FICHA ANALÍTICA

Poética de un agitador: Edmundo Aray, ése soy yo
Castillo, Humberto

Título: Poética de un agitador: Edmundo Aray, ése soy yo

Autor(es): Humberto Castillo

Fuente: Revista Digital fnCl

Lugar de publicación: La Habana

Año: 5

Número: 6

Mes: Septiembre

Año de publicación: 2019

Soy llama de trabajo ansioso,
vigor desplegado a toda prueba.
Edmundo Aray, Cambio de soles, 1993.

Homenajear a Edmundo Aray, (1936-2019), siempre fue sencillo porque con él todo era posible, una fiesta, una celebración. Hacerlo en medio de un Encuentro de Cine, eso sí es un reto porque Edmundo Aray es el artífice y maestro de los encuentros de cine. Ya a finales de los años 60 estuvo entre los agitadores que en Mérida, bajo la comandancia de Carlos Rebolledo y el apoyo del rector de la Universidad de Los Andes (ULA), Pedro Rincón Gutiérrez, sentaron las bases del devenir histórico del cine documental latinoamericano.

Protagonista de la historia y en defensa del Chile de Salvador Allende, Edmundo enarbola las banderas antifascistas y antiimperialistas y convoca a las fuerzas revolucionarias y progresistas del continente en apoyo al Pueblo Chileno. En septiembre 1974, Caracas, Venezuela no olvida, y le recuerda al mundo con el Encuentro de cineastas latinoamericanos en solidaridad con el pueblo y los cineastas de Chile, que el imperialismo existe y es una amenaza a nuestro Continente.

La obra de Edmundo se pierde de vista, atraviesa el país y cruza nuestras fronteras. No hay un venezolano, un cubano o un latinoamericano, un hombre o mujer de esta Humanidad que conozca o haya conocido a Edmundo Aray y, con orgullo, no diga: Edmundo Aray, ése soy yo.

A riesgo de quedarme corto, de no presentar ni la mitad del largo camino que Edmundo nos fue abriendo, de la obra que construyó, y hoy, junto a una inmensa legión de hombres y mujeres representa un importante periodo de la historia del cine venezolano, me puse a preguntar y a buscar parte de esos testigos y referentes: fechas, revistas, libros, guiones, folletos, películas, esculturas, piezas en cerámica, manifiestos, afiches, luchas, obras no realizadas, derrotas y victorias. Fui recolectando y reencontrándome con esos testigos, con mujeres y hombres que de solo nombrar a Edmundo se estremecen, y reconocen de esa historia que él construyó de a poco con amor, con poesía, con imagen y luz propia. Artesano, con esa magia de la que fue capaz de compartirnos este compatriota, irreductible, gigante, con una sonrisa inmensa, con un lápiz afinado, con su cámara enfocada, con su ése soy yo, con los Simones de nuestras raíces, Simón Bolívar padre de la Patria y Simón Rodríguez, maestro de maestro; con Manuelita, eterna enamorada, Generala, Libertadora del Libertador. Partidario del cine de Gloria Marín y Jorge Negrete; de la mano de José Martí, también con el Comandante Fidel, al lado de Gabriel García Márquez y Fernando Birri, junto a Carlos Rebolledo, con nuestro Asdrúbal Meléndez y el Ruso, David Rodríguez, acompañando al Comandante Chávez; con sus hijos e hijas. Edmundo Aray, ése soy yo, hecho pueblo, sin fronteras.

Te queremos tanto, Mundito, como a Glenda ¡te queremos! Que no salte la duda por la frase, se trata del amor a la vida y obra de uno de nuestros imprescindibles, como me lo recordara desde Cuba, Alquimia Peña. Por un hombre, un amigo, un poeta, un cineclubista, distribuidor y exhibidor de películas, espectador de la Cinemateca, un cineasta, un editor también de libros y revistas, un mago, un economista, un administrador de los tiempos difíciles, un animador de la animación, un descubridor, un resplandor, (alias) un rey del joropo o un Atilio Rey, un guionista, un narrador, un maestro de la palabra y el manifiesto, un ballenero con su techo a cuestas, un Rocinante-Cine con su adarga al brazo, Edmundo Aray, ése, ése soy yo, hasta la victoria siempre!