FICHA ANALÍTICA

Inal Mama: la vida de la Coca
Mariño, María de Lourdes (1984 - )

Título: Inal Mama: la vida de la Coca

Autor(es): María de Lourdes Mariño

Fuente: Revista Digital fnCl

Lugar de publicación: La Habana

Año: 2

Número: 3

Mes: Julio

Año de publicación: 2010

Inal Mama: la vida de la Coca

Las ofrendas a la divinidad de la hoja de coca procuran restablecer la paz para los bolivianos que viven de ella honradamente. Su cultivo trae bendiciones a la tierra y es fuente de prosperidad. Las primeras imágenes del documental de Eduardo López Zavala, se adentran en el universo religioso de la Inal Mama -la Coca. La oración pide con insistencia la gracia de sus dones y magnifica las virtudes de su cultivo. La Coca es querida por la Pacha Mama, está en armonía con el resto de la vida natural y con el propio hombre. Como afirma Guayari Bacuire de la cocalera de Tentayape, la hoja de coca no es enemiga del hombre, forma parte de la naturaleza. Para ellos, consumidores bolivianos, es una fuente de energía en medio de sus condiciones de vida precarias, porque quita el hambre y disminuye el cansancio.

Luego aparece la Penitenciaría de San Pedro y entrevistan al preso Nacipio Gómez, brasileño que fue prendido traficando coca para Río de Janeiro. Su testimonio es claro. Los problemas comenzaron cuando no pudo conformarse con lo que ya había ganado y el negocio se hizo más grande y peligroso. Nacipio no rehúsa su culpa pero comprende que la ley 1008 vale sólo para unos pocos. Los grandes narcotraficantes son intocables, pertenecen al mundo de la política. Con esta ley sólo se condena a los pobres y desde intereses internacionales, por tanto es anticonstitucional. Censura la producción de coca en un país que vive de su cultivo. Funciona como una falsa reprimenda al narcotráfico, un mecanismo para desviar la atención de los verdaderos poderes. En Bolivia, los productores y consumidores locales, se preguntan quién convierte en droga la hoja de coca. Después de narrar la escena de la captura, Nacipio inculpa abiertamente a “los blancos” o “los gringos” como los causantes del conflicto. Por eso, en una descripción clásica de la “escena del crimen”, usar maniquíes de ojos verdes es una delación involuntaria que juega con el cinismo de los códigos contemporáneos en el arte.

Estos son los dos campos fundamentales del problema que el documental nos plantea. Primero el espacio de lo sagrado, los rituales y la valoración espiritual de la Inal Mama. Luego, el conflicto social, porque al menos el 80% de la población del país vive de un cultivo penalizado en la otra parte del mundo. Las imágenes y los testimonios que ofrece presentan aristas muy diversas del fenómeno. Aunque todos convengan en que se acusa al modo de vida de un pueblo, que se adaptó a las circunstancias para sobrevivir. Ahora, las antiguas circunstancias se han mezclado con las tradiciones y creencias. En este sentido, el recurso de utilizar un coro cuyas melodías narran y valoran cada una de las situaciones presentadas, carga de mayor emotividad los criterios. De algún modo, convierte las afirmaciones de los trabajadores en súplica que trata de acudir a poderes de otro orden, distinto del social establecido. Quizás con una intención parecida, pero de menos efecto dramático, se intercalan las secuencias del hombre vendedor de periódicos. Lleva noticias donde se da fe del impacto en la sociedad de dichos conflictos. Transita por la ciudad, ignorado por la mayoría. En primera plana está la noticia de la elección de un presidente cocalero, lo mismo que una huelga de mineros que deja 16 muertos en Huanuni. La edición del documental trabaja muy bien a la hora de mezclar las connotaciones de estos espacios divergentes. Hay poco énfasis experimental en ello, el ritmo que logra es convencional y austero, casi como la vida pausada de las regiones de Bolivia que visita.

En el Trópico de Cochabamba, mujeres trenzadas se adornan con hojas de coca. Ellas sacan a relucir nuevamente el problema de la subsistencia, porque sin la posibilidad de ese comercio estarían en la miseria. No lo pueden relacionar con la cocaína, para ellas ese es un mal uso que le dan “los blancos”. Además fueron los colonos quienes le enseñaron a cultivarla, y ahora ellas viven de preparar la hoja. Es evidente cómo a lo largo de siglos, lo que penetró vinculado a la explotación, se convierte en parte de la cultura. Algunos de los entrevistados lo presentan como un valor a salvaguardar, para ellos es una planta natural que les alivia las penas y a la cual le rinden tributo porque con ella les llega el sustento de todos los días. El problema sería cuestionarse, hasta qué punto lo que están pidiendo al defender su situación actual, es perpetuar un modelo de subsistencia que los explota. Mascar la coca para aliviar las penas y calmar el hambre, no ofrece una perspectiva muy prometedora aunque la tradición sea de siglos. Sin embargo, para el hombre que vive en peligro de muerte por la escasez, lo importante es sobrevivir.

Por otra parte, la alianza entre Tentayape y Chicaloma, dos de los poblados que visita el documental en busca de criterios sobre el asunto, constituye una muestra de cómo enfrentar con soluciones prácticas las causas que dan cabida al narcotráfico. La falta de comunicación entre productores y consumidores locales desestabiliza tanto el suministro como la demanda. Lograr un abastecimiento directo, sin intermediarios que desvíen el producto para otros fines reporta una mayor ganancia y disminuye los motivos para la condena oficial del cultivo. Ambas partes tienen sus razones. En Chicaloma plantar la coca es una obra de arte, según las palabras de los trabajadores. Las huachas, terrazas escalonadas en las laderas de las montañas, detienen la humedad y protegen la planta hasta que ha dado las semillas de la próxima cosecha. Se esfuerzan por que reconozcan su trabajo, sobre todo las condiciones orgánicas de sus cultivos. Para la comunidad de Tentayape, distribuidora del producto, lo importante es asegurar una vía directa de suministros y la calidad de la hoja. Darle otros usos o mezclarla con químicos es desprestigiar la coca.

La búsqueda de información, el recorrido por hermosos paisajes en altas latitudes y los testimonios de sus habitantes fueron captados por una imagen cuyo primer cometido era reportar los hechos. Participa de la tradición amplia del documental que primero capta y es testigo, aunque la rapidez desfigure. No obstante, el documental de Zavala persigue también exaltar la belleza de las danzas y los colores del tejido; en definitiva, hablar de la cultura de la hoja de coca y la integración que necesita su gente. Por último, las imágenes de las ofrendas, que han peregrinado a lo largo del documental, intentan buscar un sitio donde finalmente se ofrezca a la Tierra –Pacha Mama-, la oración fervorosa por la liberación de la coca. A través de sus hojas se puede leer el pasado y el futuro de un hombre. Reclaman liberarla para seguir comprendiéndose ensimismados en su pequeñez. También piden sabiduría y guía en el camino. Su súplica tiene la solidez de una piedra.



Descriptor(es)
1. CINE BOLIVIANO - DOCUMENTALES

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