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Cuatro mujeres cineastas, en amena celebración
Archondo, Rafael
Título: Cuatro mujeres cineastas, en amena celebración (Entrevistas)
Autor(es): Rafael Archondo
Formato: Digital
Parece que las mujeres son mejores allanándoles el camino a los hombres, para que ellos puedan dirigir. Eso es lo que hace un productor, allana el camino a un director o directora. (Verónica Córdoba).
Tejiendo Bolivia - ERBOL
Éste fue el último acto creativo de una mujer excepcional. Cecilia Quiroga San Martín convocó, en marzo pasado, a Liliana de la Quintana, Viviana Saavedra, Verónica Córdoba y Denisse Arancibia. Les propuso que participaran en una serie de conversatorios radiofónicos acerca de la actividad femenina dentro de la creación y producción cinematográfica boliviana.
Tres semanas después de verificada la conversación, Cecilia perdía la vida en un sorpresivo desenlace de su reciente cirugía. Hoy difundimos aquella involuntaria despedida a cuatro pensamientos, en el marco de un homenaje de cariño a la Cecilia, que nos enseñó a querer tanto a Bolivia.
Denisse Arancibia (DA): Hola, es un gusto estar aquí. Un gusto estar con mis maestras. Estas mujeres me han enseñado cosas importantes. Yo soy la nuevita del grupo (risas).
Liliana de la Quintana (LQ): Hola. Todas acá seguimos en el proceso de aprendizaje, Denisse, y espero que nunca terminemos de aprender.
Verónica Córdoba (VC): Ésta es una oportunidad linda para poder hablar y encontrarnos entre amigas que hemos compartido varios momentos, diferentes situaciones y proyectos. Rara vez nos vemos, la verdad sea dicha, ¿no?
Viviana Saavedra (VS): Qué lindo estar compartiendo este día. Gracias por hacer posible este encuentro, feliz de compartir con tres mujeres que también admiro y que han hecho que una siga adelante. Creo que encontrarnos nos emociona muchísimo.
P: ¿El cine sigue siendo un asunto de hombres?
DA: Sí, todavía sí, es lamentable. Se dice que de cada 10 mujeres que quieren hacer dirección de cine, sólo una lo va a lograr, y es como que: yo quiero ser esa una (risas), pero no debería ser así. Las 10 deberíamos poder ser directoras. Ya no sé si es discriminación, no sé si es porque las mujeres no queremos o los hombres no nos dejan. No creo que sea así, yo quiero pensar que estamos en un punto de: si digo yo, mujer, quiero hacer algo, lo hago.
VC: Las estadísticas reflejan una realidad que va más allá del cine. Las mujeres hacen más producción que dirección. Y eso tiene que ver con una tendencia de la mujer a organizar, a proveer, como lo hace una mamá, claro, y eso va más allá del cine, eso tiene que ver con una mentalidad. Parece que las mujeres son mejores allanándoles el camino a los hombres, para que ellos puedan dirigir. Eso es lo que hace un productor, allana el camino a un director o directora. Entonces, creo que las estadísticas específicamente cinematográficas son nomás un reflejo de la sociedad como tal.
LQ: Yo más bien siento un proceso bastante interesante desde mis épocas. Por ejemplo, en el caso del cine boliviano, debemos decir que las mujeres estábamos casi ocultas. El caso de Danielle Caillet, esposa de Antonio Eguino, o Beatriz Palacios, compañera de Jorge Sanjinés, se va repitiendo en varias generaciones. Si nuestros compañeros hacen audiovisual, entonces de pronto nosotras asumíamos un rol secundario y eso ha sido paralelo a todas las luchas, a todas las convicciones. Nos hemos hecho campito a codazos, ha sido ganando espacios y convicciones.
Y desde esa época, hasta ahora, yo siento que ha habido un gran avance. Las mujeres ya han dado ese salto, no necesitan estar dependiendo de nadie, han cobrado autonomía, deciden sus proyectos, cosa que realmente, hace 35 años, no era así.
LS: Creo que es una situación de hombres y mujeres, especialmente en nuestro país, donde hacer cine es quijotesco. El que no haya políticas de fomento al cine afecta a hombres y mujeres. Hace unos dos años fui invitada como mujer cineasta y ahí escuché que el problema europeo era que a los hombres les dan cuatro millones de euros, y a nosotras, dos. Entonces, nosotras, las de Latinoamérica, decíamos: nosotras acá no tenemos nada. Al final el cine es un reflejo del país. Realmente para mí, nuestro cine no tiene una mirada de mujer, esa sensibilidad, esos personajes, porque hay más personajes varones en las películas, como protagonistas, y eso es porque hay más varones escribiendo guiones. Entonces es una cadena que opera la exclusión de la mujer en distintas áreas.
P: ¿Podemos hablar de la existencia de una mirada femenina?
VC: Es una discusión que lleva generaciones. Hay películas muy duras dirigidas por una mujer, así como puede haber películas dirigidas por hombres que son muy femeninas. Yo creo que la sensibilidad trasciende el género. La lucha no debe ser tanto para hacer un análisis de la narración y ver si es una visión de mujer y de hombre. Eso es muy subjetivo. Hay casos cada vez más interesantes de mujeres en el área técnica. Decimos que una película es de fulano de tal y olvidamos que detrás de ese fulano hay un equipo técnico muy grande de hombres y mujeres, que también han ayudado a hacer la película. Ahora, discutir si las películas son femeninas o masculinas es un poco como entrar en el mundo aymara de las piedras masculinas o femeninas (risas). Yo no sé, yo me metería a eso.
LQ: En mi generación, en la que están Raquel Romero y Cecilia Quiroga, hicimos unos ciclos que se llamaban Mirada de Mujer, y decíamos: existe un drástico contraste entre una mirada de mujer y una de hombre. Pero debo decir que a estas alturas de la vida he cambiado de opinión. Nada garantiza que una mujer esté al mando, ni que esté un indígena o un afro.
DA: Pedro Almodóvar es un gran ejemplo de director hombre, guionista hombre, que construye personajes femeninos fascinantes y dudo que alguna mujer se sienta ofendida o crea que eso no es real. Entonces creo que no hay una diferencia. La única es que eres individuo y que a partir de tu experiencia y de lo que eres puedes hablar y construir algo femenino. Me rehúso a diferenciar. Todavía somos exóticas, "ay, eres directora mujer”. Bueno, podría ser hombre o mujer, y qué importa.
LQ: La dificultad para que las mujeres ocupen cargos va porque las mujeres tenemos bastantes roles: no solamente eres directora, eres madre, y nos aumentamos cien roles. Ése es el detalle. Va por ese lado, la capacidad de hacer varias cosas.
P: Cuando las mujeres son guionistas, ¿hay más opciones de que las historias convoquen a más figuras femeninas?
VC: No hay que olvidar que el cine es una fuente de construcción de identidades, y éstas se van construyendo en la medida en que tú te identificas o no con las representaciones que ves en el audiovisual. Entonces, ¿qué pasa? Cuando presentas una película en la que la mujer tiene siempre un rol secundario, un rol de víctima, un rol de ser el sujeto al que se debe rescatar, al que se debe salvar… es decir, nunca es el que lleva adelante la narrativa, simplemente es accesorio romántico del personaje principal… ese tipo de construcciones a las que nos vemos enfrentadas diariamente en una mayoría absoluta es ese tipo de mujeres a las que vas generando como modelo de conducta. Entonces, las niñas, las muchachas, que todo el tiempo ven a la chica bonita que siempre es rescatada por el héroe en la película, van construyendo una identidad de que ése es el rol de la mujer: el ser bonita y esperar que te rescaten. Entonces, ése es el problema en general, tiene menos que ver con una imagen más o menos femenina, sino con las representaciones de género, que también se aplica lo mismo a las representaciones étnicas o de diferencias sexuales, raciales o como quieras. En el caso particular de género es mucho más fuerte, porque somos el 50% de la población.
DA: Sí, hay historias que se cuentan sobre mujeres, pero siguen un poco en estos clichés o parámetros establecidos. Igual siguen siendo estrellas de cine hermosas, esbeltas, de ojos verdes. Todavía hay ciertos criterios que no se están rompiendo para mostrar mujeres de verdad. Es decir, no todas las mujeres somos esbeltas, rubias y hermosas, es más, casi ninguna es así (risas). Yo vengo sosteniendo con mi proyecto desde hace cuatro años que pongamos mujeres gordas, mujeres de verdad, mujeres normales, con estrías, con pelos, como somos las mujeres. Empezar a romper un poco más los moldes, creo que eso falta.
LQ: En el caso del video, no del cine, creo que hay grandes e importantes videos que rescatan la historia de las mujeres, es el caso de Adela Zamudio, de Josefa Mujía o las mujeres anarquistas de los años 20. Ése es un dato muy interesante y deberíamos seguir difundiendo estos videos. Todavía no se ha escrito, ni se ha hecho una gran película que le debemos a Domitila Barrios, ex de Chungara (risas). Son las deudas que tenemos.
VS: Sigo insistiendo en que tenemos que luchar más allá de la inclusión de género. Necesitamos fondos para producir tanto hombres como mujeres. En Bolivia la situación está caótica para ambos. Insisto y también creo que hay que luchar por una soberanía de pantalla, ya que están entrando nuevas transnacionales a las pantallas, a las exhibiciones, lo que hace que los productores bolivianos estemos totalmente coartados si no tenemos una ley al respecto.
VC: Estamos generando una identidad de género, nacional, étnica, en función de contenidos ajenos. Yo siempre digo, es como si tú quisieras mostrarle un álbum de fotografías a un amigo que no has visto hace mucho tiempo, para que vea cómo han sido estos años que no se han visto, y entonces tengas que prestarte el álbum del vecino, porque tú no tienes tu propio álbum. Entonces, ¿cómo va a construir esa persona una imagen de tu vida viendo las fotos de otro? Eso es lo que estamos haciendo, estamos construyendo nuestra identidad viendo las imágenes de otros. Ésa es una deuda muy grande que tiene el Estado, no con los cineastas, sino con la sociedad, los cineastas somos simplemente un instrumento, que por una razón técnica nos toca a nosotros contar esas historias y generar esas imágenes, como en el siglo XIX les tocó a los novelistas. El Estado no está asumiendo su rol ahí, piensa que el cine es un entretenimiento de locos bohemios que quieren hacer peliculitas y no se da cuenta de que es mucho más serio e importante que eso.
LQ: De pronto estaba pensando en que las generaciones nuevas tienen un poco más de facilidad. En cambio para nosotros ha sido tan difícil descuidar el rol de madres, hijas o abuelas, hacemos una duplicidad de cosas, y ahí se nos va nuestra energía. Pero también ha cambiado bastante el rol de los hombres, ya cambian pañales, les gusta ser chefs, no cocineros (risas). Entonces tú puedes tener ese tiempo, pero de pronto tu cabeza sigue: "Es que no he dejado en el refrigerador las cosas para que terminen de cocinar” (risas). Y no sabes la envidia que tengo cuando los hombres dicen: "Yo voy a hacer esto”, y les importa un comino lo que esté a su alrededor, simplemente lo hacen. Felizmente, la más emancipada acá es la Denisse.
DA: Yo, estudiando cine no hace mucho, he escuchado a un catedrático hombre que nos dijo: "Las mujeres no van a poder hacer cine, porque van a tener que embarazarse y tener hijos”. Todavía yo, en pleno siglo XXI, 2014, tengo que bancarme esa clase de discriminación y dardos, que me daban ganas de ponerme de pie y pegarle un puñete. Claro, tengo que ser mamá, no directora, y ¿qué hay que hacer para ser directora?, pues estar loca (risas). Estás en un lugar donde nadie te va a apoyar, donde no hay fondo, te cuesta canas, salud, estrés, dinero, salud y de todos modos le metes. Hay una lucha hasta de ego, que te impulsa a seguir trabajando como directora y a criar hijos todavía.
VC: El problema es ése, una vez que tienes hijos, la pasión tiene una competencia muy fuerte. Hay otra prioridad, que es equivalente de alguna manera, y eso sucede en todos los campos. El hombre puede ser doctor y papá, ningún problema. Puede ser militar y papá, ningún problema. Puede ser presidente y papá, ningún problema. Pero una mujer no puede ser presidenta y mamá, doctora y mamá, militar y mamá o cineasta y mamá, es mucho más difícil. Y en el caso del cine, más todavía, estamos hablando de una profesión en la que el trabajo es muy intensivo. Cuando estás en rodaje, estás seis semanas u ocho semanas, son 20 horas de trabajo, y estamos en la punta del cerro y no hay manera de que puedas combinar esa profesión con la crianza de tus hijos. Ahí sí dependes de que esa obligación sea balanceada y compartida. También, y eso llama la atención, las mujeres que estamos en el cine, si estamos en pareja, estamos con otra persona que también está en el mismo campo, y cuando no se da así, es muy frecuente el divorcio. Cuando la mujer cineasta está con una pareja que no es cineasta, el divorcio está casi cantado.
VS: Mi hijo, y cierro con esto. El día que le dije a mi hijo que voy a renunciar a mi trabajo fijo, que tengo buen sueldo, que tengo seguro, por primera vez teníamos estabilidad como familia y le digo: "¿Qué hago?, ¿voy a hacer una película y dejar mi trabajo fijo?”, y él me dice: "¿Te gusta hacer eso?”. "Sí”. "Entonces, hazlo”.
El día que le dije a mi hijo que voy a renunciar a mi trabajo fijo, que tengo buen sueldo, que tengo seguro, por primera vez teníamos estabilidad como familia, y le digo: "¿Qué hago?, ¿voy a hacer una película y dejaré mi trabajo fijo?”, y él me dice: "¿Te gusta hacer eso?”. "Sí”. "Entonces, hazlo”. (Viviana Saavedra).
Web: http://www.paginasiete.bo/ideas/2014/4/20/cuatro-mujeres-cineastas-amena-celebracion-19245.html
Descriptor(es)
1. CINE BOLIVIANO
2. MUJERES DIRECTORAS
Autor(es): Rafael Archondo
Formato: Digital
Parece que las mujeres son mejores allanándoles el camino a los hombres, para que ellos puedan dirigir. Eso es lo que hace un productor, allana el camino a un director o directora. (Verónica Córdoba).
Tejiendo Bolivia - ERBOL
Éste fue el último acto creativo de una mujer excepcional. Cecilia Quiroga San Martín convocó, en marzo pasado, a Liliana de la Quintana, Viviana Saavedra, Verónica Córdoba y Denisse Arancibia. Les propuso que participaran en una serie de conversatorios radiofónicos acerca de la actividad femenina dentro de la creación y producción cinematográfica boliviana.
Tres semanas después de verificada la conversación, Cecilia perdía la vida en un sorpresivo desenlace de su reciente cirugía. Hoy difundimos aquella involuntaria despedida a cuatro pensamientos, en el marco de un homenaje de cariño a la Cecilia, que nos enseñó a querer tanto a Bolivia.
Denisse Arancibia (DA): Hola, es un gusto estar aquí. Un gusto estar con mis maestras. Estas mujeres me han enseñado cosas importantes. Yo soy la nuevita del grupo (risas).
Liliana de la Quintana (LQ): Hola. Todas acá seguimos en el proceso de aprendizaje, Denisse, y espero que nunca terminemos de aprender.
Verónica Córdoba (VC): Ésta es una oportunidad linda para poder hablar y encontrarnos entre amigas que hemos compartido varios momentos, diferentes situaciones y proyectos. Rara vez nos vemos, la verdad sea dicha, ¿no?
Viviana Saavedra (VS): Qué lindo estar compartiendo este día. Gracias por hacer posible este encuentro, feliz de compartir con tres mujeres que también admiro y que han hecho que una siga adelante. Creo que encontrarnos nos emociona muchísimo.
P: ¿El cine sigue siendo un asunto de hombres?
DA: Sí, todavía sí, es lamentable. Se dice que de cada 10 mujeres que quieren hacer dirección de cine, sólo una lo va a lograr, y es como que: yo quiero ser esa una (risas), pero no debería ser así. Las 10 deberíamos poder ser directoras. Ya no sé si es discriminación, no sé si es porque las mujeres no queremos o los hombres no nos dejan. No creo que sea así, yo quiero pensar que estamos en un punto de: si digo yo, mujer, quiero hacer algo, lo hago.
VC: Las estadísticas reflejan una realidad que va más allá del cine. Las mujeres hacen más producción que dirección. Y eso tiene que ver con una tendencia de la mujer a organizar, a proveer, como lo hace una mamá, claro, y eso va más allá del cine, eso tiene que ver con una mentalidad. Parece que las mujeres son mejores allanándoles el camino a los hombres, para que ellos puedan dirigir. Eso es lo que hace un productor, allana el camino a un director o directora. Entonces, creo que las estadísticas específicamente cinematográficas son nomás un reflejo de la sociedad como tal.
LQ: Yo más bien siento un proceso bastante interesante desde mis épocas. Por ejemplo, en el caso del cine boliviano, debemos decir que las mujeres estábamos casi ocultas. El caso de Danielle Caillet, esposa de Antonio Eguino, o Beatriz Palacios, compañera de Jorge Sanjinés, se va repitiendo en varias generaciones. Si nuestros compañeros hacen audiovisual, entonces de pronto nosotras asumíamos un rol secundario y eso ha sido paralelo a todas las luchas, a todas las convicciones. Nos hemos hecho campito a codazos, ha sido ganando espacios y convicciones.
Y desde esa época, hasta ahora, yo siento que ha habido un gran avance. Las mujeres ya han dado ese salto, no necesitan estar dependiendo de nadie, han cobrado autonomía, deciden sus proyectos, cosa que realmente, hace 35 años, no era así.
LS: Creo que es una situación de hombres y mujeres, especialmente en nuestro país, donde hacer cine es quijotesco. El que no haya políticas de fomento al cine afecta a hombres y mujeres. Hace unos dos años fui invitada como mujer cineasta y ahí escuché que el problema europeo era que a los hombres les dan cuatro millones de euros, y a nosotras, dos. Entonces, nosotras, las de Latinoamérica, decíamos: nosotras acá no tenemos nada. Al final el cine es un reflejo del país. Realmente para mí, nuestro cine no tiene una mirada de mujer, esa sensibilidad, esos personajes, porque hay más personajes varones en las películas, como protagonistas, y eso es porque hay más varones escribiendo guiones. Entonces es una cadena que opera la exclusión de la mujer en distintas áreas.
P: ¿Podemos hablar de la existencia de una mirada femenina?
VC: Es una discusión que lleva generaciones. Hay películas muy duras dirigidas por una mujer, así como puede haber películas dirigidas por hombres que son muy femeninas. Yo creo que la sensibilidad trasciende el género. La lucha no debe ser tanto para hacer un análisis de la narración y ver si es una visión de mujer y de hombre. Eso es muy subjetivo. Hay casos cada vez más interesantes de mujeres en el área técnica. Decimos que una película es de fulano de tal y olvidamos que detrás de ese fulano hay un equipo técnico muy grande de hombres y mujeres, que también han ayudado a hacer la película. Ahora, discutir si las películas son femeninas o masculinas es un poco como entrar en el mundo aymara de las piedras masculinas o femeninas (risas). Yo no sé, yo me metería a eso.
LQ: En mi generación, en la que están Raquel Romero y Cecilia Quiroga, hicimos unos ciclos que se llamaban Mirada de Mujer, y decíamos: existe un drástico contraste entre una mirada de mujer y una de hombre. Pero debo decir que a estas alturas de la vida he cambiado de opinión. Nada garantiza que una mujer esté al mando, ni que esté un indígena o un afro.
DA: Pedro Almodóvar es un gran ejemplo de director hombre, guionista hombre, que construye personajes femeninos fascinantes y dudo que alguna mujer se sienta ofendida o crea que eso no es real. Entonces creo que no hay una diferencia. La única es que eres individuo y que a partir de tu experiencia y de lo que eres puedes hablar y construir algo femenino. Me rehúso a diferenciar. Todavía somos exóticas, "ay, eres directora mujer”. Bueno, podría ser hombre o mujer, y qué importa.
LQ: La dificultad para que las mujeres ocupen cargos va porque las mujeres tenemos bastantes roles: no solamente eres directora, eres madre, y nos aumentamos cien roles. Ése es el detalle. Va por ese lado, la capacidad de hacer varias cosas.
P: Cuando las mujeres son guionistas, ¿hay más opciones de que las historias convoquen a más figuras femeninas?
VC: No hay que olvidar que el cine es una fuente de construcción de identidades, y éstas se van construyendo en la medida en que tú te identificas o no con las representaciones que ves en el audiovisual. Entonces, ¿qué pasa? Cuando presentas una película en la que la mujer tiene siempre un rol secundario, un rol de víctima, un rol de ser el sujeto al que se debe rescatar, al que se debe salvar… es decir, nunca es el que lleva adelante la narrativa, simplemente es accesorio romántico del personaje principal… ese tipo de construcciones a las que nos vemos enfrentadas diariamente en una mayoría absoluta es ese tipo de mujeres a las que vas generando como modelo de conducta. Entonces, las niñas, las muchachas, que todo el tiempo ven a la chica bonita que siempre es rescatada por el héroe en la película, van construyendo una identidad de que ése es el rol de la mujer: el ser bonita y esperar que te rescaten. Entonces, ése es el problema en general, tiene menos que ver con una imagen más o menos femenina, sino con las representaciones de género, que también se aplica lo mismo a las representaciones étnicas o de diferencias sexuales, raciales o como quieras. En el caso particular de género es mucho más fuerte, porque somos el 50% de la población.
DA: Sí, hay historias que se cuentan sobre mujeres, pero siguen un poco en estos clichés o parámetros establecidos. Igual siguen siendo estrellas de cine hermosas, esbeltas, de ojos verdes. Todavía hay ciertos criterios que no se están rompiendo para mostrar mujeres de verdad. Es decir, no todas las mujeres somos esbeltas, rubias y hermosas, es más, casi ninguna es así (risas). Yo vengo sosteniendo con mi proyecto desde hace cuatro años que pongamos mujeres gordas, mujeres de verdad, mujeres normales, con estrías, con pelos, como somos las mujeres. Empezar a romper un poco más los moldes, creo que eso falta.
LQ: En el caso del video, no del cine, creo que hay grandes e importantes videos que rescatan la historia de las mujeres, es el caso de Adela Zamudio, de Josefa Mujía o las mujeres anarquistas de los años 20. Ése es un dato muy interesante y deberíamos seguir difundiendo estos videos. Todavía no se ha escrito, ni se ha hecho una gran película que le debemos a Domitila Barrios, ex de Chungara (risas). Son las deudas que tenemos.
VS: Sigo insistiendo en que tenemos que luchar más allá de la inclusión de género. Necesitamos fondos para producir tanto hombres como mujeres. En Bolivia la situación está caótica para ambos. Insisto y también creo que hay que luchar por una soberanía de pantalla, ya que están entrando nuevas transnacionales a las pantallas, a las exhibiciones, lo que hace que los productores bolivianos estemos totalmente coartados si no tenemos una ley al respecto.
VC: Estamos generando una identidad de género, nacional, étnica, en función de contenidos ajenos. Yo siempre digo, es como si tú quisieras mostrarle un álbum de fotografías a un amigo que no has visto hace mucho tiempo, para que vea cómo han sido estos años que no se han visto, y entonces tengas que prestarte el álbum del vecino, porque tú no tienes tu propio álbum. Entonces, ¿cómo va a construir esa persona una imagen de tu vida viendo las fotos de otro? Eso es lo que estamos haciendo, estamos construyendo nuestra identidad viendo las imágenes de otros. Ésa es una deuda muy grande que tiene el Estado, no con los cineastas, sino con la sociedad, los cineastas somos simplemente un instrumento, que por una razón técnica nos toca a nosotros contar esas historias y generar esas imágenes, como en el siglo XIX les tocó a los novelistas. El Estado no está asumiendo su rol ahí, piensa que el cine es un entretenimiento de locos bohemios que quieren hacer peliculitas y no se da cuenta de que es mucho más serio e importante que eso.
LQ: De pronto estaba pensando en que las generaciones nuevas tienen un poco más de facilidad. En cambio para nosotros ha sido tan difícil descuidar el rol de madres, hijas o abuelas, hacemos una duplicidad de cosas, y ahí se nos va nuestra energía. Pero también ha cambiado bastante el rol de los hombres, ya cambian pañales, les gusta ser chefs, no cocineros (risas). Entonces tú puedes tener ese tiempo, pero de pronto tu cabeza sigue: "Es que no he dejado en el refrigerador las cosas para que terminen de cocinar” (risas). Y no sabes la envidia que tengo cuando los hombres dicen: "Yo voy a hacer esto”, y les importa un comino lo que esté a su alrededor, simplemente lo hacen. Felizmente, la más emancipada acá es la Denisse.
DA: Yo, estudiando cine no hace mucho, he escuchado a un catedrático hombre que nos dijo: "Las mujeres no van a poder hacer cine, porque van a tener que embarazarse y tener hijos”. Todavía yo, en pleno siglo XXI, 2014, tengo que bancarme esa clase de discriminación y dardos, que me daban ganas de ponerme de pie y pegarle un puñete. Claro, tengo que ser mamá, no directora, y ¿qué hay que hacer para ser directora?, pues estar loca (risas). Estás en un lugar donde nadie te va a apoyar, donde no hay fondo, te cuesta canas, salud, estrés, dinero, salud y de todos modos le metes. Hay una lucha hasta de ego, que te impulsa a seguir trabajando como directora y a criar hijos todavía.
VC: El problema es ése, una vez que tienes hijos, la pasión tiene una competencia muy fuerte. Hay otra prioridad, que es equivalente de alguna manera, y eso sucede en todos los campos. El hombre puede ser doctor y papá, ningún problema. Puede ser militar y papá, ningún problema. Puede ser presidente y papá, ningún problema. Pero una mujer no puede ser presidenta y mamá, doctora y mamá, militar y mamá o cineasta y mamá, es mucho más difícil. Y en el caso del cine, más todavía, estamos hablando de una profesión en la que el trabajo es muy intensivo. Cuando estás en rodaje, estás seis semanas u ocho semanas, son 20 horas de trabajo, y estamos en la punta del cerro y no hay manera de que puedas combinar esa profesión con la crianza de tus hijos. Ahí sí dependes de que esa obligación sea balanceada y compartida. También, y eso llama la atención, las mujeres que estamos en el cine, si estamos en pareja, estamos con otra persona que también está en el mismo campo, y cuando no se da así, es muy frecuente el divorcio. Cuando la mujer cineasta está con una pareja que no es cineasta, el divorcio está casi cantado.
VS: Mi hijo, y cierro con esto. El día que le dije a mi hijo que voy a renunciar a mi trabajo fijo, que tengo buen sueldo, que tengo seguro, por primera vez teníamos estabilidad como familia y le digo: "¿Qué hago?, ¿voy a hacer una película y dejar mi trabajo fijo?”, y él me dice: "¿Te gusta hacer eso?”. "Sí”. "Entonces, hazlo”.
El día que le dije a mi hijo que voy a renunciar a mi trabajo fijo, que tengo buen sueldo, que tengo seguro, por primera vez teníamos estabilidad como familia, y le digo: "¿Qué hago?, ¿voy a hacer una película y dejaré mi trabajo fijo?”, y él me dice: "¿Te gusta hacer eso?”. "Sí”. "Entonces, hazlo”. (Viviana Saavedra).
Web: http://www.paginasiete.bo/ideas/2014/4/20/cuatro-mujeres-cineastas-amena-celebracion-19245.html
Descriptor(es)
1. CINE BOLIVIANO
2. MUJERES DIRECTORAS