documento

La crítica y el público
García Espinosa Romero , Julio (1926 - 2016)
Título: La crítica y el público

Autor(es): Julio García Espinosa Romero

Publicación: Revista Cine Cubano, 1960

Idioma: Español

Páginas: 12 - 13

Formato: Digital

Para un artista honrado nada es más deseable que el juicio de un buen crítico. El crítico es ese hombre ideal al que se le supone una formación cultural e ideológica profundas y una sensibilidad capaz de estar atenta a las innovaciones que toda obra de arte comporta. Entre nosotros la crítica apenas existía. No podía existir en una sociedad corrompida como era la nuestra, en medio de una prensa tarifada y bebiendo principalmente de una sola fuente de películas, o sea de las productoras norteamericanas. La Revolución ha creado las condiciones para el ejercicio completo de la crítica. El anuncio de un film insertado en los periódicos no podrá determinar nunca más la opinión que, sobre dicho film, tenga el crítico; las garantías y el estímulo para decir la verdad así como la proyección en nuestras pantallas de las producciones que se realizan en el mundo entero, permitirán la más completa libertad en el análisis. Pero también la Revolución libera una mayor responsabilidad que cae directamente sobre los hombros de la crítica. Hoy nace a la vida del país un público mucho más extenso, ávido de superación y que exige, al mismo tiempo, un arte que refleje su vida y sus luchas. Es un público que no ha visto cine y que cuando lo ha visto ha sido de pésimo contenido y de formas rudimentarias. Y es el publico que, a la vez, determinará las características de nuestro cine nacional. Es el público que, con la misma confianza que lee la primera página de nuestros periódicos revolucionarios, lee la de espectáculos (y no siempre, desgraciadamente, esta última está a la altura de la primera). Es el público de obreros y campesinos, base y sustento de la libertad que hoy todos disfrutamos. Todo esto hace urgente la necesidad de esclarecer el papel que debe jugar la crítica. Los que formamos filas, de una manera u otra, en esta compleja industria, estamos en la obligación de contribuir a ello. Por lo general, aquí nunca existió relación entre público y crítica. Si alguna relación había era con el sector más avanzado de la clase media. Y ni aún así era una identificación completa. La crítica de la obra se hacía, principalmente, en función del artista que la había realizado y era el lenguaje que se empleaba para ello lo que estaba destinado a ese público de clase media. La crítica se llenó de adjetivos, de opi¬niones muy personales y hasta de ciertos valo¬res literarios que operaban independientemente. En realidad, aparte de una cierta función informativa, no se podía hacer mucho más. Se hacía necesaria la relación con un público más amplio que determinara y exigiera la verdadera responsabilidad del crítico. Esa relación está planteada en estos momentos. Gracias a esa relación se abre para la crítica la perspectiva de manifestarse en toda su dimensión. Hay que decir, en honor de la verdad, que algunos comienzan a interesarse en el asunto. Sólo que no es tarea fácil. Que lo que se hacía entonces no se podrá trasplantar mecánicamente a las necesidades de hoy, mucho menos cuando la actitud anterior no era la más saludable. En primer lugar habrá que quitarse de la men¬te ese papel de intermediario que se le supone a la crítica. Es un poco pedante concebir al crí¬tico como una especie de traductor de la obra de arte. Y se ha ido tan lejos en esa actitud que muchos films, vendidos como obras de arte, han sido inspirados justamente por la crítica y no por el público. Otra cosa es que la crítica pueda considerarse como la vanguardia del público, es decir, como la parte del público más alerta y avanzada. Pero sin necesidad de entrar en contradicción con la interrelación que debe existir entre uno y otro. Al contrario, esta inte¬rrelación deberá pesar, fundamentalmente, en los juicios, la sensibilidad y el razonamiento que en el crítico sirven de bases para el análisis de la obra. En una palabra, que no sólo la crítica enseñará al público sino que también el público hará posible la evolución de la crítica. ¿Qué sucede en la actualidad? Que no po¬cos de nuestros críticos más esforzados han cambiado la intención y no la actitud, han cam¬biado la superficie y no el fondo, han desviado su atención de aquel sector de la clase media para centrarlo en el público mayoritario pero utilizando el mismo lenguaje y los mismos valo¬res que destinaban a aquéllos. —Sin contar que todavía pueda haber alguno que siga haciendo de la crítica un feudo particular. Y es que no resulta fácil haberse formado al calor de una sola cinematografía, como ha sido el caso de la norteamericana (al menos en lo que respecta a una influencia directa y aplas¬tante) haber creído toda la vida que la única batalla lícita era la librada contra el comercia¬lismo más ramplón, y verse ahora ante nuevos y desconcertantes valores que el público exige tener en cuenta. La confusión estriba en que ellos hicieron de la crítica —en los casos más serios— un arma destinada exclusivamente a esclarecer la forma cinematográfica. El cine burgués, en decaden-cia, ha separado la forma del contenido y ellos tomaron por buena esta absurda y monstruosa división. El análisis, condimentado por alguna que otra frase original, estuvo basado, por lo tanto, en uno de los aspectos esenciales de la obra: la forma. Y así la crítica se hizo coja y sin vida, deformando su propia sensibilidad e identificando la obra de arte cinematográfica con su aspecto puramente formal. La presencia activa del público mayoritario, sin el cual la obra de arte pierde su mejor aliento, hace posible hoy que ante la crítica se abran nuevas posibilidades, hace posible que la crítica pueda ejercer una función más seria y completa. Ese público vuelve a situar la obra de arte en su verdadera dimensión, en la unidad orgánica e indestructible de la forma y el contenido. Ya el contenido no será más el simple pretexto para el divertimento formal. Ya no habrá divorcio posible entre el contenido más profundo y la forma más avanzada. Y, si bien es* cierto que no se parte de cero, que el lenguaje cinematográfico ha evolucionado a través de todas las épocas y de las distintas escuelas, tendremos que estar atentos a los aportes que el nuevo contenido, nuestra propia realidad y las características de ese público, nos exige. Entre todos tendremos que irnos acercando al contenido más vivo y a la forma más adecuada. La crítica hará sus mejores armas observando el progreso del artista en esa dirección. Y no será labor de una crítica semanal y ni siquiera diaria, habrá que redoblar el esfuerzo y dedicar páginas enteras, mesas redondas, charlas, etc., a la divulgación de la cultura cinematográfica. No en forma arbitraria, sino ajustada a las necesidades de nuestra realidad, de nuestro público y de nuestra naciente industria cinematográfica. Y así como la obra de arte vuelve a su unidad necesaria, fortaleciéndose como medio de expresión y como documento vivo, así el público, el artista y la crítica formarán una interrelación justa donde la evolución de uno signifique la evolución de todos, partiendo siempre de la base que el pueblo se constituye en la raíz primera. No es tarea fácil ni para la crítica, ni para el artista. Pero vale la pena.

Descriptor(es)
1. CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA - CUBA
2. REVISTA CINE CUBANO
Otras publicaciones del autor o acerca del mismo