Tiende a resultar familiar en la programación de algunos festivales cinematográficos el espacio «Cine en construcción», equivalente a la traducción del anglófono Work in Progress. Varios años han transcurrido desde que los Encuentros de Cine de América Latina, en Toulouse, y el Festival Internacional de Donostia-San Sebastián, coauspiciaran una iniciativa destinada a que cintas procedentes de Latinoamérica, en fase de posproducción, puedan llegar a las pantallas, gracias al aporte de diversas instituciones colaboradoras convocadas para ese fin.

 Basta revisar el palmarés de los certámenes fílmicos en los últimos años, para cerciorarse de que los resultados vencieron los pronósticos de los escépticos y trascendieron lo promisorio para devenir un filón, quizás inagotable. No pocas de las películas presentadas en «Cine en construcción», se han alzado con notorios reconocimientos en festivales; la crítica las ha valorado en toda su dimensión y las distribuidoras no han permanecido de espaldas. Por solo citar unos ejemplos, en la edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de 2005, se exhibieron cuatro importantes películas finalizadas, gracias a la contribución lograda en «Cine en construcción» del certamen de San Sebastián, el año precedente: Cine, aspirinas y buitres y La mala hora, realizadas por Marcelo Gómes y Ruy Guerra, en representación de Brasil; Iluminados por el fuego y Ronda nocturna, de los argentinos Tristán Bauer y Edgardo Cozarinsky, respectivamente. En el 28 Festival de La Habana, concursaron dos títulos que transitaron primero por esa sección en la cita anual donostiarra: Se prohibe prohibir, de Jorge Durán (Brasil), y El violín, de Francisco Vargas (México).

El «respeto a la promoción de la diversidad cultural con un espíritu de solidaridad y cooperación» es la divisa que ha presidido estos fructíferos espacios, tanto en Toulouse como en San Sebastián. El Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI), no tardó en incorporar esta sección destinada a películas en proceso, al exponer títulos rodados en video que exigen determinado presupuesto para el ampliado a 35 mm, la realización de efectos, culminar la edición y hasta la filmación de algunas secuencias o planos.

A diferencia de los festivales europeos y del BAFICI, aun sin contar con la presencia de instituciones proveedoras de servicios o financiamiento, la vigésimo quinta edición del Festival de La Habana, en 2003, con Tres veces dos, largometraje colectivo dirigido por Pavel Giroud, Lester Hamlet y Esteban Insausti, se sumó a esta tendencia, cada vez con más adeptos, por cuanto significa para posibilitar el cine del futuro inmediato. Muchos filmes se hallan en esa azarosa etapa de gestación, a lo largo de la geografía latinoamericana.

En la reciente vigésimo octava edición, reapareció en la programación del certamen la sección «Cine en construcción», para acoger el largometraje cubano Personal Belongings (Efectos personales), debut como director en el cine de ficción, de Alejandro Brugués, graduado en la especialidad de guión en la Escuela Internacional de Cine y TV. El filme cuenta una historia de amor infeliz o dicho de otra manera, relata el conflicto surgido entre una pareja de jóvenes para mantenerse uno al lado del otro. Brugués es autor de los guiones de Bailando cha cha chá, dirigido por Manuel Herrera; Frutas en el café, de Humberto Padrón y el cuento «Lila», realizado por Lester Hamlet en Tres veces dos. El guión de Personal Belongings obtuvo mención especial, con recomendaciones de que se realizara, en el concurso de guiones inéditos convocado por el ICAIC hace un par de años en busca de nuevos proyectos de interés para la producción.

Según su realizador y guionista, Personal Belongings quiso ser, desde su gestación, una obra a la cual aportaran sus talentos y sus deseos de hacer, varios graduados de la Escuela de San Antonio de los Baños: la producción fue asumida por Inti Herrera y la fotografía es compartida por la cubana Maylín Milanés y el mexicano Omar García. El reparto del filme, rodado en formato digital, y que precisa de presupuesto para ser ampliado a 35 mm, está encabezado por Caleb Casas, como Ernesto, un joven que ha decidido irse del país, y la debutante Heidi Ortiz en el personaje de Ana, la muchacha que optó por quedarse al marcharse su familia. Los secundan Rubén Breña, Osvaldo Doimeadiós, Rolando Peña, Gilda Bello y, en una brevísima aparición especial, el veterano Raúl Pomares. Se sumó la catalana Susana Pous, esposa del compositor X Alfonso, quien aportó varios temas para la banda sonora. Decisivo papel desempeñó en el equipo técnico la incorporación del reputado editor Nelson Rodríguez. Al ser entrevistado en medio del rodaje para el programa televisivo De cierta manera, declaró Brugués cuando le preguntaron qué pretendía en su faceta como realizador:

Hacerlo lo mejor que pueda, no aspiro a mucho más; cumplir con lo que me he puesto de meta en este caso, que me dio por hacer una historia de amor bonita, tierna de verdad. Al escribir un guión, cuando el director esta haciendo la película, yo no me inmiscuyo como guionista. Es otra visión que está en otras manos, ya es su interpretación de mi guión.

Y aquí, curiosamente, es lo mismo: pocas veces intervengo como guionista en lo que estoy haciendo. Igual, de vez en cuando, realizo mis retoques, escenas que han cambiado porque están planeadas de una forma que no se pudo hacer y la explico de nuevo, de una forma distinta, pero me parece que percibo —es de lo más raro—, una sensación rarísima, después de haber estado en tres películas como guionista, viendo lo que hace el director con mi guión, ahora que estoy de director, de vez en cuando siento que me dan ganas de darme vuelta a ver si está el guionista para que me diga algo.

El público tributó una cálida acogida a la presentación de Personal Belongings en el cine Charles Chaplin, de esta capital, el pasado 13 de diciembre. Cuántos documentales, filmes de ficción o de animación aguardan por un espacio como este, y por entidades interesadas en el apoyo para lograr que la película llegue felizmente a las pantallas en el anhelado formato de 35 mm.