FICHA ANALÍTICA

Desde los sueños. Una experiencia audiovisual comunitaria
Daniel Diez Castrillo
Diez Castrillo, Daniel (1946 - )

Título: Desde los sueños. Una experiencia audiovisual comunitaria

Autor(es): Daniel Diez Castrillo

Fuente: Revista Digital fnCl

Lugar de publicación: La Habana

Año: 4

Número: 5

Mes: mayo

Año de publicación: 2013


…los campesinos, son la mejor masa nacional,
y la más sana y jugosa,
 porque recibe de cerca y de lleno los efluvios
y la amable correspondencia de la tierra,
en cuyo trato viven.

José Martí («Maestros ambulantes»)
 
 
Sucedió durante el segundo año de trabajo en la Televisión Serrana en un momento de incomprensiones, obstáculos e imposiciones arbitrarias que nos hacían la vida casi imposible. Yo estaba casi decidido a dejarlo todo y regresar a mi Habana, cuando, sentado en el mirador de la televisión, desde donde se puede disfrutar en toda su majestuosidad de la Sierra Maestra y le entregaba mi angustia, comenzó a sentirse un viento fuerte que aullaba, corría y se expandía por todas partes. De repente, el verde intenso de la naturaleza empezó a mostrar unos puntos blancos. Pregunté y me dijeron, «es el árbol de la Yagruma de hoja verde y envés blanco que cuando hay ventolera ella se vira hacia lo blanco». Entonces supe, aunque algunos no lo entiendan, que la Naturaleza me había escuchado y me respondía diciéndome: hay hombres que cuando la vida se pone dura, se quedan en blanco y todo lo abandonan.

Aquella imagen de la sierra, aparentemente organizada, al sufrir los embates del viento y alterar su belleza, transmitió símbolos o códigos que hicieron posible drenar mis emociones y hallar, a través de la reflexión, una solución. Medité y me dije, «debo seguir adelante»: La Naturaleza posee diversos modos de comunicarse con los seres humanos.

El objetivo de este ensayo es contar la experiencia de la «TV Serrana» y sus premisas para el trabajo Audiovisual Comunitario y Participativo; visibilizar, el impacto cultural logrado en esa comunidad y la sociedad cubana con su obra documental; hacer perceptible un cúmulo de iniciativas socio-culturales desarrolladas en esas poblaciones y dejar constancia de la transformación que espiritualmente tuvimos los realizadores a partir de nuestro contacto con esa realidad.

No pretendo escribir una autobiografía, pero siendo el que la soñó, la llevó a hacerse realidad y formó a varias generaciones de documentalistas en esta especialidad, hace que mis vivencias sean parte de la historia. Entrevistas a realizadores y campesinos, unido a conceptos generales, también serán utilizados en este ensayo. No aspiro a dictar ninguna norma pues cada cual debe elaborar sus proyectos a partir de sus realidades y su cultura. Espero, eso sí, poder mostrar nuestro ánimo y deseo de llevar adelante, el objetivo primordial, para mí, del audiovisual y del arte en general que es ponerse en función del ser humano y su realidad para ser mejores, partiendo de las esencias. Martí lo señalo en su artículo «Maestros Ambulantes», texto fundacional de la TVS y que recomiendo a quienes se dediquen al trabajo comunitario: «Andamos sobre las olas, y rebotamos y rodamos con ellas; por lo que no vemos, ni aturdidos del golpe nos detenemos a examinar, las fuerzas que las mueven».

El trabajo audiovisual comunitario y participativo en zonas de difícil acceso no tenía referencia en el país. Por ello, solo sabía lo que no quería, el resto lo debía obtener a través de la práctica, la intuición y saber escuchar a los verdaderos actores de esa naciente comunidad audiovisual: los campesinos y campesinas de la Sierra Maestra.

San Pablo de Yao fue el lugar que llenó todas las expectativas. Es una comunidad situada en el municipio montañoso de Buey Arriba, conocida por mí a partir de un documental realizado por el ICAIC alrededor de la figura del Che Guevara, donde había trabajado como sonidista. Es un espacio lleno de magia y ello lo trataré de explicar más adelante, si es que lo mágico tiene explicación. En realidad no fue seleccionado desde el principio, para ello había recorrido Guisa, Bartolomé Masó y Buey Arriba, los municipios montañosos de la provincia Granma situada en el Oriente del país, a más de 800 kilómetros de La Habana.

Me las ingeniaba para irme a la Sierra (lo hice durante varios años consecutivos) y, como un peregrino, pasar meses viviendo en casa de campesinos, oyéndolos hablar, conociendo sus vivencias, sus creencias, saboreando sus historias y su amor a los animales, con quienes conversan y a la naturaleza en general; me parecieron seres humanos dotados de una gran sensibilidad. Realicé en esa etapa 4 documentales sobre aspectos de la vida serrana, pero los tenía que editar en la capital pues no había ninguna posibilidad en la provincia.

La realidad de zonas intrincadas del país, que forman parte de la cultura y estaban casi olvidadas por los medios, exponía complejidades que impactaban más allá de lo epidérmico. Había no solo problemas productivos (en este caso vinculado a la cultura cafetalera), sino complejidades socioculturales que de no ser abordadas se perderían esencias de nuestra identidad como Nación.

El país había desarrollado una serie de iniciativas para mejorar la vida en las zonas de montaña, denominada «Plan Turquino»; pero en mi opinión necesitaba dársele una dimensión cultural a todo ese desarrollo, pues, de lo contrario las carreteras que se estaban construyendo servirían no solo para subir, sino para que los campesinos bajaran y abandonaran la sierra.

Entre los objetivos estaba propiciar la transferencia tecnológica a los habitantes de esas comunidades para utilizar la técnica del video, dominar un lenguaje diferente: el lenguaje cinematográfico y ser ellos quienes contaran sus propias historias. La idea siempre fue que los campesinos y campesinas de esas montañas fueran los futuros creadores de la TV Serrana.

Era y es también repensar la Televisión como posible hacedora de obras artísticas, capaz de dar participación a los espectadores en la búsqueda de los temas. Lanzar una mirada al país desde una comunidad en la medida que esta se miraba a sí misma y se reafirmaba como tal. Los años de trabajo en la Televisión Nacional me demostraron que el proceso de producción, los tiempos de realización, y la ineptitud de su aparato burocrático, hacen que el espíritu creativo sea obviado y, en otras ocasiones, eliminado.

Desde un inicio lo pensé como un proyecto cultural donde el documental nos ayudaría a mostrar esas realidades y su poética. Con el tiempo pude constatar que nuestra experiencia está de alguna manera relacionada con la concepción sobre la creación poética expuesta por Paul Valery: «La importancia de una obra, para el autor, está en relación directa con aquello que de imprevisible le aporta en el proceso de su elaboración» (Moguel, Julio. México 2009).

Presenté el proyecto a varias instituciones, pero no aparecía el financiamiento ni para comprar una cámara (era lo que pedía, pues lo editaría todo en La Habana). Había problemas económicos en el país y, además, ¿qué era aquello de TV comunitaria?, ¿qué locura es esa? Era como una aporía, pues no se podía realizar desde el punto de vista racional. Loco, sí, puede ser que haya que estar loco para dejar la capital, abandonar las comodidades, el trabajo, y separarse de la familia en aras de cumplir un sueño.

A veces pienso, se es un poco egoísta pues lo más importante es llevar una idea adelante y no tenemos en cuenta que puede dejar algunas desgarraduras; pero, cuando lo que se desea hacer, es pensando en el bien de nuestro prójimo, en que puedan tener y conocer lo que otros poseen y conocen, creo que todo se justifica, ¿o no? También, puedo hablar, de los impulsos que vienen desde el corazón, desde lo más profundo de un ser humano que la razón no entenderá jamás. Son como chispas, te iluminan y despiertan, no admiten concentración en ninguna otra cosa y te estremece cuando parece que se hará realidad: hay quien le llama a eso, amor.

Escogimos el documental como forma ideal para poder contar las historias que íbamos a mostrar primeramente a esa comunidad y después al resto del país. Este género cinematográfico nos permite demostrar lo que pensamos sobre los temas a tratar y su base es la realidad misma y la búsqueda de la verdad, que siempre será la verdad del realizador que estará más cerca de lo aparentemente intrascendente y que forma parte de sus hábitos de vida. «…el documental es un rincón de la Naturaleza visto desde un temperamento» (Rabiger, Michael. 1998).

Después de largo tiempo de espera, pues el primer proyecto lo había presentado en el 1986 a la dirección del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT); en el 1991 fue expuesto ante el PIDC de la UNESCO, quien aceptó la propuesta, enviando algunos especialistas de esa organización a profundizar en el terreno lo proyectado, quienes al constatar la posibilidad de realizar esta idea autorizaron el financiamiento para la compra de equipamiento. Por otro lado, la dirección de la provincia aportó los recursos para la construcción de cabañas y rediseñar una vieja edificación, haciendo posible que el sueño comenzara a ser realidad el 15 de enero de 1993. (Fue inaugurada oficialmente ese año por Federico Mayor Zaragoza, quien era en ese entonces Director General de la UNESCO, durante su visita a Cuba). La Televisión Cubana aportaría los especialistas-instructores y el presupuesto.

Acepté ser el director del centro, bajo la condición de seguir como director-realizador, pues solo aspiraba a realizar documentales, hasta que un amigo me preguntó: «¿Y si el que viene a dirigir no tiene tus ideas, ni piensa como tú sobre la importancia del trabajo comunitario y no busca tus mismos objetivos, qué vas a hacer?» No quería verme involucrado en el papeleo burocrático. La burocracia va mermando la sensibilidad del ser humano y lo reafirmé años después. Entonces creé una estructura de solo tres personas en el aparato administrativo, no habría jefes de redacciones por especialidades, y aplicaría el multioficio con los trabajadores de servicio. Existirían tres directores, dos editores, dos camarógrafos, dos productores y dos iluminadores–choferes. Si necesitaba algún otro realizador lo contrataba por el tiempo de servicio. Esto me garantizaba, que podía dedicar más tiempo a su formación y profundizar en los nuevos conceptos.

Se realizó una convocatoria en la provincia, en la que se seleccionaron no solo a las personas con un buen nivel escolar, sino, y lo más importante, a las que vivieran en las zonas montañosas, y fueran capaces de entregarse a esta hermosa idea de ayudar a conocer y comprender a los que no tienen las posibilidades de poseer un escaparate, ni ropa para ponerse, que viven en pisos de tierra y paredes de tabla de palma, no cuentan con inodoro, sino con letrinas confeccionadas con madera y, por supuesto, ni siquiera conocían de las nuevas tecnologías, pero eran poseedores de una gran humildad y guardaban valores humanos que han ido desapareciendo; en fin, los futuros trabajadores de la TVS debían ser personas con un alto grado de sensibilidad. Por ello, además de hacer exámenes que nos permitieran acercarnos al nivel cultural de cada uno, se realizaron entrevistas individuales permitiéndonos profundizar en el ser humano. Era necesario conocer su comprensión del mundo campesino, estar al tanto de sus inclinaciones culturales, ver como respondían ante un poema o un párrafo de la literatura nacional y universal, en fin, percatarnos, si tenían alguna fibra artística y estuvieran dispuestos a comprometerse con esa realidad, después, trabajaríamos en su formación. La vida nos recompensó con la elección que hicimos y, aunque hubo pequeñas equivocaciones, el trabajo diario no nos dejó mucho tiempo entre nosotros.

Siempre pensé que las mujeres debían formar parte del equipo de realización, por lo que optaban por un espacio con iguales posibilidades que los hombres. Solo la inteligencia, la entrega, la sensibilidad y la audacia creativa decidirían quien quedaría trabajando en la televisión. Con nosotros emprendieron este primer viaje una editora, una directora y más tarde una especialista en la fotografía.

Fueron seleccionados varios jóvenes de la montaña y otros de Bayamo, la capital de la provincia, quienes sienten muy de cerca, espiritualmente hablando, la vida serrana. Primero fueron convocados a un taller que impartió el especialista mexicano en medios, Virgilio Caballero quien tocó algunos de los elementos a tener en cuenta para un trabajo de esa índole, después, durante tres meses comenzaron a acercarse al mundo de la creación audiovisual en la provincia de Holguín y otros tres ya en la sede de la TVS vinculando la teoría con la práctica, para mí la fase más importante y difícil (ahí se encuentra la base de nuestro Centro de Estudios para la Comunicación Comunitaria) pues ya aquí se decidiría quienes quedarían trabajando en el proyecto.

Muchos de aquellos jóvenes trabajaban por primera vez en sus vidas y otros entraban en un mundo diferente al que habían conocido. Tenía la obligación de formarlos como cineastas y trabajadores, teniendo en cuenta la rigurosa disciplina a mantener para poder realizar un filme con un mínimo de calidad y la libertad para la creación artística. Eso conllevaba un esfuerzo desgastante. Solo fue posible porque estaba convencido que se trataba de algo necesario y hermoso y mi confianza era fuerte.

Recuerdo como parte de su formación una práctica que quedó enraizada para siempre en la vida de esa comunidad audiovisual, y fueron las tertulias nocturnas que se propiciaban durante las noches oscuras de la sierra, donde se leían poemas, fragmentos de obras cubanas y de la literatura universal, se escuchaba música, se cantaba (fundamentalmente la nueva trova), se hablaba sobre las vanguardias en el campo de la pintura y se hacía sentir un ambiente cultural que pensábamos permearía a aquellos jóvenes con una mirada más poética de la vida y los pudieran hacer encontrar las metáforas ideales para contar historias. Se discutía de historia, filosofía, política y el tema de la problemática nacional era abordado desde la perspectiva social que se hacía presente en la comunidad.

Se crearon grupos de teatro en el que los muchachos eran los actores de obras basadas en anécdotas del pueblo, historias ligadas al misticismo de la zona y a los conflictos ocurridos en algún paraje montañoso. Era, a la vez que se aprendía dramaturgia y elementos de actuación, acercarnos más a la vida de los serranos. En realidad esto nos ayudó mucho a ir creando un grupo de trabajo con una mayor sensibilidad para captar la vida de la comunidad.

La llegada de aquellos jóvenes peludos o con barba, que andaban en sandalias (aún no tenían botas) y de las muchachas vestidas con short (pantalón corto por encima de la rodilla), sin sostén, preguntando por todas partes sobre la vida de los campesinos, con micrófono y una cámara al hombro fue un impacto en la comunidad; pero poco a poco ganamos de ellos la compresión a nuestro trabajo.

Se construyeron cabañas para que vivieran los creadores y pudieran estar juntos mientras se realizaban las filmaciones y ediciones de los documentales. Ello fue dando cuerpo a esta Comunidad Audiovisual, donde viven, trabajan, estudian, realizan cines debates, y reflexionan sobre todo lo humano y divino, y crea una coherencia ética y una actitud estética ante la realidad de la montaña con sus seres humanos y la naturaleza que es el verdadero ecosistema, y donde se forman para poner el arte en función del trabajo audiovisual comunitario y participativo.

Los meses finales de estudios fueron decisivos, durante ese tiempo logramos se entendiera lo que era una comunidad y lo que la diferenciaba de otras.

Insistíamos que la comunicación debía ser dialógica y no fueran los especialistas y las instituciones del poder, quienes decidieran que querían ver y oír los serranos: Debía producirse un dialogo con ellos y fueran los que sugirieran los temas a tratar. Esto era y es muy importante, pues el tipo de comunicación que se establece verticalmente, sin tener en cuenta las necesidades de la comunidad, al final se separa tanto de la realidad que deja de cumplir su función comunitaria y la realidad, como decimos los cubanos, siempre pasa la cuenta, o como aseverara el sociólogo francés Pierre Bourdieu: «la venganza de lo real puede ser despiadada» (Siglo veintiuno de España editores, s.a.)

Claro que muchas veces estamos frente a un hecho cotidiano, y su cercanía al asunto no nos permite ver la realidad o no la queremos ver, por ello insisto en la necesidad de una investigación profunda sobre la realidad en general y sobre el tema en particular. Fue el cineasta inglés John Grierson quien, al acuñar el término documental, lo definió como «el tratamiento creativo de la realidad», y para ello es necesario saber cómo acercarnos a quienes van a ser objeto de nuestro trabajo: los seres humanos o la Naturaleza, y a esta última con mayor inteligencia.

Compenetrarse con el objeto o el sujeto deseado y el mundo que lo rodea; es una forma de permearse con la realidad y sensibilizarse con la persona o personas con las que tenemos en mente conversar. Mirar sus muebles, paredes, tratar de ver las habitaciones, saber, en fin, como viven; pues ello ayudará a establecer un diálogo más afable y comprensible.

Conversar y no entrevistar, nunca imponer nuestra opinión, ni manipular, y si vamos con una idea fija debemos saber escuchar bien, pues puede ser y de hecho lo es, que tengamos una visión no muy profunda sobre el asunto del que se trate. Solo la reconstrucción y agrupación de las respuestas sobre el tema determinado nos irá dando el verdadero conocimiento sobre el asunto que deseamos demostrar; pero para ello se debe ser muy paciente, saber escuchar y mirar.

Trabajar con la realidad es muy complejo, pues a veces hay quienes inventan y hacen ficción de su realidad y eso es lo que nos cuentan.

Solo la más profunda observación, unida a un conocimiento del tema obtenido por otras vías, en las bibliotecas, la prensa, revistas, los documentales y películas realizados sobre el tema, etc., nos irán guiando por los laberintos de la verdad hasta encontrar la nuestra.

Para obtener un conocimiento lo más profundo posible es necesario agudizar todos los sentidos para que la realidad nos entre hasta por los poros. El conocimiento se produce en la medida que uno se adentra en las esencias durante la investigación. El arte, es una interpretación sintética de la realidad y ese conocimiento se produce a través de los sentidos: mirar, oír, palpar, oler. En el arte, la síntesis se logra a través del conocimiento de las esencias.

Al adentrarse en la observación de una comunidad es fundamental, observar, ¿qué le es común a todos sus habitantes y qué la hace distinta a otras? Podemos tener en cuenta el lenguaje, las construcciones de las casas, la forma de vestir, las comidas, la organización comunitaria, la música, las fiestas, los oficios, los sonidos, la educación, los juegos, la relación con la tierra, los servicios, el cuidado del agua, los cultivos, la historia, las carencias,… en fin. la vida cotidiana.

En las comunidades campesinas o indígenas de difícil acceso no podemos olvidar sus raíces, dadas por su cosmovisión, espiritualidad, creencias y mitos: ahí se hallan sus esencias como grupo. Es lo que se ha dado en llamar el pensamiento simbólico que es lo que produce el arraigo cultural.

La cultura del país es consecuencia de los elementos que componen las diferentes manifestaciones que acontecen en cada una de las comunidades y conforman esa gran comunidad llamada Nación (tanto la rural, como la urbana), por ello se hace imprescindible, que todas ellas sean parte del conocimiento de todos, ninguna debe ser relegada al olvido, so pena de que esa gran cultura sufra daños o se pierda y en consecuencia se deje de saber quiénes somos.

Por eso soñé con la TVS, porque lo que se transmite casi siempre por los canales nacionales está enfocado a mostrar los hechos y fenómenos de las ciudades, y es producido en la capital, originando una homogenización cultural, pues al no hablar de las diferencias va empobreciendo la identidad nacional.

Por ello fue importante la primera filmación que se realizó en la TVS. Era la primera impresión y me inspiré en una canción, de moda por aquellos días que se llamaba «Pura Imagen». Grabamos momentos sencillos, pero cotidianos de San Pablo. Yo quería que aprendieran a observar esa realidad y con aquel título decir algunos conceptos a tener en cuenta, porque el cine es imagen, sonido, ritmo y respiración. En aquellos momentos solo podíamos editar en las máquinas Super-VHS por corte y no contábamos con generador de caracteres, ni podíamos hacer disolvencias, entonces con un creyón de labios escribimos el título, que era el de la canción, en un espejo, y grabamos las voces de una joven editora y el de un futuro director. Ello les estaba diciendo, entre otras cosas, la necesidad de usar la imaginación para sustituir la falta de tecnología. Fue muy emocionante cuando con varios televisores colocados en la calle del pueblo transmitimos nuestro trabajo. Los campesinos se miraban por primera vez, ahí estaban sus casas, sus calles polvorientas, sus vacas, sus mulos, sus comidas y fiestas. Estaban ellos y era como una mezcla de sorpresa y admiración, desde ese momento y sin que lo supieran se comenzaban a tener en cuenta ellos mismos: existían. Comenzaba el proceso de elevación de su autoestima.
 
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Daniel Diez Castrillo (Cuba, 1946). Lic. Periodismo (Universidad de La Habana). Documentalista, director de TV, grabador de sonido y musicalizador. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), miembro de la Unión de Periodistas (UPEC), miembro del Consejo Latinoamericano de Cine y Video de los Pueblos Indígenas (CLACPI). Ha obtenido por su labor distintas condecoraciones como son: la Distinción Nacional por la Cultura, Artista Laureado, la Orden «Juan Marinello» por el trabajo en favor de la Cultura, la Medalla de la Alfabetización, la Distinción «Feliz Elmuza», entre otras.


Descriptor(es)
1. AUDIOVISUAL COMUNITARIO - CUBA
2. CINE COMUNITARIO - CUBA