FICHA ANALÍTICA

LUZ QUE SE HACE A CONTRALUZ: PARA UNA HISTORIA DEL CINE CUBANO.
Ramos Ruiz, Alberto (1957 - )

Título: LUZ QUE SE HACE A CONTRALUZ: PARA UNA HISTORIA DEL CINE CUBANO.

Autor(es): Alberto Ramos Ruiz

Fuente: Revista Cine Cubano On Line

Número: 4

Mes: Octubre - Diciembre

Año de publicación: 2006

LUZ QUE SE HACE A CONTRALUZ: PARA UNA HISTORIA DEL CINE CUBANO.

Gabriel Veyre llegó con el cinematógrafo a Cuba en las postrimerías del siglo XIX. Acabamos, como quien dice, de atravesar el umbral del tercer milenio y, sin embargo, una historia exhaustiva y rigurosa del cine cubano aún espera por ver la luz entre nosotros. El esfuerzo más notable en este sentido —The Cuban Image— está firmado por un extranjero, el profesor inglés Michael Chanan, y por demás, se circunscribe al cine revolucionario. Otros textos de mayor alcance en lo temporal: Cine Cubano, de María Caridad Cumaná y Walfredo Piñera, y Le Cinéma Cubain, al cuidado de Paulo Antonio Paranaguá, son también ediciones auspiciadas por instituciones foráneas (la Oficina Católica Internacional de Cine y el Centro Georges Pompidou, respectivamente) que modestamente se proponen introducir de forma general el tema.

Mientras llega la edición corregida y aumentada de la Cronología del Cine Cubano de Arturo Agramonte (1966), que nos anuncia el investigador y crítico Luciano Castillo, y se avizora la próxima salida del Diccionario de Cine Iberoamericano, auspiciado por la Sociedad General de Autores y Editores de España, ambicioso proyecto que promete arrojar mucha luz sobre la genealogía del cine insular, la serie Coordenadas del Cine Cubano, de la Cinemateca de Cuba, mantiene vivo el interés por los estudios en esta área, anticipando, de alguna manera, esa visión más total a la que aspiramos.

En esa línea, está también A contraluz, del propio Luciano Castillo, una de las voces más autorizadas y productivas en nuestro medio (a quien se debe, entre otros, el ensayo Carpentier en el reino de la imagen, de reciente publicación), amén de un buen número de valiosas contribuciones en Coordenadas… y la revista Cine Cubano —de la cual es redactor jefe—, entre otras. A contraluz, que hubiera merecido una presentación editorial más esmerada, reúne cinco textos donde se da cuenta, en primer término, de una sana capacidad para aproximarse a las complejas circunstancias de nuestra producción audiovisual con mirada atenta y desprejuiciada.

El primer capítulo, titulado El cine cubano más allá de la fresa y el chocolate, pasa balance al cine cubano de la Revolución. Aun cuando se atiene, sin mayores riesgos, a la clásica periodización que haría crisis en los polémicos noventa, el intento de enmarcar la experiencia de 45 años de cine revolucionario en el ámbito latinoamericano, desde donde constantemente afloran toda suerte de resonancias, le imparte un extra que no deja de ser interesante, mucho más cuando viene servido por esa proverbial habilidad de su autor para descubrir las más inesperadas correspondencias entre autores, estéticas y acontecimientos, que han habitado el tiempo y espacio cinematográficos latinoamericanos.

Le sigue Tomás Gutiérrez Alea: dialéctica del documentalista, miniensayo dedicado a la impronta del documental en la obra de Alea, los modos en que se hace presente en sus películas, una peculiar praxis de la no-ficción. Teniendo como premisa al documentalista puro de Esta tierra nuestra, Asamblea general y El arte del tabaco, el estudio se centra en Memorias del subdesarrollo, título al que se vuelve más de una vez, y sirve además de pórtico al texto. En Memorias…, la dialéctica entre el relato y su contrapunto documental, de lo cual la última secuencia constituye un ejemplo antológico, es asumida con una creatividad que inspiraría trabajos posteriores (y redondearía toda una poética dentro del nuevo cine cubano, a tono con su programa fundacional), a la vez que deviene sustrato mismo del discurso, y una de las claves de su asombrosa vigencia. Si por otra parte, la argumentación no peca de árida, es porque viene provista de un buen número de ejemplos que ilustran la variedad de soluciones formales manejadas por Alea, donde es posible rastrear una intención de documentar la realidad cubana que el protagonista, atrincherado en su visión nihilista y condescendiente, cuestiona e interroga.

Lo mejor del libro, no obstante, está en las tres entrevistas que completan la entrega. Un fotógrafo (Livio Delgado), un director (Fernando Pérez) y un editor (Nelson Rodríguez), significativamente tres pilares básicos del quehacer fílmico (algo así como el antes, el durante y el después), ofrecen su «versión» en una suerte de discurso paralelo al de la historiografía oficial (tan susceptible a generalizaciones engañosas y olvidos negligentes), iluminando y enjuiciando los acontecimientos, desde su propia vivencia, en un ejercicio de lucidez, humildad y sabiduría que rebasa el tecnicismo estrecho del oficio, donde por lo general tiende a confinárseles. Es ese dato, más allá de la anécdota, en apariencia disgresivo o banal, pero que con tanta frecuencia pone en solfa ciertas verdades inconmovibles, lo que Castillo privilegia con verdadera maestría, a sabiendas de que en esa «pequeña historia» sedimenta la verdad de lo acontecido, traspuesto, y a ratos mistificado, por la otra Historia.

 Las de Livio Delgado y Nelson Rodríguez, podrían calificarse de entrevistas «curriculares», verdadero repaso de su vida profesional que, volviendo a lo dicho antes, regresan desde una visión más íntima, ajena a los lugares comunes, a la trayectoria de un ICAIC del cual son fundadores. Con Livio Delgado, no solo se trata de su conocida relación profesional con Humberto Solás, de descubrir en detalle cuánto debe la visualidad de Cecilia o El siglo de las luces, por poner solo dos ejemplos, a la pericia del fotógrafo, sino también de un acto de justicia a figuras tan grandes como (por razones diversas, pero igualmente inexcusables), en algún momento olvidadas por el cine cubano: Nicolás Guillén Landrián y Bernabé Hernández.

Oírlo evocar a Guillén Landrián, con una emoción que se sobrepone a la fría mediación de la palabra impresa, le confiere un peso adicional, una certeza inédita e incontestable a nuestra percepción de un director genial y maldito, y lo que su manera de enfrentar el documental legó a nuestro cine, con intuición casi sobrehumana, en piezas como Retornar a Baracoa y Ociel del Toa. Lo propio para el caso de Bernabé Hernández, autor de una de las obras más insólitas, audaces e irrepetibles del cine cubano: Sobre Luis Gómez; y todo ello sin olvidar un breve, pero entrañable tributo a la dulzura y nobleza de Oscar Valdés, el hombre tras los Vaqueros del Cauto. Nelson Rodríguez es un conversador nato, cuyas revelaciones acerca de su maestro, el olvidado Mario González, o la gestación de secuencias, desde siempre antológicas, como el final de Memorias…, o su larga colaboración con Humberto Solás, ofrecen una visión más matizada y, probablemente cercana, a la realidad en que transcurrió buena parte del cine cubano (de la cual fue un protagonista de primera fila), que aquella sustentada por las declaraciones de sus directores y las subsecuentes derivaciones de la crítica y la academia, que usualmente subsumen la figura del «técnico» dentro de una oscura nómina de colaboradores, sin otra voz que la del director. Por último, Fernando Pérez medita en una suerte de entrevista-como-monólogo interior, sobre su opus magnum Suite Habana, en uno de los documentos de primera mano más reveladores y completos de que pueda disponer el estudioso acerca de esta película, que conmocionó, hasta los cimientos, la atmósfera de rutina y adocenamiento típica del paisaje audiovisual cubano de comienzos de esta década.

Más que agradecerle al autor, habría que pensar en lo que pueden representar A contraluz (y proyectos similares, como el libro que prepara María Eulalia Douglas sobre el vestuario), vistos desde una hipotética continuidad. Porque es ese tipo de empeños el que va construyendo, paso a paso, y sin que a veces reparemos en su trascendencia, esa historia del cine cubano que nos empeñamos en soñar.



Descriptor(es)
1. CINE CUBANO
2. CINE LATINOAMERICANO
3. LITERATURA
4. LITERATURA Y CINE
5. PERIODISMO CINEMATOGRAFICO
6. TEORÍA DEL CINE

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