FICHA ANALÍTICA
Otras páginas del diario de Mauricio
Pañellas Álvarez, Daybel
Título: Otras páginas del diario de Mauricio
Autor(es): Daybel Pañellas Álvarez
Fuente: Revista Cine Cubano On Line
Número: 3
Año de publicación: 2006
Otras páginas del diario de Mauricio
El actor Rolando Brito, intérprete de MauricioLa lectura de un diario es una sutil entrada a la intimidad de su autor y su época. Esta recorre una cadena de tramas, a veces con muy clara conexión; otras, con la simple e intensa lógica que la huella afectiva de cada evento ha marcado. Resulta una oportunidad para contrastar la cotidianidad de cada uno con la ajena, separarse de visiones acríticas, condicionadas por la fuerza de la costumbre. Esta otra visión moviliza lo que somos, hace emerger conflictos, reflexiones, ante los retos de la sociedad contemporánea.
Páginas del diario de Mauricio (2006), la película de Manuel Pérez, recién estrenada, me ha permitido internarme en esa lectura, no solo como espectadora anónima, sino también a partir de las reacciones de sus diversos públicos. Hace poco escuché a su director expresar que le gustaría saber la impresión que causa la película en los menores de 35 años. He querido responder a su invitación con estos comentarios, que solo pretenden expresar un punto de vista, y también son inseparables de mi condición de cubana, mujer y psicóloga.
Un filme político
La historia que narra el filme de Manuel Pérez, es la de un hombre que amanece la mañana de su cumpleaños 60 rememorando los últimos doce años de su vida, los que abarcan, desde la víspera de la caída del muro de Berlín, hasta ese día del año 2000, en que despierta ante la noticia de que el equipo Cuba de béisbol está perdiendo con el de los Estados Unidos. En otras palabras, se trata de un drama de decadencia personal en medio de la crisis del período especial.
Por hábito profesional, me dediqué a la búsqueda de información sobre la recepción de la película en una diversidad de medios y fuentes.(1) No satisfecha con lo que hallé en letra impresa, indagué en espacios informales que suelo frecuentar: pasillos de aulas universitarias, colas, paradas de guaguas, botellas, etcétera. Las respuestas que encontré fueron muy variadas: «es una buena película», «sí, me gustó», «hace tiempo no se hacía una película cubana seria, que no fuera cómica», «no está mal, pero muy política», «buena, pero un poco larga», «no tengo nada contra la película, pero el Mauricio ese me saca de quicio, lo de él es demasiado», «es la realidad, pero no me gustó», «linda, pero triste, demasiadas frustraciones», «buena, pero revuelve heridas», «representa la visión de una generación».
Cuando ahondé en la significación de estas frases, no importa la procedencia de cada quién, el motivador común de las valoraciones era la presencia de lo político en el drama del personaje principal. Entre la mayoría de los jóvenes de 1930 años, aparecía una especie de reacción alérgica al contacto con este tema, como si les fuera posible relacionarse con los personajes de la película, pero no tanto con la historia del conflicto social que los atraviesa. En muchos de los que promediaban 35-45, se manifestaba una suerte de deseo de evasión de una experiencia, ante la cual se sintieron desarmados e inseguros, y que hoy les genera otras incertidumbres. Estos últimos depositaban en Mauricio la responsabilidad de su estado actual y lo agredían con frecuencia: «Es un ‘‘cuadrao’’, no entiende la necesidad de cambiar», «Al final se queda solo». En el grupo de los mayores de 50, se expresaba una identificación con el personaje principal, matizada por su exaltación y el orgullo, refugio y explicación de la conducta propia: «Representa nuestra generación», «Es un tipo coherente, comprometido con su época», «Los cambios le dolieron», «Los cambios le tomaron por sorpresa, y le costaron caros», «A pesar de todo, confía». La implicación mostrada por cada una de las personas, así como la diversidad de sus posiciones y análisis, dan cuenta de la compleja y particular manera en que se entretejen el drama personal y el social, tanto en la ficción como en la vida real.
La trama del filme consigue articular de manera convincente cómo la caída del campo socialista desestructuró la cotidianidad de nosotros los cubanos, modificando drásticamente nuestras rutinas, hábitos, ritmos en los espacios familiares, organizacionales, comunitarios y sociales. Asimismo, ilustra cómo este hecho provocó cuestionamientos de todo lo que hasta el momento era tomado como obvio y natural, a la vez que demandó la búsqueda de nuevas alternativas para enfrentar las situaciones inéditas que se fueron presentando. Logra llevar a la pantalla cómo estas transformaciones económicas, políticas y sociales también se configuraron en las percepciones, representaciones, valores, ideales, conductas y necesidades de los grupos y de sus individuos particulares inmersos en la situación de cambio. La historia recorre así el llamado «período especial», dándole culminación con el retorno del niño Elián González, heterogeneizándolo, mostrando fina y hábilmente, los diversos eventos que lo constituyeron.
Los diálogos de la película relatan los temores e incertidumbres asociados a la caída del bloque socialista: «Dicen que aquello está en candela», «Eso se veía venir», «Yo no sabía nada», «Yo no pensé que llegaran a eso», «Yo tengo confianza en que la URSS salga adelante, estoy convencido de eso». También emerge la resistencia a pensar en las posibles debilidades de nuestro socialismo: «Estamos en Cuba y aquí son otros cinco pesos. No te enredes ni te dejes enredar», «La historia de Cuba es ahora la asignatura básica», «La historia de Cuba le da respuesta a esas dudas». Las imágenes del filme hacen la crónica habanera de los 90, con la llegada del camello, la reducción del combustible, los apagones, los sucesos de agosto de 1994, las marchas por Elián. En medio de este contexto, un militante revolucionario inclaudicable como Mauricio, ante la imperatividad diaria, se ve obligado a hacer «concesiones»: acepta que su mujer alquile un cuarto de la casa de sus abuelos a turistas extranjeros, así como la consecuente presencia de la jinetera, el alquiler de su propio carro, y los regalos que su hija le manda del extranjero.
Se cuestionan, asimismo, los estereotipos y modelos que se asumen como nocivos e incoherentes con un compromiso social. Lucía, una joven caracterizada por niveles de vida relativamente altos, con una buena casa y carro, mimada por su padre y madre, vestida a la moda, decide quedarse en Cuba, a pesar de que su padre se va del país.
Este relato del período especial reviste un significado importante, pues da acceso a sus matices, a su condición de proceso, a sus complejidades y contradicciones, particularmente para aquellos que no lo vivieron o lo han olvidado. Esta representación trasciende el ensimismamiento de concebirlo, como algo que tuvo lugar coyunturalmente, como mera consecuencia del quiebre de la relación con la URSS, para conectarlo con el estado objetivo y subjetivo de la Cuba que se fue transformando, con el nivel de vida de los cubanos y la manera en que se pensaba, la situación de los que estudiaban en los países del campo socialista, de los que empezaron a realizar negocios con Occidente, la colaboración con organismos internacionales en sectores como la salud, la crisis de la educación dogmática y acrítica de la filosofía marxista.
El motivo del deporte a lo largo del filme, añade contenido interpretativo y artístico a esta puesta en escena del período especial. No es casual que la trama comience y termine con un juego deportivo —el tope Cuba-EEUU en béisbol y el de volibol Cuba-Rusia. El deporte aparece como metáfora de aquello que el cubano es (o cree que es), su comportamiento, espíritu de competencia, voluntad, poca tolerancia al fracaso, triunfalismo, emotividad. Desde el deporte, estos rasgos revelan elementos que intervienen en la vivencia y enfrentamiento a la crisis.
Géneros, generaciones, migración
Larisa Vega en el personaje de ElenaLa historia personal de Mauricio transcurre siempre alrededor de alguna mujer o de todas paralelamente: su primera y segunda esposa (Elena y Mirta), su hija (Tatiana) y su hijastra (Lucía). Estas son los motores de su conducta, sus inductoras. Las caracteriza un carácter fuerte, la disposición a actuar, el criterio propio, la feminidad, la voluntad. A su vez, protagonizan diversos modos de relación con las adversidades y reproducen la dinámica real de las relaciones familiares en aquellos años donde fue, principalmente la mujer, quien modificó sus estilos de vida buscando nuevas formas de sobrevivencia.
Elena busca un cambio intentando irse a trabajar como médico en el extranjero. Mirta, alumna de Mauricio en el curso de educación política, declara en el aula, tomando posición respecto a la caída del muro de Berlín: «Yo no me voy a echar a llorar, solo que a veces se está más preparado para la muerte, que para enfrentar la vida». Pero también es capaz de hacerlo cuando encuentra que una manera de salir adelante es rentar habitaciones en la casa donde vive.
Tatiana decide quedarse en Rusia a la caída del socialismo, y termina en Suecia iniciando una nueva vida. Lucía se mantiene en Cuba, sigue con sus clases de música y finalmente va a impartir cursos en el extranjero.
Los roles tradicionales de madre y esposa son los que con mayor monto condicionador mediatizan la toma de decisiones y su efecto. Se presenta a la mujer como mediadora, intuitiva, acompañante, sensible y dueña de la vida familiar, que se debate entre el hogar y el mundo exterior, y que no logra desprenderse de esa dicotomía. En ella prima la condición de madre sobre la de mujer.
Por otra parte, la maternidad se presenta como un obstáculo y como un regalo. Tatiana sale embarazada en medio de sus estudios en Moscú, ante lo cual debe tomar una decisión importante; posteriormente, cuando se radica en Suecia, evoca a su hijo como alegría y centro de su vida. Lucía, luego de que su padre se va del país y muere su madre, decide tener un hijo. Este embarazo de Lucía forma parte de las últimas imágenes de la película, elemento simbólico que a mi juicio contrasta con la decadencia de Mauricio, y que representa el ciclo de cambio y transformación.(2)
También a partir de su relación con dos mujeres, Tatiana y Lucía, se enhebran dos temáticas controversiales: las relaciones intergeneracionales y la emigración.
En el primer caso, la habitual diferencia de opiniones se presenta no atendiendo a sus consecuencias o a la imposición de una parte sobre la otra, sino subrayando las razones de cada una; desde ahí vislumbramos el deseo de no quebrar el vínculo y la necesidad de los más jóvenes de ser escuchados, comprendidos y legitimados en su diferencia.
Se explicita que las decisiones incongruentes con las expectativas de los mayores no son una desviación ni una traición. Así, se cuestiona «la deuda de la fidelidad». Tatiana le dice a Mauricio: «Papi, tienes que confiar en mí», «Sigo siendo la misma que tú formaste, solo que veo las cosas de otra manera». Lucía le dice a Mirta: «Mami, coge el teléfono, por favor, pude irme o quedarme y decidí quedarme y punto. No trates de imponerme tu idea de la lealtad, yo no te he traicionado».
La necesidad de control y protección por parte de los adultos, ilustrada en expresiones como «yo no quisiera nunca que te fueras a equivocar», constituyen a su vez motivaciones de freno y generan temor a la pérdida de lo ya alcanzado o a lo nuevo no conocido. Son los llamados temor depresivo y paranoide, típicos de la resistencia al cambio. Esta resistencia no se muestra solo a nivel familiar, en las relaciones padre-hijo, sino se extienden al terreno laboral, encarnándolas en el fenómeno de la sucesión o lo que se suele llamar «movimiento de cuadros». Por ejemplo, cuando Guillermo, el amigo de Mauricio, es sustituido por un hombre más joven, expresa con lucidez: «Otro estilo, otra historia; es la nueva camada que se nos viene encima; le falta experiencia. Pero no jodas, está capacitado. Seguro que mejor que cualquiera de nosotros». El filme no se limita a la exposición del fenómeno, sino profundiza en los sentimientos asociados a él. Al referirse a las consecuencias del reemplazo generacional, Mauricio relata: «Me sentí relegado, aunque es cierto que puse de mi parte para hacerlo más difícil».
La diferencia generacional no se presenta como un conflicto antagónico, sino se soluciona desde la confianza, la aceptación mutua y la asunción del riesgo. Esa solución, sin ganadores y perdedores, sin culpas y arrepentimientos, y sin discursos moralizantes, no es usual en la pantalla, además de ser saludable y constructiva.
Ante juicios deterministas y excluyentes sobre la emigración, se presentan otros incluyentes y más complejos, tal vez hasta contradictorios, en terrenos en los que habitualmente se suelen simplificar las dinámicas reales. Un amigo de Tatiana, al explicarle a Mauricio las causas de la decisión de esta de no retornar de Moscú, afirma: «Tatiana no es una simuladora. Ella sacó sus cuentas y yo saqué las mías». El amigo Guillermo, comentando una afirmación de Mauricio sobre Cuba, le precisa: «Nosotros somos muchas cosas, desgraciadamente no todas las que queremos y proclamamos».
Aún cuando el tema de la emigración ha sido central en muchas películas cubanas, Páginas del diario de Mauricio se destaca por sus matices en el abordaje del asunto y la focalización en ambos lados —los que se van y los que se quedan. La decisión de Tatiana de no visitar Cuba «todavía» apunta al carácter de proceso de la decisión migratoria, no solamente como un acto de deseo y voluntad puntual. Es también un hecho consciente («yo decidí quedarme sola») y en el que se asume el costo de la ambivalencia de la meta. Esta actitud no rechaza lo que dejó atrás, aun cuando lo considere adverso o no lo comparta: «Sí, soy feliz. Nunca voy a ser rusa y mucho menos sueca, pero me siento bastante realizada en casi todo (…) Mi felicidad tiene una piedra en el zapato». Se reconoce el valor que se le puede otorgar al país de origen, a la educación y la formación en el devenir personal, ante cualquier decisión que se tome: «No quiero ser tan complaciente como lo es la gente allá. Me quedé marcada por ti, por todo aquello, por el tiempo de los intentos, la hora que nunca vi».
Desde el lado de Mauricio, se encuentra la evolución de un personaje que comienza juzgando negativamente la emigración, pero que con el paso del tiempo se permite comprenderla. Cuando finalmente se las arregla para encontrarse con su hija en México, no la cuestiona, ni le pide explicaciones, sino que dialoga. En este encuentro, no se presenta el típico final abierto del desgarramiento y la separación como fatalidad, sino la paz y el encuentro cuerpo a cuerpo, a través del baile.
Páginas del diario de Mauricio puede ser la historia de cualquier cubano, o la integración de muchas, como ha declarado su director. Estas se exponen con las alegrías, heridas y cicatrices de su protagonista, con una sensibilidad que, sin necesidad de acudir a excesos melodramáticos, conmueve profundamente. Tal extroversión no supone una catarsis, sino una mirada reflexiva, que significa la realidad sin reducirla o cerrarla. Esto asusta: pone en juego nuestro «equilibrio».
Finalmente, la historia de Mauricio invita a una meditación sobre la responsabilidad en las decisiones. En cualquiera de los temas tratados, y a pesar de las presiones del entorno, los personajes aparecen tomando decisiones y se hacen responsables de sus consecuencias. Estos no son presentados en el filme como «marionetas del destino» o «víctimas de la situación», sino sujetos que, si bien sometidos a una realidad histórica, son autores de su propia vida, capaces siempre de elegir el camino a seguir. Por eso la película no me deja el sabor del pesimismo o la tristeza. Páginas del diario de Mauricio me hace más bien evocar la famosa frase de Jean-Paul Sartre: «Somos lo que seamos capaces de hacer con lo que han hecho de nosotros».
NOTAS:
(1) La película resultó muy promovida en los distintos medios de comunicación. Se realizaron entrevistas a su director o se cubrió de manera general en diversos espacios televisivos de perfil cinematográfico, como De nuestra América, Arte 7, Sitio del Arte, Secuencia, Hurón Azul, el Noticiero Dominical. Se reseñó en los periódicos Granma y Juventud Rebelde, así como en las emisoras de radio CMBF, Radio Reloj, Radio Metropolitana, Taíno, Habana Radio y otros. Sin embargo, no contó con un seguimiento crítico o valorativo en estos mismos medios, ni por parte de los especialistas ni de televidentes y radioyentes. Hago uso también de la información arrojada por el sondeo de opinión sobre la película realizado por las especialistas del Centro de Información del ICAIC. Sondeo de Opinión. Páginas del diario de Mauricio. Coordinadora: Dra. Gladys Fernández Cabeza. Autora: Lic. Yaima Sánchez Castellanos. Colaboradoras: Lic. Carolina Arteaga Ravelo, Lic. Silvia Durán Molina, Auxiliares de investigación: Mirtha Pedroso, María de los A. Infante Pérez (31 de julio, 2006).
(2) No me parece casual, dada estas evidencias, que sean las jugadoras cubanas del equipo femenino de volibol las encargadas de dar alegría (y alivio) a Mauricio al final de las película, ganando un reñido partido contra las rusas.
Descriptor(es)
1. CINE CUBANO
2. PÁGINAS DEL DIARIO DE MAURICIO, 2006
3. PEREZ PAREDES, MANUEL, 1939-
Título: Otras páginas del diario de Mauricio
Autor(es): Daybel Pañellas Álvarez
Fuente: Revista Cine Cubano On Line
Número: 3
Año de publicación: 2006
Otras páginas del diario de Mauricio
El actor Rolando Brito, intérprete de MauricioLa lectura de un diario es una sutil entrada a la intimidad de su autor y su época. Esta recorre una cadena de tramas, a veces con muy clara conexión; otras, con la simple e intensa lógica que la huella afectiva de cada evento ha marcado. Resulta una oportunidad para contrastar la cotidianidad de cada uno con la ajena, separarse de visiones acríticas, condicionadas por la fuerza de la costumbre. Esta otra visión moviliza lo que somos, hace emerger conflictos, reflexiones, ante los retos de la sociedad contemporánea.
Páginas del diario de Mauricio (2006), la película de Manuel Pérez, recién estrenada, me ha permitido internarme en esa lectura, no solo como espectadora anónima, sino también a partir de las reacciones de sus diversos públicos. Hace poco escuché a su director expresar que le gustaría saber la impresión que causa la película en los menores de 35 años. He querido responder a su invitación con estos comentarios, que solo pretenden expresar un punto de vista, y también son inseparables de mi condición de cubana, mujer y psicóloga.
Un filme político
La historia que narra el filme de Manuel Pérez, es la de un hombre que amanece la mañana de su cumpleaños 60 rememorando los últimos doce años de su vida, los que abarcan, desde la víspera de la caída del muro de Berlín, hasta ese día del año 2000, en que despierta ante la noticia de que el equipo Cuba de béisbol está perdiendo con el de los Estados Unidos. En otras palabras, se trata de un drama de decadencia personal en medio de la crisis del período especial.
Por hábito profesional, me dediqué a la búsqueda de información sobre la recepción de la película en una diversidad de medios y fuentes.(1) No satisfecha con lo que hallé en letra impresa, indagué en espacios informales que suelo frecuentar: pasillos de aulas universitarias, colas, paradas de guaguas, botellas, etcétera. Las respuestas que encontré fueron muy variadas: «es una buena película», «sí, me gustó», «hace tiempo no se hacía una película cubana seria, que no fuera cómica», «no está mal, pero muy política», «buena, pero un poco larga», «no tengo nada contra la película, pero el Mauricio ese me saca de quicio, lo de él es demasiado», «es la realidad, pero no me gustó», «linda, pero triste, demasiadas frustraciones», «buena, pero revuelve heridas», «representa la visión de una generación».
Cuando ahondé en la significación de estas frases, no importa la procedencia de cada quién, el motivador común de las valoraciones era la presencia de lo político en el drama del personaje principal. Entre la mayoría de los jóvenes de 1930 años, aparecía una especie de reacción alérgica al contacto con este tema, como si les fuera posible relacionarse con los personajes de la película, pero no tanto con la historia del conflicto social que los atraviesa. En muchos de los que promediaban 35-45, se manifestaba una suerte de deseo de evasión de una experiencia, ante la cual se sintieron desarmados e inseguros, y que hoy les genera otras incertidumbres. Estos últimos depositaban en Mauricio la responsabilidad de su estado actual y lo agredían con frecuencia: «Es un ‘‘cuadrao’’, no entiende la necesidad de cambiar», «Al final se queda solo». En el grupo de los mayores de 50, se expresaba una identificación con el personaje principal, matizada por su exaltación y el orgullo, refugio y explicación de la conducta propia: «Representa nuestra generación», «Es un tipo coherente, comprometido con su época», «Los cambios le dolieron», «Los cambios le tomaron por sorpresa, y le costaron caros», «A pesar de todo, confía». La implicación mostrada por cada una de las personas, así como la diversidad de sus posiciones y análisis, dan cuenta de la compleja y particular manera en que se entretejen el drama personal y el social, tanto en la ficción como en la vida real.
La trama del filme consigue articular de manera convincente cómo la caída del campo socialista desestructuró la cotidianidad de nosotros los cubanos, modificando drásticamente nuestras rutinas, hábitos, ritmos en los espacios familiares, organizacionales, comunitarios y sociales. Asimismo, ilustra cómo este hecho provocó cuestionamientos de todo lo que hasta el momento era tomado como obvio y natural, a la vez que demandó la búsqueda de nuevas alternativas para enfrentar las situaciones inéditas que se fueron presentando. Logra llevar a la pantalla cómo estas transformaciones económicas, políticas y sociales también se configuraron en las percepciones, representaciones, valores, ideales, conductas y necesidades de los grupos y de sus individuos particulares inmersos en la situación de cambio. La historia recorre así el llamado «período especial», dándole culminación con el retorno del niño Elián González, heterogeneizándolo, mostrando fina y hábilmente, los diversos eventos que lo constituyeron.
Los diálogos de la película relatan los temores e incertidumbres asociados a la caída del bloque socialista: «Dicen que aquello está en candela», «Eso se veía venir», «Yo no sabía nada», «Yo no pensé que llegaran a eso», «Yo tengo confianza en que la URSS salga adelante, estoy convencido de eso». También emerge la resistencia a pensar en las posibles debilidades de nuestro socialismo: «Estamos en Cuba y aquí son otros cinco pesos. No te enredes ni te dejes enredar», «La historia de Cuba es ahora la asignatura básica», «La historia de Cuba le da respuesta a esas dudas». Las imágenes del filme hacen la crónica habanera de los 90, con la llegada del camello, la reducción del combustible, los apagones, los sucesos de agosto de 1994, las marchas por Elián. En medio de este contexto, un militante revolucionario inclaudicable como Mauricio, ante la imperatividad diaria, se ve obligado a hacer «concesiones»: acepta que su mujer alquile un cuarto de la casa de sus abuelos a turistas extranjeros, así como la consecuente presencia de la jinetera, el alquiler de su propio carro, y los regalos que su hija le manda del extranjero.
Se cuestionan, asimismo, los estereotipos y modelos que se asumen como nocivos e incoherentes con un compromiso social. Lucía, una joven caracterizada por niveles de vida relativamente altos, con una buena casa y carro, mimada por su padre y madre, vestida a la moda, decide quedarse en Cuba, a pesar de que su padre se va del país.
Este relato del período especial reviste un significado importante, pues da acceso a sus matices, a su condición de proceso, a sus complejidades y contradicciones, particularmente para aquellos que no lo vivieron o lo han olvidado. Esta representación trasciende el ensimismamiento de concebirlo, como algo que tuvo lugar coyunturalmente, como mera consecuencia del quiebre de la relación con la URSS, para conectarlo con el estado objetivo y subjetivo de la Cuba que se fue transformando, con el nivel de vida de los cubanos y la manera en que se pensaba, la situación de los que estudiaban en los países del campo socialista, de los que empezaron a realizar negocios con Occidente, la colaboración con organismos internacionales en sectores como la salud, la crisis de la educación dogmática y acrítica de la filosofía marxista.
El motivo del deporte a lo largo del filme, añade contenido interpretativo y artístico a esta puesta en escena del período especial. No es casual que la trama comience y termine con un juego deportivo —el tope Cuba-EEUU en béisbol y el de volibol Cuba-Rusia. El deporte aparece como metáfora de aquello que el cubano es (o cree que es), su comportamiento, espíritu de competencia, voluntad, poca tolerancia al fracaso, triunfalismo, emotividad. Desde el deporte, estos rasgos revelan elementos que intervienen en la vivencia y enfrentamiento a la crisis.
Géneros, generaciones, migración
Larisa Vega en el personaje de ElenaLa historia personal de Mauricio transcurre siempre alrededor de alguna mujer o de todas paralelamente: su primera y segunda esposa (Elena y Mirta), su hija (Tatiana) y su hijastra (Lucía). Estas son los motores de su conducta, sus inductoras. Las caracteriza un carácter fuerte, la disposición a actuar, el criterio propio, la feminidad, la voluntad. A su vez, protagonizan diversos modos de relación con las adversidades y reproducen la dinámica real de las relaciones familiares en aquellos años donde fue, principalmente la mujer, quien modificó sus estilos de vida buscando nuevas formas de sobrevivencia.
Elena busca un cambio intentando irse a trabajar como médico en el extranjero. Mirta, alumna de Mauricio en el curso de educación política, declara en el aula, tomando posición respecto a la caída del muro de Berlín: «Yo no me voy a echar a llorar, solo que a veces se está más preparado para la muerte, que para enfrentar la vida». Pero también es capaz de hacerlo cuando encuentra que una manera de salir adelante es rentar habitaciones en la casa donde vive.
Tatiana decide quedarse en Rusia a la caída del socialismo, y termina en Suecia iniciando una nueva vida. Lucía se mantiene en Cuba, sigue con sus clases de música y finalmente va a impartir cursos en el extranjero.
Los roles tradicionales de madre y esposa son los que con mayor monto condicionador mediatizan la toma de decisiones y su efecto. Se presenta a la mujer como mediadora, intuitiva, acompañante, sensible y dueña de la vida familiar, que se debate entre el hogar y el mundo exterior, y que no logra desprenderse de esa dicotomía. En ella prima la condición de madre sobre la de mujer.
Por otra parte, la maternidad se presenta como un obstáculo y como un regalo. Tatiana sale embarazada en medio de sus estudios en Moscú, ante lo cual debe tomar una decisión importante; posteriormente, cuando se radica en Suecia, evoca a su hijo como alegría y centro de su vida. Lucía, luego de que su padre se va del país y muere su madre, decide tener un hijo. Este embarazo de Lucía forma parte de las últimas imágenes de la película, elemento simbólico que a mi juicio contrasta con la decadencia de Mauricio, y que representa el ciclo de cambio y transformación.(2)
También a partir de su relación con dos mujeres, Tatiana y Lucía, se enhebran dos temáticas controversiales: las relaciones intergeneracionales y la emigración.
En el primer caso, la habitual diferencia de opiniones se presenta no atendiendo a sus consecuencias o a la imposición de una parte sobre la otra, sino subrayando las razones de cada una; desde ahí vislumbramos el deseo de no quebrar el vínculo y la necesidad de los más jóvenes de ser escuchados, comprendidos y legitimados en su diferencia.
Se explicita que las decisiones incongruentes con las expectativas de los mayores no son una desviación ni una traición. Así, se cuestiona «la deuda de la fidelidad». Tatiana le dice a Mauricio: «Papi, tienes que confiar en mí», «Sigo siendo la misma que tú formaste, solo que veo las cosas de otra manera». Lucía le dice a Mirta: «Mami, coge el teléfono, por favor, pude irme o quedarme y decidí quedarme y punto. No trates de imponerme tu idea de la lealtad, yo no te he traicionado».
La necesidad de control y protección por parte de los adultos, ilustrada en expresiones como «yo no quisiera nunca que te fueras a equivocar», constituyen a su vez motivaciones de freno y generan temor a la pérdida de lo ya alcanzado o a lo nuevo no conocido. Son los llamados temor depresivo y paranoide, típicos de la resistencia al cambio. Esta resistencia no se muestra solo a nivel familiar, en las relaciones padre-hijo, sino se extienden al terreno laboral, encarnándolas en el fenómeno de la sucesión o lo que se suele llamar «movimiento de cuadros». Por ejemplo, cuando Guillermo, el amigo de Mauricio, es sustituido por un hombre más joven, expresa con lucidez: «Otro estilo, otra historia; es la nueva camada que se nos viene encima; le falta experiencia. Pero no jodas, está capacitado. Seguro que mejor que cualquiera de nosotros». El filme no se limita a la exposición del fenómeno, sino profundiza en los sentimientos asociados a él. Al referirse a las consecuencias del reemplazo generacional, Mauricio relata: «Me sentí relegado, aunque es cierto que puse de mi parte para hacerlo más difícil».
La diferencia generacional no se presenta como un conflicto antagónico, sino se soluciona desde la confianza, la aceptación mutua y la asunción del riesgo. Esa solución, sin ganadores y perdedores, sin culpas y arrepentimientos, y sin discursos moralizantes, no es usual en la pantalla, además de ser saludable y constructiva.
Ante juicios deterministas y excluyentes sobre la emigración, se presentan otros incluyentes y más complejos, tal vez hasta contradictorios, en terrenos en los que habitualmente se suelen simplificar las dinámicas reales. Un amigo de Tatiana, al explicarle a Mauricio las causas de la decisión de esta de no retornar de Moscú, afirma: «Tatiana no es una simuladora. Ella sacó sus cuentas y yo saqué las mías». El amigo Guillermo, comentando una afirmación de Mauricio sobre Cuba, le precisa: «Nosotros somos muchas cosas, desgraciadamente no todas las que queremos y proclamamos».
Aún cuando el tema de la emigración ha sido central en muchas películas cubanas, Páginas del diario de Mauricio se destaca por sus matices en el abordaje del asunto y la focalización en ambos lados —los que se van y los que se quedan. La decisión de Tatiana de no visitar Cuba «todavía» apunta al carácter de proceso de la decisión migratoria, no solamente como un acto de deseo y voluntad puntual. Es también un hecho consciente («yo decidí quedarme sola») y en el que se asume el costo de la ambivalencia de la meta. Esta actitud no rechaza lo que dejó atrás, aun cuando lo considere adverso o no lo comparta: «Sí, soy feliz. Nunca voy a ser rusa y mucho menos sueca, pero me siento bastante realizada en casi todo (…) Mi felicidad tiene una piedra en el zapato». Se reconoce el valor que se le puede otorgar al país de origen, a la educación y la formación en el devenir personal, ante cualquier decisión que se tome: «No quiero ser tan complaciente como lo es la gente allá. Me quedé marcada por ti, por todo aquello, por el tiempo de los intentos, la hora que nunca vi».
Desde el lado de Mauricio, se encuentra la evolución de un personaje que comienza juzgando negativamente la emigración, pero que con el paso del tiempo se permite comprenderla. Cuando finalmente se las arregla para encontrarse con su hija en México, no la cuestiona, ni le pide explicaciones, sino que dialoga. En este encuentro, no se presenta el típico final abierto del desgarramiento y la separación como fatalidad, sino la paz y el encuentro cuerpo a cuerpo, a través del baile.
Páginas del diario de Mauricio puede ser la historia de cualquier cubano, o la integración de muchas, como ha declarado su director. Estas se exponen con las alegrías, heridas y cicatrices de su protagonista, con una sensibilidad que, sin necesidad de acudir a excesos melodramáticos, conmueve profundamente. Tal extroversión no supone una catarsis, sino una mirada reflexiva, que significa la realidad sin reducirla o cerrarla. Esto asusta: pone en juego nuestro «equilibrio».
Finalmente, la historia de Mauricio invita a una meditación sobre la responsabilidad en las decisiones. En cualquiera de los temas tratados, y a pesar de las presiones del entorno, los personajes aparecen tomando decisiones y se hacen responsables de sus consecuencias. Estos no son presentados en el filme como «marionetas del destino» o «víctimas de la situación», sino sujetos que, si bien sometidos a una realidad histórica, son autores de su propia vida, capaces siempre de elegir el camino a seguir. Por eso la película no me deja el sabor del pesimismo o la tristeza. Páginas del diario de Mauricio me hace más bien evocar la famosa frase de Jean-Paul Sartre: «Somos lo que seamos capaces de hacer con lo que han hecho de nosotros».
NOTAS:
(1) La película resultó muy promovida en los distintos medios de comunicación. Se realizaron entrevistas a su director o se cubrió de manera general en diversos espacios televisivos de perfil cinematográfico, como De nuestra América, Arte 7, Sitio del Arte, Secuencia, Hurón Azul, el Noticiero Dominical. Se reseñó en los periódicos Granma y Juventud Rebelde, así como en las emisoras de radio CMBF, Radio Reloj, Radio Metropolitana, Taíno, Habana Radio y otros. Sin embargo, no contó con un seguimiento crítico o valorativo en estos mismos medios, ni por parte de los especialistas ni de televidentes y radioyentes. Hago uso también de la información arrojada por el sondeo de opinión sobre la película realizado por las especialistas del Centro de Información del ICAIC. Sondeo de Opinión. Páginas del diario de Mauricio. Coordinadora: Dra. Gladys Fernández Cabeza. Autora: Lic. Yaima Sánchez Castellanos. Colaboradoras: Lic. Carolina Arteaga Ravelo, Lic. Silvia Durán Molina, Auxiliares de investigación: Mirtha Pedroso, María de los A. Infante Pérez (31 de julio, 2006).
(2) No me parece casual, dada estas evidencias, que sean las jugadoras cubanas del equipo femenino de volibol las encargadas de dar alegría (y alivio) a Mauricio al final de las película, ganando un reñido partido contra las rusas.
Descriptor(es)
1. CINE CUBANO
2. PÁGINAS DEL DIARIO DE MAURICIO, 2006
3. PEREZ PAREDES, MANUEL, 1939-