FICHA ANALÍTICA

El trabajo del crítico
Hernández, Rafael (1948 - )

Título: El trabajo del crítico

Autor(es): Rafael Hernández

Fuente: Revista Cine Cubano On Line

Número: 13

Año de publicación: 2009

Lágrimas en la lluvia, de Rufo Caballero, es una recopilación de 50 críticas de cine publicadas en revistas cubanas (sobre todo La Gaceta y Revolución y Cultura, así como Cine cubano y El Caimán Barbudo, entre otras) en los últimos veinte años. En sus 368 páginas, reúne cuatro secciones, organizadas en orden temático, que abordan las relaciones entre literatura y cine, los problemas de la interpretación de este, la cinematografía cubana y, finalmente, lo que el autor llama «¿Crítica dura?»
Este título –coeditado por Ediciones ICAIC y Letras Cubanas en 2008– forma parte de la bibliografía activa de un autor que, todavía joven, ya tiene en su haber una serie impresionante de libros, ensayos y reconocimientos académicos. Graduado como historiador del arte, no es, sin embargo, al terreno de la historia al que le ha dedicado su mayor trabajo como investigador, sino al de la indagación analítica y a la renovación teórica de la interpretación de las artes y los medios audiovisuales. Considero sobresaliente su contribución al estudio crítico de la obra cinematográfica y su significado, básicamente en cuatro direcciones.
La primera es el esfuerzo por alcanzar un enfoque transdisciplinario, colocado a la altura del desarrollo actual del pensamiento científico social en el mundo, en particular, de los avances en el campo de la teoría de la complejidad, el análisis cualitativo, la exploración múltiple del hecho artístico en interacción con la subjetividad social, y la puesta en obra de técnicas de análisis provenientes de diversos campos del conocimiento (v. gr., el psicoanálisis).
La segunda es la reivindicación del fenómeno artístico como forma específica de conocimiento de una realidad profunda, que además de trasponerse en términos simbólicos, articula un espacio sustantivo autorreferencial de significado, más allá de las circunstancias inmediatas y también de los estilos en boga.
La tercera es que sus tres libros sobre cine combinan la interpretación (hermenéutica) de la obra cinematográfica, la orientación referencial, e incluso, didáctica (sistematización y mapeo del conocimiento), y la divulgación especializada, en el buen sentido de ambos términos.
Y la cuarta, conseguir una perspectiva comparatista, mediante una muy amplia muestra de obras de cine y de otras fuentes, representativa de un universo cultural (cinematográfico) múltiple, donde conviven y dialogan entre sí la producción artística de los países centrales y de las culturas del Tercer Mundo, en particular de América Latina y el Caribe.
Además de su aporte en estas cuatro direcciones, su trabajo ha contribuido a informar y enriquecer la discusión de problemas polémicos relevantes, entre estos, la vigencia del concepto de Nuevo Cine Latinoamericano, así como de otras categorías; el examen de las maneras de leer o interpretar el cine; la naturaleza más o menos artística del discurso que intenta no solo interpretar, sino otorgarle un significado y un sentido específico a las obras de cine, que rebase la dicotomía objetivo/subjetivo.
En la introducción al libro, Rufo se autocritica por haber hecho concesiones al juego ingenioso de palabras y a la metatranca en su juventud –si bien resulta difícil encontrar esos defectos en los textos seleccionados para este libro–. Lo que a mi juicio los caracteriza, en cambio, es su verbo polémico, su imaginación transgresora y, en ocasiones, al borde de lo puramente especulativo. En esta introducción, el autor llama «bodegueros del realismo socialista» a los críticos (y a los editores) que reparten (o demandan) elogios y señalamientos a partes iguales. Y nos advierte que su crítica no es científica ni mesurada, sino todo lo contrario. El lector juzgará, sin embargo, en qué medida las críticas reunidas aquí son simplemente todo lo contrario. Realmente, estas plasman algo más que las opiniones del crítico o su identificación y defensa apasionada de ciertas obras, para entregarnos una reflexión y un conocimiento neto sobre ellas.
La segunda introducción del volumen, firmada por el cineasta Enrique Álvarez, ofrece un testimonio personal y agradecido sobre cómo la crítica sirve a los artistas para distanciarse y apreciar mejor su propia obra. Finalmente, el prólogo de Francisco López Sacha, a guisa de tercera introducción, resulta un inspirado ensayo filosófico-antro-pológico sobre la creación artística en general y sobre la relación entre literatura y otras artes, en particular la literatura y el cine (tema de la primera parte del libro). Dice Sacha que no había leído un libro tan impactante como este desde Un oficio del siglo xx, de Guillermo Cabrera Infante. Discrepo ligeramente de esta comparación, pues los primeros artículos de cine de Caín en aquel volumen publicado por Ediciones R, eran bastante desiguales, muchos carecían de una base interpretativa sólida y de plano en numerosos casos revelaban que el crítico no penetraba demasiado en las películas que comentaba. Este no es el caso, por mucho que se discrepe de sus juicios, de Lágrimas en la lluvia.

El trabajo del crítico y su significado
Las críticas reunidas en este volumen, naturalmente, no son «científicas», como ninguna crítica artística o literaria lo es. Estos textos tienen su origen en una perspectiva de la crítica como investigación sobre la morfología de la obra de arte, como deconstrucción del discurso autorreferente que acompaña a la visualidad cinematográfica; como disección de sus tegumentos narrativos, dramáticos, icónicos; como semiología de la representación audiovisual. Dentro de esta perspectiva, la obra de Rufo constituye una valiosa contribución.
Naturalmente, sería banal y de un patético hacerse el bobo si mi comentario sobre este libro pasara por alto el hecho cardinal de que estos textos son parte de una época, en la que todos ellos fueron publicados, 1987 a 2007. Según afirman algunos autores, los años noventa fueron una etapa de grisura, teñida por la crisis y por la ausencia de cuestionamiento y espíritu renovador en las artes y el pensamiento, pues todo lo experimental y creativo supuestamente se cerró –para las artes y las ideas en general– con la emigración de parte de la generación de los ochenta. Estos y otros asertos como el mito de la insularidad (esa simpleza de que estamos aislados porque somos una isla, etc.), y el poder explicativo que se atribuye a la profunda teoría del vaivén en el enfoque de nuestra historia, soslaya el proceso real de la cultura cubana en las últimas dos décadas. No solo en las galerías de arte y las muestras de cine, sino en los espacios y temas conquistados por la literatura, el teatro, e incluso la danza y la música popular, para no hablar del pensamiento social, se manifiesta una etapa de eclosión, que sobresale dentro del último medio siglo. Por si faltaran elementos para este juicio, Lágrimas en la lluvia recoge textos críticos tan elocuentes como «Fresa y chocolate: las ondulaciones del deseo» (Revolución y Cultura, 1993), pasando por «Amor vertical: fábula del león y de su olvido» (Revolución y Cultura, 1998), hasta los dedicados a filmes polémicos como Madagascar, La ola, Video de familia, Frutas en el café, y otros muchos, no solo cubanos, sino extranjeros, exhibidos de una u otra forma, y que contrabalancean hasta cierto punto el enorme impacto que la crisis tuvo sobre la adquisición de buen cine de otras latitudes, del que solía disponerse hasta fines de los ochenta.
Tampoco es posible, al comentar la labor crítica de Rufo, pasar por alto su proyección mediática. Como se sabe, los más altos exponentes del pensamiento crítico cubano no han tenido un acceso regular a los medios de comunicación. Sin embargo, ha sido también un mérito de su trabajo como crítico haber logrado, sin incurrir en concesiones a la frivolidad reinante, posicionarse como un formador de la opinión y el gusto popular en la televisión, poniendo una pica en un territorio donde muchos críticos e intelectuales tendrían reparos en incursionar.
Por último, la publicación de este volumen pone en evidencia, por contraste, que las debilidades que nuestro pensamiento crítico ha padecido en esta etapa y padece hoy no son principalmente achacables ya a «las torpezas de la política institucional», o a las «grisuras recesivas» que nos aquejan cíclicamente como una especie de herpes simplex histórico, sino a problemas que afectan nuestro particular ámbito de acción, el del mundo intelectual y artístico. ¿Por qué la crítica literaria y artística ha perdido incentivo, en comparación con la ensayística presente en otras disciplinas de las ciencias sociales y los estudios culturales? ¿Acaso es hoy culpa de la censura o de la falta de apoyo? ¿Es que no existen revistas, publicaciones periódicas, espacios institucionales y medios electrónicos que propicien esta producción intelectual?
Las carencias y limitaciones institucionales que nos afectan hoy residen menos en la falta de espacios para difundir el análisis crítico, que en el enorme vacío existente donde debería desarrollarse una historia crítica de la sociedad y la cultura del período revolucionario. Esta historia crítica, que no se sustituye con una recolección de testimonios personales, por valiosos, iluminadores y necesarios que estos sean, afecta a la larga el ejercicio de un pensamiento crítico profundo, que no se contente con tocar de oído.
Naturalmente, no existe, ni tendría sentido que se postulara, una función única para la crítica, que excluya a otras, igualmente legítimas en su acción reveladora e inquisitiva. No me refiero, naturalmente, al sociologismo vulgar ni a las disquisiciones pedagógicas, ni tampoco a aquellas que se toman por tales, cuando se quiere descalificar toda interpretación que no se comparte sobre el profundo sentido social del arte.
Abordar la obra de arte como pieza en un circuito de comunicación; proponerse un ecograma estético, cultural e ideológico de su lectura desde los sujetos reales que la perciben y la reproducen; colocar los dispositivos críticos en el ojo de los espectadores, y sincronizarlos no solo con el instante de la creación sino con el de la interpretación; y poner la crítica y la obra en conexión con un momento histórico particular llamado presente: todas estas son también funciones genuinas de una crítica que profundice en su objeto y en sus funciones.
En ese camino, las críticas reunidas en este libro no son, ni podrían ser, naturalmente, ninguna panacea; pero sí una sólida contribución a la formación de un espectador crítico. Su mérito mayor quizás sea el de revelarnos la conquista de un oficio raro entre nosotros; el resultado de un trabajo voluntarioso, que explora sin descanso un territorio aparentemente accesible, pero en realidad lleno de tentaciones al facilismo, la retórica y los lugares comunes, la medida de cuyo valor solo se adquiere en perspectiva y profundidad de campo, cuando se mira atrás y se revisa lo caminado. Por suerte, a diferencia de lo que musita el personaje de Blade Runner en la última escena del filme que da título al libro, estas críticas de cine no se convertirán en «momentos perdidos en el tiempo como lágrimas en la lluvia», sino más bien todo lo contrario.

Descriptor(es)
1. CABALLERO, RUFO (CABALLERO MORA, RUFO), 1966-2011
2. CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA
3. CRITICO

Web: http://www.cubacine.cult.cu/sitios/revistacinecubano/digital13/cap04.htm