FICHA ANALÍTICA

No es lo mismo vivir del cine que vivir por él Entrevista a Esteban García Insausti
Ferrera Vaillant, Juan Ramón

Título: No es lo mismo vivir del cine que vivir por él Entrevista a Esteban García Insausti

Autor(es): Juan Ramón Ferrera Vaillant

Fuente: Revista Cine Cubano On Line

Número: 3

Año de publicación: 2006

Tres veces dos demuestra el talento de tres jóvenes, de estilos diferentes, pero unidos en su pasión por filmar: Pavel Giroud con Flash; Lester Hamlet con Lila y Esteban García Insausti con Luz roja. Confieso, que esta última, fue la que más profundas huellas dejó en el entrevistador al insistir en los conflictos del ser humano y tratar con certeza el tema de la soledad.

El argumento aborda a dos personajes, un médico y una ciega, que suplen su falta de sexo con ensoñaciones sexuales.

Mi fascinación por Luz roja —con guión escrito por Esteban García Insausti y Xenia Rivery, graduada en esa especialidad en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños— me llevó a contactar con Esteban García Insausti, principal artífice de uno de los documentales más relevantes del cine cubano contemporáneo: Las manos y el ángel. Conversar con esta promesa del cine nacional es un buen pretexto para revelar más de su vida y obra artísticas.

¿Dónde naciste?

Nací en La Habana, un 24 de noviembre de 1971, en el entonces Sagrado Corazón; me crié y crecí en el reparto Kohly, municipio Playa. Allí viví hasta los 19 años… según un diario que llevaba mi madre, desde que nací, hasta poco más del año. Creo que vi el mundo sobre la 1:15 de la tarde del día que antes te mencioné. Dicen que era un bebé tranquilo y de buen dormir, hasta que crecí otro poco y descubrí lo divertido que era joder a los demás…

¿Cómo transcurrió tu infancia? ¿Cuáles son las vivencias que perduran de esa época?

Mi infancia trascurrió tranquila y resuelta, pues me educaron tres mujeres (mi madre, abuela y bisabuela) que a pesar de poseer formaciones y culturas diferentes, supieron regalarme la coherencia en la formación que requería. Cuando llegué al mundo, mi madre solo tenía 17 años de edad, mi abuela para entonces solo treinta, de manera tal que toda la energía era poca para entregarle al recién nacido.


Háblame sobre tus inicios en el arte.

Recuerdo con tamaña gratitud que a los siete años ya conocía todos los museos de la ciudad, coleccionaba sellos, y de muy pequeño solía visionar todos los fines de semanas mi propia colección de películas en un proyector ruso de diapositivas. Puedo rememorar perfectamente el ritual de la oscuridad en mi habitación, la sábana blanca en la pared, donde mi madre solía leerme los simpáticos subtítulos de los filmes, pues apenas tendría 3 o 4 años y poco entendía de letras. También dibujaba mucho, escuchaba música, solía bailar con mis tres princesas, a mi abuela le fascinaban los boleros, a mi bisabuela los pasodobles y las jotas, a mi madre la música inglesa o cubana, es una excelente bailarina, también lo fue mi padre. Todos creían que sería pintor y sobre los cinco años me hicieron una audición para estudiar música que aprobé sin dificultad; ya a esa edad tocaba la percusión menor en la banda de la escuela…

Al año estaba haciendo teatro en un pequeño grupo, debo confesar que lo acepté para evadir las aburridas tardes del seminternado. Mi familia supo alimentar la vocación por todo lo que mi espiritualidad de infante requería.

A la par de la música, mi abuela me obsequió una cámara fotográfica; este objeto me proporcionó la capacidad casi obsesiva de captar el movimiento, y es algo que creo fue definitivo, en mi posterior gusto por el cine. A pesar de esto sentía que la música no llenaba del todo mis necesidades de expresión… cuando componía siempre recuerdo imaginar colores, tonos e imágenes. De muchas maneras, hoy agradezco a la vida esa formación musical que tanto le ha aportado al cine que intento hacer, así como a los tremendos maestros que tuve en aquel entonces, un verdadero privilegio que me entrenó en la disciplina del crear. Por solo mencionarte algunos nombres, tuve el honor de ser alumno de músicos de la talla de Carlos del Puerto, Demetrio Muñiz, Mario Luis Pino, Changuito…

¿Recuerdas cuál fue la primera película que viste?

Mi infancia estuvo muy marcada por el cine negro, que es lo que más recuerdo de aquellas primeras impresiones causadas por el celuloide. Mi madre solía llevarme al cine todos los domingos. Aún recuerdo como la primera vez El halcón maltés, El ciudadano Kane, o El acorazado Potemkin…

¿Cómo y cuándo te empezaste a interesar por el cine?

Comencé mi carrera profesional a los 19 años como guionista. Acababa de culminar un primer postgrado sobre estructuración de guiones para cine, radio y televisión, bajo la tutela de la licenciada Hortensia Domínguez, entonces asesora de la redacción de orientación social de la televisión cubana y profesora de dramaturgia de la escuela de cine de San Antonio de los Baños. Ella insistió en que escribiera un dramatizado de media hora para su programa, y así lo hice, fue aprobado y puesto en pantalla… era una historia sobre la frustración de una madre y cómo corrompe a su hija en función de sus intereses… Había comprendido de manera definitiva que la música no llenaba todas las necesidades de expresión que requería.

¿Qué recuerdos guardas de tus estudios en la Facultad de los Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte? ¿Qué experiencias acumulaste de tu etapa estudiantil?

Poco después de haber estudiado en disímiles postgrados, talleres, cursos, decidí ingresar al Instituto Superior de Arte (ISA) en la especialidad de Dirección. Recuerdo a profesores como: Gustavo Pita y Céspedes, Magali Espinosa, Mario Masvidal y Jorge Fuentes, entre tantos otros que tuvieron que ver con mi formación. Es una facultad desprovista de recursos necesarios para impartir una especialidad tan compleja, pero admiro la entrega y la devoción, así como el sentido de responsabilidad de los que allí, contra toda dificultad, imparten sus asignaturas. Hoy, sin lugar a dudas, te confieso que dicha Facultad ensanchó muchísimo mis horizontes, no solo profesionales sino también espirituales, allí dejé un fragmento de mi vida, así como grandes amigos.

¿A quién o quiénes debes tu formación posterior como creador?

Desde que terminara mi primer cortometraje (Más de lo mismo), tuve la tremenda suerte de contar con la atención primero, luego con la amistad y la cofradía de cineastas como Juan Carlos Cremata, Fernando Pérez o Jorge Luis Sánchez. Artistas y seres humanos de increíble talla que me ayudaron a comprender el ICAIC y en buena medida la historia, desde adentro, del cine cubano, maestros de la vida y del arte a los que les debo mucho.

¿Qué te aportó el Taller de Creación y Experimentación que, impartido por el escritor Senel Paz, recibiste junto a otros directores y guionistas jóvenes?

Me aportó, en primer lugar, el conocimiento de una generación con inquietudes parecidas y una misma vocación: la de hacer Cine a cualquier precio. Admiro la tolerancia así como la sabiduría de Senel, es alguien con un humor exquisito. Como exquisitas son sus recomendaciones, plenas de oficio y conocimientos del medio. A él y su confianza le agradezco haber participado en el proyecto Tres veces dos.

¿Crees que es necesario incursionar primero en el documental para estar preparado a enfrentar la ficción? Entre documental y ficción, ¿cuál es para ti la diferencia? ¿Qué prefieres: el documental o la ficción?

No creo en el mito del entrenamiento documental antes de asumir la ficción, son géneros diferentes con formas y lenguajes disímiles, así como maneras de producción casi antinómicas. El documental por su nobleza, necesidad de investigación y rapidez de rodaje, te puede permitir experimentar, entrenar la mirada y adentrarte en el medio; no obstante, existen excelentes documentalistas a los que jamás les fue bien en la ficción, así como todo lo contrario. Son pocos los casos donde se han podido conciliar ambos géneros.

En mi caso, sigo viendo como experimentos formales, más o menos interesantes, tendencias como el docudrama que es el ejemplo más connotado en cuanto a mezcla de estilos para ambos géneros. Es precisamente en la ficción donde mejor se avienen mis intereses como creador, donde más puedo experimentar la tan necesaria libertad que requiere el arte.

¿La aparición de nuevos directores de ficción en el cine cubano significa en tu criterio el nacimiento de una generación?

Siempre hubo y habrá nuevas generaciones de artistas esperando una oportunidad, solo necesitas abrir la puerta y allí estarán, unos con nuevos criterios y conceptos, nuevas formas de asumir el discurso artístico, con otras necesidades y compromisos. Otros, en cambio, serán erráticos, anquilosados de oportunas posturas, comenzarán engañando y engañándose a sí mismos; hacedores de imágenes y artesanos, algo que siempre habrá como en toda generación humana, desde el inicio de los tiempos. No creo que la juventud sea la cura, prefiero seguir creyendo en el talento.

¿Cuál es la formación de tu promoción, cuáles sus motivaciones y cuáles sus rasgos distintivos?

Lo que más valoro en mi generación es la necesidad de expresarse por sobre toda dificultad, una promoción que no ha sido precisamente formada por la industria y que se impuso con su obra como estandarte, eso es lo que básicamente nos diferencia de las anteriores; pero preferiría hablar sobre lo que nos une y no sobre lo que nos separa.

El cine cubano es uno solo, lo haga la generación que lo haga, aún cuando sea lamentable que las generaciones anteriores sean mayoría y no estén haciendo precisamente el cine más interesante…, y a pesar de cualquier pesar, pienso precisamente que al margen de cualquier diferencia conceptual nos inspira la misma vocación, hacer cine y hacerlo en Cuba.

¿Qué hay de nuevo en la promoción más reciente en cuanto a innovaciones formales y temáticas?

Sobre mi generación creo que es temprano aún para hablar de movimientos, tendencias o paradigmas estéticos, no obstante, existe una especie de lenguaje común en alguna que otra propuesta, una vocación que en mi caso particular siento como un devenir formal, continuidad incluso desde la negación, de ese primer cine cubano que es la tendencia con la que más me identifico, aunque como mero hecho artístico, sin nostalgias pretéritas. La vida, siempre más compleja y sabia, dirá.

¿Qué provoca en ti el acto de creación?

Para mí, la vida diaria, respirar, amar, aprender, tolerar, en fin, vivir con toda la connotación y la responsabilidad que requiere la propia vida y con un espacio siempre abierto para el otro; es tanto, o lo mismo que crear, todo me inspira lo bueno y lo malo, lo genial y lo mediocre, absolutamente todo es materia de inspiración en mí.

¿Qué filmes cubanos han suscitado en ti una emoción más viva? ¿Cuáles películas y cineastas son tus preferidos en el ámbito universal?

De nuestro cine nacional y su historia, sigo obstinadamente revisitando filmes como Memorias del subdesarrollo, De cierta manera, La última cena, Madagascar, Nosotros, la música, Suite Habana… sobre el cine universal existen más de una tendencia o movimiento que suelo redescubrir a ratos, de manera que un diapasón bien amplio, apenas numerable en estas líneas, me permitiría abarcarlo. Desde Eisenstein, Jean-Luc Godard y Antonioni hasta Paul Tho-mas Anderson, Christopher Nolan, Wim Wenders o Michael Haneke… el cine es un alimento que no termina de aliviar mi enfermiza adicción por él, una sed constante por el mismo, me motiva cada día a descubrir nuevas obras, cineastas o tendencias.

¿Cuáles son las dificultades y los problemas que enfrentan los jóvenes cineastas cubanos?

Un joven cineasta cubano se enfrenta a las mismas diatribas, dificultades, incomprensiones, así como razones de carácter económico, miopías conscientes e ignorancias, de la misma manera que en cualquier parte del mundo. Es difícil lograr una obra que avale tu criterio ante los demás desde la periferia. No te queda otra alternativa que tu propia pasión, como sabes, no es lo mismo vivir del cine que vivir por él.

¿Qué opinión te merece el cine cubano que se ha hecho en estos primeros años del siglo XXI? A tu juicio, ¿cuál es la situación actual del cine cubano?

Nuestro cine se devanea entre el mal y necesario mundo de las coproducciones y alguno que otro intento escaso de riesgo y osadía (Madagascar, La vida es silbar, Nada, Suite Habana, El Benny), no obstante, existe una voluntad por recuperar el rigor y la pasión de algunas épocas, no podemos vivir al margen de la realidad económica que nos circunda como nación. Estamos hablando de una industria quebrada y del tercer mundo, cuya simple existencia sigue resultando un milagro; de algunas buenas voluntades dependerá el futuro.

¿Cuántas películas has realizado?

Hasta la fecha he colaborado como director de la segunda unidad del largometraje de ficción Nada, de Juan Carlos Cremata, escribí y dirigí mi primer cortometraje de ficción Más de lo mismo (trabajo de Tesis), los documentales Las manos y el ángel, La sed de mirar, Existen, además del tercer cuento del largometraje de ficción Tres veces dos. He realizado dirección de fotografía y arte en otros trabajos de ficción.

Pretendo con mis obras, por encima de todo, compartir mis dudas con el receptor sobre la existencia misma. El hombre es el ente de la naturaleza que por contradicción manifiesta inteligencia a la vez que un perpetuo caos, intentar descubrir esa incoherencia que anima a la humanidad, es mi mayor motivación, desentrañar la realidad y devolverla recreada, es mi mayor obsesión.

¿Cómo te acercaste a la figura de Emiliano Salvador en Las manos y el ángel?

Emiliano Salvador es una figura de vanguardia, cuya memoria requería de justicia desde hacía mucho. Salvador fue de esos hombres con demasiado talento para la época en que le tocó vivir. Como ya sabes, provengo de la música y esta fue la mejor manera que encontré para canalizar esa deuda: primero con el artista, luego con el ser humano y por último con el cubano que fue.

Nunca imaginé que un material hecho con tan escasos recursos, y del que nunca estuve completamente satisfecho llegara a la gente, así como a los medios de difusión, con una recepción tal. Siempre me quedó la tremenda frustración de que la vida no me permitiese haber filmado a Salvador como merecía.

¿Cuál es el tema de tu cortometraje Más de lo mismo?

Es una historia de amor difícil y compleja. Pretendí demostrar el mundo de las demarcaciones humanas. Es una historia justificada, de manera cultural, en la sabia milenaria del oráculo de Ifá.

¿Cómo surgió la idea de filmar Tres veces dos?

Tres veces dos nace de la Primera Muestra de Nuevos Realizadores que organizara el ICAIC en el año 2000, como parte de una estrategia para rejuvenecer la nómina de dicha institución, a la vez que un espacio donde todos pudiéramos reconocernos, y por qué no, en buena medida descubrirnos. De aquella primera decantación surgió el taller de Senel Paz, del que ya te hablé.

Debo confesarte que fue un proyecto sin cohesión alguna. Cada cual filmó su historia como quiso y una vez terminadas las tres fue que nos reunimos por primera vez. Este es un ejemplo atípico del poder del arte, pues lo que no unió la vida lo integró el cine.

Tanto Fernando Pérez como Senel Paz fueron gestores, así como tutores del proyecto, de manera general, entre otros cineastas. A Fernando, por ejemplo, le debemos el orden actual de la película, así como haberse brindado para presentar la premier oficial del filme.

¿Cómo fue recibida Tres veces dos en los diferentes Festivales en que ha participado?

Tres veces dos ha tenido la inmensa dicha de ser recibida con grandes expectativas en importantes festivales en el mundo entero, hasta hoy. Uno de los saldos más favorables de crítica y públicos internacionales es el de hallar una nueva forma de hacer cine cubano que te agradecen a cada minuto. Recién comienza la vida comercial de la película. Habrá que ver si correrá con la misma suerte.

Ha sido galardonada con premios tan importantes como el Zenith a la mejor opera prima en el Festival de Montreal, Canadá, compitiendo con 110 filmes de todo el mundo. También el premio a la mejor película extranjera en el Festival ICARO de Guatemala, así como varios premios colaterales en el recién finalizado Festival de Cine de La Habana.

La opinión de la crítica cubana y extranjera con respecto al filme no ha podido ser más favorable y respetuosa, incluso para nuestra propia sorpresa; por supuesto, hablo de manera general, siempre hay alguno que otro caso aislado de incongruencia y mala fe… pero solo eso.

Como tratamiento dramático, ¿en qué género se sitúa el corto de ficción Luz roja?

Se inscribe dentro de lo que se pudiera llamar un drama psicológico que pretende sondear la zona más oscura de la incomunicación y la soledad.

Cuando Xenia Rivery y yo dimos por terminado el guión, inmediatamente elaboramos el guión técnico tal y como luego se rodó. Teníamos muy poco espacio para la improvisación, de modo que estaba muy claro lo que se iba a filmar y cómo.

Alexis Díaz de Villegas y Zulema Clares son actores que conocía muy bien de su labor en el teatro, gente con mucho talento con las que hacía mucho tiempo quería trabajar y no fue difícil seleccionarlos.

Esta fue una historia filmada en solo seis días, pues no alcanzaba el dinero para más. Llegamos a hacer setenta planos diarios, lo que fue una desgastadora experiencia suscitada por el poco dinero. Recuerdo con mucho placer el día que rodamos el dichoso tranque en la calle Reina, en la secuencia de la tormenta. Cuando dimos el corte final casi todo el equipo se echó a llorar, fueron muchas las emociones de una tarde tan tensa. Ese día supimos que tendríamos definitivamente una película.

¿Estás satisfecho con el trabajo del equipo técnico?

Fue un verdadero hallazgo la accidentada inclusión de un fotógrafo como Alejandro Pérez que llegó al rodaje con solo una semana de antelación. A la hora de estar discutiendo sobre la película parecía que nos conocíamos de toda una vida. Otro tanto sucedió con el productor Luis Lago, así como Nanette García, directora de arte. Meritorio el trabajo de la experimentada asistente de dirección, Tania Ceballos, jóvenes todos de mi generación, con la mejor de las motivaciones, hacer cine a lo que de lugar.

Desde el punto de vista de la actualización del tema, ¿en qué elementos haces hincapié? Y en cuanto a premisas, superobjetivo, punto de vista… ¿qué es lo que quieres que el público se lleve de tu corto de ficción?

Desearía que el receptor de la historia se percatase de que el amor de la vida pudiera estar a solo dos metros de distancia, aunque la ceguera que implica la soledad y el egoísmo no les permita descubrirlo.

¿Existe algún tema en especial que te gustaría tratar en tus historias? ¿Cuál será tu próximo filme?

Sueño con hacer uno titulado Cuatro hechizos, sobre la soledad vista desde el que se va de Cuba y ha perdido a todos sus amigos. Estoy en fase de investigación para una película biográfica sobre la pintora cubano-norteamericana Ana Mendieta, y doy los toques finales a un guión que tiene como título provisional Club de Jazz que narrará la historia de tres músicos del género en épocas diferentes. Una historia vista desde la agonía de la creación y el dolor de tres vidas tan complejas como el propio jazz. El hechizo del arte contra sí mismo a pesar del talento.

¿Cuál es la cualidad del ser humano que más admiras?

La transparencia, la coherencia y la honestidad, son las cualidades que más admiro.

Descriptor(es)
1. CINE CUBANO
2. GARCÍA INSAUSTI, ESTEBAN, 1971-