FICHA ANALÍTICA

Saludo a Leo Brouwer, Premio Nacional de Cine 2009.
González, Omar (1950 - )

Título: Saludo a Leo Brouwer, Premio Nacional de Cine 2009.

Autor(es): Omar González

Fuente: Revista Cine Cubano On Line

Número: 15

Mes: Julio - Diciembre

Año de publicación: 2009

Querido Leo, queridos amigas y amigos:

Leo Brouwer en el acto de entrega del Premio Nacional de Cine 2009.Nada ha sido fácil para Leo. Su carrera es de obstáculos y su consagración no le ha llegado por obra y gracia del azar, sino por la genialidad de sus actos y por su persistencia en las convicciones éticas que lo definen. Leo es moderno porque jamás ha dejado de ser un adelantado desde todo punto de vista, y porque afinca sus raíces en la cultura universal y en la cubanísima cultura de sus ancestros y de sus contemporáneos, que se expresa también en el misterio vivo de un solar, un barracón o en una canturía en la Cuba profunda. En ese paisaje sonoro creció Leo; de ese torrente viene y va. Él surge del ahínco, del desvelo y de la abnegación. Y todavía, ya en la plenitud de su vida, desconoce la holganza. Es riguroso con los demás porque no se perdona ni consiente veleidad alguna en sí mismo.

El magisterio de Caridad Mesquida, de su padre Juan Brouwer, y especialmente, de Isaac Nicola, fueron decisivos en su formación, y aún hoy, porque de los maestros siempre pervive su ejemplo, y los suyos fueron varios y fueron los mejores. «El hallazgo de Nicola fue un gran impacto para mí», dijo Leo, quien, en 1955, se presentó al público por primera vez, en un espectáculo organizado por las Juventudes Musicales de Cuba.

En los 54 años que nos separan de aquella fecha iniciática, larga ha sido su trayectoria creativa y artística: Miembro de Honor de la UNESCO, del Instituto Ítalo-Latinoamericano, de la Academia de Bellas Artes de Granada, y Compositor Huésped de la Academia de Ciencias y Artes de Berlín, entre otras muchísimas instituciones internacionales que lo acogen y premian. Compositor, director orquestal, guitarrista, investigador, pedagogo y promotor cultural, Brouwer figura entre los más reconocidos músicos de la contemporaneidad. Basten sus trabajos de dirección de los departamentos de música del ICAIC, del Teatro Musical de La Habana y del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, en los años sesenta; la conducción de más de cien orquestas sinfónicas; la participación, como jurado, en concursos internacionales de guitarra, composición y dirección orquestal; poseer una discografía de su música que supera los 650 títulos y un catálogo de 300 obras que abarca casi todos los géneros y formas musicales; su labor como director titular de la Orquesta de Córdoba, España (entre 1992 y 2001) y director general de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba (desde 1981 hasta 2003). A toda esta labor, se suma haber obtenido el Premio Manuel de Falla 1998, de España; el título Doctor Honoris Causa en La Habana y en Santiago de Chile; el Premio Nacional de Música (Cuba, 1999); el Premio del MIDEM Clásico (Cannes, 2003)y poseer más de doscientas distinciones internacionales artísticas y académicas. Entre las más recientes: la Orden Pablo Neruda (Santiago de Chile, 2007), el Premio Goffredo Petrassi de Composición (Zagarolo, 2008) y el Premio Nacional de Cine 2009, que en la tarde de hoy le es conferido, para honor y regocijo de todos los que estamos reunidos aquí, y de la sociedad y la cultura cubanas en sentido general.

«Es fascinante para mí entrar en la pantalla con mi música, aliarme con la imagen», ha dicho Leo, quien, a lo largo de los cincuenta años del ICAIC, compuso música para alrededor de cien filmes, muchos de ellos entre los más notables y trascendentes producidos por la cinematografía nacional e, incluso, iberoamericana y, por qué no, en algunos casos, universal. Según Leo «el ICAIC fue y es testigo de la gesta revolucionaria y también su memoria gráfica». «La música para el cine añade arte a los efectos sonoros. Una película sin música es un chiste sin gracia.»

Concierto homenaje a Leo Brouwer realizado en el acto de premiación. Ha querido la vida, cuya cartografía siempre es aleatoria, que en estos meses coincidieran el setenta cumpleaños de Leo con la celebración del aniversario cincuenta del ICAIC, y con la circunstancia de que fuera en este ámbito que se le otorgara, merecidamente, el Premio Nacional de Cine. La visión y el profundo sentido cultural de los fundadores de esta institución, con Alfredo a la cabeza, posibilitaron que se vinculara tempranamente con la naciente industria del cine revolucionario, a la que incorporó su legado de inmenso talento en filmes que se enriquecieron con su sensibilidad, con los diversos estilos de dirección, siempre a partir de una aguda comprensión de la especificidad de la música como parte del todo en la creación cinematográfica. Y al tiempo que aprendía, era capaz de enseñar, porque todo indica que Leo creció maestro.

Su trabajo al frente del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC –que fue mucho más que una sonoridad, un experimento o un modo de hacer y encarar la música de manera diferente; fue sobre todo una escuela–, lo sitúa en el vórtice del fenómeno sociocultural que entonces y ahora conocemos como Movimiento de la Nueva Trova. Los recitales y conciertos, especialmente con el grupo Irakere y con la música de Los Beatles, resultaron ser paradigmáticos y contundentes ante los intentos, muy extendidos entonces, de identificar la vanguardia con lo pernicioso y de pretender encapsular la cubanía en la vieja jaula de los sofismas y los dogmas, como si la identidad fuera un peligro. Leo y los suyos, al tiempo que derribaban las barreras entre lo supuestamente culto y lo considerado popular, fundaban una manera cubana de leer a las nuevas vanguardias, en tanto ellos mismos formaban parte de ellas. Leo está allí, en esa mirada trascendente del nuevo camino de la música cubana, sin jamás olvidar las razones de su origen ni las marcas en el agua de su trayectoria.

La actitud profesional de Leo ha sido de profundo sentido de responsabilidad ante el acto de creación y ante su pueblo. Una responsabilidad ciudadana, una eticidad arraigada en el compromiso social y en la plena identificación con la Revolución cubana, en la que fijó para siempre su destino. Lo dijo de este modo, y cito:

    La obra creadora de la Revolución tiene un peso fundamental en mi obra, tan importante como las raíces mismas de nuestra cultura. […] Aunque mis pies hayan estado rodando por el mundo, mi pensamiento está nutrido de la cultura cubana, comenzando por Martí, siguiendo con los descubrimientos adolescentes de años atrás, y terminando en la influencia decisiva de la obra revolucionaria.

Agradecemos al jurado, presidido por el Maestro Sergio Vitier, la tarea de elegir a Leo entre tantos nominados ilustres, a quienes reconocemos por lo que ello implica. De igual modo, al no menos querido y admirado Nelson Domínguez, quien ha contribuido, como en ediciones anteriores, con la obra (en este caso un diploma-escultura) que simboliza el Premio.

Agradecemos también a todos los que han participado o participarán de esta fiesta homenaje, en particular a los maestros Víctor Pelegrini y Miguel Núñez, y a la destacada violonchelista Amparo del Riego, de cuyo aporte prefiero no hablar ahora, pues se trata de una sorpresa que ellos han preparado para Leo y para todos nosotros.

Cuando celebramos aquí en el Chaplin su setenta cumpleaños, el cineasta Manuel Pérez Paredes recordaba el momento en que lo conoció, en un concierto suyo con Jesús Ortega interpretando a Heitor Villalobos, en las postrimerías de 1956 o principios de 1957, en el Cine Club Visión. Contaba Manolito que en aquel momento ya se vislumbraban sus extraordinarias condiciones como concertista y se gestaba el futuro cineasta que también iba a ser.

Desde entonces hasta nuestros días, Leo ha conocido la gloria, ha tocado el cielo y ha sido venerado en los más exigentes escenarios del mundo. Sin embargo, siempre he tenido la certeza de que el Leo que hoy saludamos, es aquel mismo jovencito del que Manolo alcanzó a vislumbrar su grandeza ulterior. Ese Leo cálido, generoso, rebelde, firme y tímido es el que hoy recibe el Premio Nacional de Cine. Al distinguirlo, reconocemos en él la integridad de una conducta y la inmanencia de un modelo que ha hecho de hoy el escenario de la posteridad.

Larga vida al Maestro y su obra; felices nosotros que lo sabemos nuestro.

Muchas gracias.

    Palabras pronunciadas en la entrega del Premio Nacional de Cine 2009, el 21 de julio de este año.

 

Descriptor(es)
1. INSTITUTO CUBANO DEL ARTE E INDUSTRIA CINEMATOGRAFICOS (ICAIC)
2. MUSICA EN EL CINE
3. MÚSICA Y CINE

Web: http://www.cubacine.cult.cu/sitios/revistacinecubano/digital15/cap04.htm