No 184 (Vol XLVI, n° 4, 1994)