Amores perros ha despertado pasiones en todos los sitios donde ha sido proyectada. En España, Pedro Almodóvar la considerado la mejor película del año. En la edición de los Premios Ariel (2001) fue galardonada con el de Mejor del Año, además de 11 de las 15 estatuillas a las que optaba.
Tres historias trágicas que ocurren simultáneamente y con el nexo común de que en todas son los perros los que nos hablan de sus amos. Perros vagabundos que deambulan entre las basuras (espejo de El Chivo, Emilio Echevarría), mortales armas maleducadas para la guerra (alter ego de Octavio, Gael García Bernal) y floreros de peluquería canina (caricatura de la vida de una modelo, Valeria, encarnada por la española Goya Toledo).
Estas pequeñas películas que conforman "la película" coinciden también en que todos los protagonistas viven un momento de inflexión crucial de su existencia, que marcará sin arreglo su devenir. Y ninguna escapa de la violencia prebélica que azota y destruye los atisbos de evolución primer mundista del país de México, característica que suma a esta gran película destellos documentalistas.
"Hitler adoraba y mimaba a sus perros. Eso es parte de lo que quiero decir con esta película. Hay gente capaz de desvivirse por los animales y abandonar a las personas a su suerte, como El Chivo mismo hace en Amores perros", declara Iñárritu sobre su polémico trabajo (en Inglaterra Amores perros se ha estrenado después de superar una campaña enfurecida de las sociedades protectoras de animales).
El director asegura que la violencia extrema de su película responde simplemente a la vida real que él conoce desde niño, "y ahora está peor que nunca. La Ciudad de México, México en general, vive una situación parecida a una guerra civil. Hablar de México en otros términos sería ficción", concluye Iñárritu.
Tomado de www.clubcultura.com