FICHA ANALÍTICA
Seducciones del cómplice (los rumores del cine Postmoderno)
Padrón Nodarse, Frank (1958 - )
Título: Seducciones del cómplice (los rumores del cine Postmoderno)
Autor(es): Frank Padrón Nodarse
Fuente: Revista Cine Cubano On Line
Número: 2
Año de publicación: 2005
Uno de los fenómenos socio-culturales más apasionantes y a la vez difíciles de atrapar, de aprehender en la sutileza de sus coordenadas es el Postmoderno.
Y en el cine, esta escritura adquiere matices y connotaciones muy peculiares, como todo lo que pasa por el tamiz de la tela blanca, y he aquí que el Postmoderno: período histórico, actitud estética, alternativa social o todo a la vez, son complicaciones y complejidades las cuales se antojan más agudas, más contradictorias, al menos para esos espectadores que aman la sencillez, y a los que el Postmoderno parece llegar a complicarles la existencia.
Rufo Caballero ha querido hacerles menos engorroso el camino mediante su libro Sedición en la pasarela (cómo narra el cine Postmoderno)(1) que antes fuera su tesis de doctorado en Ciencias sobre el Cine; el prestigioso crítico y ensayista, a quien debemos libros ya imprescindibles en el análisis fílmico, tales Rumores del cómplice, o en el pensamiento latinoamericano (como América clásica), nos entrega aquí sus consideraciones acerca del polémico asunto, como siempre, escoltadas por la seriedad y la sapiencia que le caracterizan.
Desde las iniciales «Ciertas prevenciones de rigor», el autor sirve la mesa: con qué instrumentos metodológicos trabajará, de qué armas se servirá para diseccionar, despiezar, tan enmarañados nexos: con los conceptos más certeros de «lo diegético» (que parten de Platón y se completan, se complementan y perfeccionan en Aumont y Bordwell), el ensayista despliega su mapa, expone su nomenclatura, acerca su terminología que no es caprichosamente complicada ni llena de galimatías, sino que responde al más estricto rigor científico, que no excluye, como nunca en su prosa, el divino auxilio de la metáfora, y más allá, de la poesía toda. Es así que en el entramado del libro, su división en capítulos, responde a esos juegos fictivos, tan deudores de la mejor literatura en ese campo, al propio cine, a que Rufo nos tiene (bien) acostumbrados.
Y es de este modo que vamos desbrozando el hilo de Ariadna que nos permite llegar al Minotauro del conocimiento, a la almendra del Post-moderno cinematográfico, solo que la joven aquí, en una reducción del nombre mítico, se llama Ana, porque responde al personaje de La aventura, de Antonioni, elocuente guía para introducirse (nos) en varios ítems de abundante complejidad, no por ello, al contrario, menos apasionantes. En este capítulo se analiza el cine post-moderno en tanto relato audiovisual, y títulos emblemáticos de la Nouvelle Vague, el Mary Shelley’s Frankestein, algunas obras del cine norteamericano contemporáneo y fragmentos de una extensa entrevista con Peter Greenaway que publicara el autor en el año 2000, son algunos de los casos que ayudan a la reflexión.
En el acápite siguiente, «De las voces y el protagonismo» se acentuará el análisis narratológico en torno a la escritura fílmica; consideraciones en torno al sujet, el punto de vista, el narratario y distintos códigos narrativos en relación con el montaje y otros aspectos de la puesta, enfatizando además en más de un detalle que supera las concepciones «modernas», lo informan; los ejemplos aquí son más abundantes, y (no precisamente por ello) se siente más denso, más agudo el examen de lo sometido a estudio; es un capítulo que nos permite calar mucho más hondo en ciertas peculiaridades de la post-modernidad dentro del cine, para lo cual el autor se vale además de explícitas notas que amplían los horizontes de sus asertos y consideraciones.
No queda a la saga «El architexto Postmoderno en el cine», donde se insiste en la obra artística, concretamente fílmica como texto cultural, partiendo, entre otros, de Jameson y Benjamin; la pertinencia, o mejor aún, necesidad de considerar elementos aparentemente ajenos o insignificantes en el filme, como partes esenciales, o por lo menos enriquecedoras de este, se deja claro aquí: el criterio barthesiano del palimpsesto, de la madeja textual, referativa e interconectada, se propone mediante nuevo despliegue de ejemplos donde afloran profundos conocimientos, muy bien aplicados, de la teoría no solo literaria o cinematográfica, sino cultural; muy útiles resultan, a propósito, las nuevas aproximaciones o aclaraciones en torno a términos prestos a confusión, tales pastiche, collage, parodia, estereotipo.
En «El otro imanta mi sed», Rufo vuelve a un tema que le es caro, y donde ha aportado no poco, también en sus conocidas y respetadas incursiones por las artes plásticas: la alteridad, su relación con los procesos identitarios, el buceo por ciertas lateralidades en lo social y su diferente tratamiento en el cine, donde acaso lo más interesante y útil sea el desenmascaramiento que emprende el autor de ciertos falsos paradigmas en su abordaje (digamos, la espúrea reivindicación de lo gay en la cinta Filadelfia, en el fondo variante de la tradicional homofobia) u otros acercamientos medulares (la legitimación/marginación de la otredad mediante Taxi Driver, Edward II; el travestí como figura retórica, sujeto, recurso dramático; la relación entre Neobarroco y Postmoderno...).
Por último, «Ana vive en la próxima puerta» cierra felizmente el ciclo y el desmontaje: como si fuera poco lo asistido en las páginas precedentes, el autor considera necesario un redondeo aún más vertical sobre su defensa del Post-modernismo, contra los dogmáticos e intolerantes que han llevado sus limitaciones a extremos, o han visto solo defectos y manquedades: «Hoy sabemos ?afirma? que el Postmodernismo arroja un legado cultural cuya envergadura rebasa, en mucho, las máscaras (...). Nos hizo falta, todavía nos está resolviendo decenas de problemas. Para las mal tenidas y queridas por «periferias», la post-modernidad ha sido el texto abierto que, aún vigilado por toda suerte de folklorismos y espejismos de legitimación, espera, desea al otro. El desborde ha sido dual, múltiple.»(2).
Por último, como aplicando muchos de estos conceptos y tesis a dos casos concretos, se insertan en «Adyacentes», sendas críticas, hermosas y profundas, a un par de filmes que desde su propio título anuncian su vocación de plenitud existencial: el italiano La vida es bella y el cubano La vida es silbar.
Sedición en la pasarela se suma a la respetable literatura que en los últimos años se viene haciendo en torno al cine, y donde su autor, Rufo Caballero, ostenta un indiscutible protagonismo. Acaso en el orden de las exquisiteces pudiera señalarse que el paratexto de las valoraciones, en las páginas iniciales, resulta excesivo, cuando el esclarecedor prólogo de Julio García-Espinosa resulta más que suficiente; que algún ejemplo, ya en pleno corpus, se hubiera deseado más profundo, sobre otro, en exceso desarrollado.
Pero no hay dudas: se trata de un libro de cabecera (y de cabeza) para todos los amantes del cine. Un tipo de texto donde, se sabe, la alteración de un morfema resultaría fatal para la recepción; el diseño de Julio A. Mompeller, destacando en las fotos de carátula y algunas interiores ese gusto por el fragmento y la amalgama que es tanto, y también el Postmoderno, así lo confirman.
Descriptor(es)
1. LENGUAJE AUDIOVISUAL
2. NARRATIVA AUDIOVISUAL
3. POSTMODERNISMO
4. TEORÍA DEL CINE
Título: Seducciones del cómplice (los rumores del cine Postmoderno)
Autor(es): Frank Padrón Nodarse
Fuente: Revista Cine Cubano On Line
Número: 2
Año de publicación: 2005
Uno de los fenómenos socio-culturales más apasionantes y a la vez difíciles de atrapar, de aprehender en la sutileza de sus coordenadas es el Postmoderno.
Y en el cine, esta escritura adquiere matices y connotaciones muy peculiares, como todo lo que pasa por el tamiz de la tela blanca, y he aquí que el Postmoderno: período histórico, actitud estética, alternativa social o todo a la vez, son complicaciones y complejidades las cuales se antojan más agudas, más contradictorias, al menos para esos espectadores que aman la sencillez, y a los que el Postmoderno parece llegar a complicarles la existencia.
Rufo Caballero ha querido hacerles menos engorroso el camino mediante su libro Sedición en la pasarela (cómo narra el cine Postmoderno)(1) que antes fuera su tesis de doctorado en Ciencias sobre el Cine; el prestigioso crítico y ensayista, a quien debemos libros ya imprescindibles en el análisis fílmico, tales Rumores del cómplice, o en el pensamiento latinoamericano (como América clásica), nos entrega aquí sus consideraciones acerca del polémico asunto, como siempre, escoltadas por la seriedad y la sapiencia que le caracterizan.
Desde las iniciales «Ciertas prevenciones de rigor», el autor sirve la mesa: con qué instrumentos metodológicos trabajará, de qué armas se servirá para diseccionar, despiezar, tan enmarañados nexos: con los conceptos más certeros de «lo diegético» (que parten de Platón y se completan, se complementan y perfeccionan en Aumont y Bordwell), el ensayista despliega su mapa, expone su nomenclatura, acerca su terminología que no es caprichosamente complicada ni llena de galimatías, sino que responde al más estricto rigor científico, que no excluye, como nunca en su prosa, el divino auxilio de la metáfora, y más allá, de la poesía toda. Es así que en el entramado del libro, su división en capítulos, responde a esos juegos fictivos, tan deudores de la mejor literatura en ese campo, al propio cine, a que Rufo nos tiene (bien) acostumbrados.
Y es de este modo que vamos desbrozando el hilo de Ariadna que nos permite llegar al Minotauro del conocimiento, a la almendra del Post-moderno cinematográfico, solo que la joven aquí, en una reducción del nombre mítico, se llama Ana, porque responde al personaje de La aventura, de Antonioni, elocuente guía para introducirse (nos) en varios ítems de abundante complejidad, no por ello, al contrario, menos apasionantes. En este capítulo se analiza el cine post-moderno en tanto relato audiovisual, y títulos emblemáticos de la Nouvelle Vague, el Mary Shelley’s Frankestein, algunas obras del cine norteamericano contemporáneo y fragmentos de una extensa entrevista con Peter Greenaway que publicara el autor en el año 2000, son algunos de los casos que ayudan a la reflexión.
En el acápite siguiente, «De las voces y el protagonismo» se acentuará el análisis narratológico en torno a la escritura fílmica; consideraciones en torno al sujet, el punto de vista, el narratario y distintos códigos narrativos en relación con el montaje y otros aspectos de la puesta, enfatizando además en más de un detalle que supera las concepciones «modernas», lo informan; los ejemplos aquí son más abundantes, y (no precisamente por ello) se siente más denso, más agudo el examen de lo sometido a estudio; es un capítulo que nos permite calar mucho más hondo en ciertas peculiaridades de la post-modernidad dentro del cine, para lo cual el autor se vale además de explícitas notas que amplían los horizontes de sus asertos y consideraciones.
No queda a la saga «El architexto Postmoderno en el cine», donde se insiste en la obra artística, concretamente fílmica como texto cultural, partiendo, entre otros, de Jameson y Benjamin; la pertinencia, o mejor aún, necesidad de considerar elementos aparentemente ajenos o insignificantes en el filme, como partes esenciales, o por lo menos enriquecedoras de este, se deja claro aquí: el criterio barthesiano del palimpsesto, de la madeja textual, referativa e interconectada, se propone mediante nuevo despliegue de ejemplos donde afloran profundos conocimientos, muy bien aplicados, de la teoría no solo literaria o cinematográfica, sino cultural; muy útiles resultan, a propósito, las nuevas aproximaciones o aclaraciones en torno a términos prestos a confusión, tales pastiche, collage, parodia, estereotipo.
En «El otro imanta mi sed», Rufo vuelve a un tema que le es caro, y donde ha aportado no poco, también en sus conocidas y respetadas incursiones por las artes plásticas: la alteridad, su relación con los procesos identitarios, el buceo por ciertas lateralidades en lo social y su diferente tratamiento en el cine, donde acaso lo más interesante y útil sea el desenmascaramiento que emprende el autor de ciertos falsos paradigmas en su abordaje (digamos, la espúrea reivindicación de lo gay en la cinta Filadelfia, en el fondo variante de la tradicional homofobia) u otros acercamientos medulares (la legitimación/marginación de la otredad mediante Taxi Driver, Edward II; el travestí como figura retórica, sujeto, recurso dramático; la relación entre Neobarroco y Postmoderno...).
Por último, «Ana vive en la próxima puerta» cierra felizmente el ciclo y el desmontaje: como si fuera poco lo asistido en las páginas precedentes, el autor considera necesario un redondeo aún más vertical sobre su defensa del Post-modernismo, contra los dogmáticos e intolerantes que han llevado sus limitaciones a extremos, o han visto solo defectos y manquedades: «Hoy sabemos ?afirma? que el Postmodernismo arroja un legado cultural cuya envergadura rebasa, en mucho, las máscaras (...). Nos hizo falta, todavía nos está resolviendo decenas de problemas. Para las mal tenidas y queridas por «periferias», la post-modernidad ha sido el texto abierto que, aún vigilado por toda suerte de folklorismos y espejismos de legitimación, espera, desea al otro. El desborde ha sido dual, múltiple.»(2).
Por último, como aplicando muchos de estos conceptos y tesis a dos casos concretos, se insertan en «Adyacentes», sendas críticas, hermosas y profundas, a un par de filmes que desde su propio título anuncian su vocación de plenitud existencial: el italiano La vida es bella y el cubano La vida es silbar.
Sedición en la pasarela se suma a la respetable literatura que en los últimos años se viene haciendo en torno al cine, y donde su autor, Rufo Caballero, ostenta un indiscutible protagonismo. Acaso en el orden de las exquisiteces pudiera señalarse que el paratexto de las valoraciones, en las páginas iniciales, resulta excesivo, cuando el esclarecedor prólogo de Julio García-Espinosa resulta más que suficiente; que algún ejemplo, ya en pleno corpus, se hubiera deseado más profundo, sobre otro, en exceso desarrollado.
Pero no hay dudas: se trata de un libro de cabecera (y de cabeza) para todos los amantes del cine. Un tipo de texto donde, se sabe, la alteración de un morfema resultaría fatal para la recepción; el diseño de Julio A. Mompeller, destacando en las fotos de carátula y algunas interiores ese gusto por el fragmento y la amalgama que es tanto, y también el Postmoderno, así lo confirman.
Descriptor(es)
1. LENGUAJE AUDIOVISUAL
2. NARRATIVA AUDIOVISUAL
3. POSTMODERNISMO
4. TEORÍA DEL CINE