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Las características técnicas de la imagen electrónica de los equipos de televisión o video, tradicionalmente ha dificultado su proyección en pantallas de grandes dimensiones. Con el correr de los años se trató de equipar las salas de cine con proyectores de televisión, pero la calidad que se obtenía en las pantallas de grandes dimensiones no era suficiente. Actualmente, la tecnología está tan avanzada que las “pantallas electrónicas” del cine digital moderno de muy alta definición son equiparables a las del cine tradicional, hasta tal punto que pueden llegar a reemplazarlas. El equipo cinematográfico clásico: película, proyector y operador de cabina va a ser sustituido a medio plazo por películas digitales enviadas por satélite, fibra óptica, cable o soporte grabado que se podrán proyectar tomando la reproducción de servidores de vídeo de alta definición. Los costos todavía muy altos de los proyectores electrónicos se compensan ampliamente con el ahorro que supone el no tener que realizar miles de copias de películas en color de 35 mm, transportarlas y sustituirlas cuando se desgastan.
Con la llegada del cine digital, los complejos cinematográficos actuales se pueden convertir en auténticos centros multimedia. Se podrán retransmitir programas de televisión de alta definición en directo, espectáculos teatrales, conciertos o acontecimientos deportivos de todo tipo, además de las películas digitales. Asimismo, los nuevos programas digitales de alta definición podrán integrar todos los elementos que componen las sesiones cinematográficas actuales, con todos los artificios y las herramientas electrónicas modernas, sin las dificultades de manipulación del celuloide.
La primera industria cinematográfica a nivel mundial, consciente de las posibilidades de las nuevas tecnologías basadas en la digitalización de la información, las incorporó a diferentes producciones a principios de los años noventa. Steven Spielberg, fue uno de los primeros directores que utilizó estos recursos en grandes superproducciones, en concreto en su film Jurassic Park (1993), donde se utilizaron imágenes creadas por ordenador; y la compañía de efectos especiales de George Lucas, la “Industrial Light and Magic”, introdujo la tecnología digital en todos sus ámbitos de trabajo, así, gran parte de las imágenes del Episodio I. La amenaza fantasma (1999) fueron producidas por ordenador e integradas con otras filmadas en negativo de 35 mm.
Desde el punto de vista de la producción, el formato digital resulta de gran interés puesto que reduce en gran medida los costes de rodaje. Existen en el mercado cámaras digitales a precios asequibles. Y en cuanto a su capacidad expresiva el cine digital debe propiciar una profunda innovación, apoyándose en una narrativa y una estética totalmente distintas a las del cine convencional. En la última hasta ahora y premiada película del director danés Lars Von Trier Bailar en la oscuridad (Dancer in The Dark), realizada en el año 2000, algunas de sus escenas más espectaculares se rodaron con hasta cien cámaras digitales operando simultáneamente. Time Code, de Mike Figgis, presentada en el Festival de Cine Fantástico de Sitges 2000, maneja una concepción cinematográfica que hubiera sido complejo de plasmar en el cine tradicional: cuatro cámaras digitales, cargadas respectivamente con una cinta de noventa minutos, sigue a los actores por la ciudad de Los Angeles en cuatro planos secuencia, sin cortes ni ediciones de ningún tipo. Y en la pantalla cuadriculada del cine acabamos viendo simultáneamente las cuatro historias que se cruzan, se distancian y se combinan; demostrándonos que estamos visual y culturalmente preparados para comprender varias imágenes audiovisuales proyectadas al mismo tiempo.
La primer película en formato digital producida en América Latina, con tan sólo el 40 por ciento del presupuesto requerido para un formato convencional, ha sido Así es la Vida (2001) del mexicano Arturo Ripstein. En España la primera producción comercial rodada en vídeo de alta definición fue Lucía y el sexo (2001) de Julio Medem. Todos los films mencionados han sido distribuidos en copias de 35 mm. para su explotación en salas comerciales. Entre abril y julio (2002) de Aitor Gaizka ha sido la primera película realizada y distribuida en España en formato de video digital (en dos salas).
Hablar en la actualidad de cine digital supone referirnos a distintas realidades. Básicamente podríamos diferenciar entre las manifestaciones al margen de la industria cinematográfica, pero que la tecnología digital ha posibilitado, y los desarrollos que en este campo ha propiciado la propia industria. En el primer caso, hablamos de los “net films” o los “films.com”, producciones de corta duración realizadas íntegramente en soporte digital y distribuidas y exhibidas en Internet. En el segundo, hablamos de cine más convencional realizado con tecnología digital. La primera sin duda responde a una vocación de experimentación, también de aprendizaje, de búsqueda de nuevas soluciones expresivas. Y en la segunda hay un proceso evolutivo en el que se vislumbra que el cine de la gran pantalla dejará de ser analógico y pasará a ser digital a medio plazo.
La distribución es, sin duda, el sector que sufrirá una mayor transformación. La transmisión de cine con tecnología digital es, ya, una realidad. La compañía de telecomunicaciones Cisco y la cinematográfica Twentieth Century Fox llevaron a cabo, en junio de 2000, el primer envío de una película, Titán, de costa a costa de los Estados Unidos, a través de una red IP, diseñada con la ultima tecnología, en cuanto a capacidad y seguridad, por Cisco. La experiencia permitió proyectar, en un cine de Atlanta, una película que se transmitía desde el otro extremo de los Estados Unidos. La distribución digital puede convertirse, en manos de las grandes multinacionales norteamericanas, en una poderosa herramienta para mantener su monopolio a nivel mundial. Se trata de un cambio cualitativo que otras cinematografías como la europea, pueden aprovechar para cambiar la actual situación de desequilibrio, o bien es una nueva batalla que se puede perder frente a las “Majors” norteamericanas. Sin duda, el cine digital es una puerta abierta para las producciones independientes de bajo coste y para las cinematografías de países menos desarrollados. Puede dar pie a un cine más fresco e innovador, y es de esperar que también más crítico y comprometido socialmente.
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