En medio de un típico asado rioplatense, Gregorio Gamboa, ex guerrillero tupamaro, habla de política y discute sobre Lenin y sobre la revolución que no fue con sus amigos íntimos. Más de veinticinco años han pasado desde el momento en el que Gregorio y sus compañeros de lucha dieron batalla a la dictadura militar uruguaya. El exilio lo llevó a España y mucho tiempo después lo devolvió a su tierra natal con una familia. El destino de sus hijos, Cayetana y Mateo, no parece ser el idealismo que su padre les quiere inculcar a toda costa, sobre todo cuando estos rebeldes adolescentes tuvieron que desprenderse de su antigua vida en España. La distancia entre la apatía de Mateo y el idealismo nostálgico de su padre será el foco de tensión de un mundo deshumanizado y hostil en el que ciertos valores pasaron de moda. Sin embargo la vida silenciosa de Mateo asombrará a Gregorio (y a toda su familia) cuando finalmente tome algunas decisiones que lo llevarán a encontrarse con el amor verdadero y a sembrar algunas esperanzas en su padre.

Hasta aquí, la línea argumental de Estrella del sur, si uno planteara una síntesis lógica. Sin embargo los vaivenes y mutaciones que sufre la historia hacia la mitad, producto sin duda de un guión insostenible, generan un relato poco transparente, plagado de incoherencias que conspiran contra un mínimo desarrollo narrativo. De esta forma lo que hasta la primera media hora de proyección parecía ser una de esas películas construidas bajo el ya clásico conflicto generacional entre padre e hijo, en este caso por cuestiones claramente ideológicas, gira hacia un camino enlodado que tira abajo lo poco que pudo construirse. Entonces aquel escaso interés del comienzo se pierde definitivamente cuando la historia decide acercarse a lo inexplicable y, a esta altura, carente de expectativas.

Uno puede pensar que en un momento determinado la historia "se le va de las manos" al director. Todo se torna confuso, inestable y poco creíble. El secuestro, los amigos de Mateo, los amores del joven, la amante del secuestrado, todo esto marca el encuentro poco grato de elementos forzados que no se hallan exitosamente en el relato. Al rumbo insostenible de la historia vienen a sumarse dos factores importantes que terminan de hundir a un film extremadamente pobre. Por un lado, interpretaciones que en general no logran construir personajes sólidos y verosímiles (los policías y la primera novia de Mateo son ejemplos claros, entre otros); por otro, algunos problemas de orden técnico como el cambio de textura de la imagen y los frecuentes fuera de foco, más los relacionados con el montaje y los enlaces de continuidad.

La historia de Estrella del sur nos toca de cerca porque cuenta algo que como rioplatenses conocemos muy bien. Hay que recordar que muchos films argentinos de los últimos tiempos abordan desde diferentes puntos de vista y con suertes desiguales una temática similar. Si bien las películas sobre la época de la última dictadura militar o sobre la pesada herencia que nos dejó fue el tópico con el que se trabajó durante gran parte de los años '80 en la cinematografía nacional, el fenómeno revisionista quedó sepultado una vez que el público le diera finalmente la espalda. Luego de los tormentosos años '90, no es casual que desde las pantallas se reavive hoy el fuego de nuestra adormecida memoria histórica con películas que están volviendo la mirada hacia ese pasado trágico de dolorosa memoria. Tal vez la crisis que vivimos actualmente en nuestros países latinoamericanos esté ligada a no asumir críticamente las culpas que nos caben por errores históricos que marcaron, de alguna manera, el camino de casi todo un continente.

En este sentido y al margen de las críticas mencionadas, esta película avanza por un camino desconcertante y se suma con poca fortuna a dicho intento revisionista, y lo hace, tal como era de esperar, por el lado más temido. La historia se queda cristalizada en la alegoría simplona del idealismo perdido y representado iconográficamente en la estrella roja de la revolución (la de la boina del Che, la del colgante de Mateo, su impresión en las granadas caseras y en la remera de un amigo del adolescente, en los grafittis de Gregorio y sus amigos, etc.) que sólo alcanza para el recuerdo melancólico y no para la crítica reflexiva, que es lo que en estos momentos nos hace más falta. Además para atemperar todo esto, algunos versos de grandes poetas uruguayos se pasean de boca en boca a través de personajes absolutamente olvidables. Para el final nos queda, como ejemplo totalizador, la penúltima escena que muestra el diálogo entre padre e hijo y donde la posición ideológica del film tambalea definitivamente en el lodo de la ambigüedad, al margen de lo inverosímil de la puesta en escena.

En alguna otra oportunidad ya se han mencionado desde esta sección los problemas que se advierten en muchas de las películas coproducidas por nuestro país que, a fuerza de hacer sentir el peso de lo multinacional, se presentan por lo general como productos híbridos que no tienen objetivos claros y que eligen siempre la salida de emergencia. Esto se sufre cuando la coproducción se plantea como una mezcla equitativa de los valores de los países participantes, lo que deja como resultado una obra poco homogénea y a grandes rasgos, podríamos decir, globalizada. De esta manera las historias a narrar se ponen desde el comienzo al servicio de las necesidades de la coproducción y no a la inversa, como debiera ser. La consecuencia de ese fenómeno no puede ser más que una arquitectura inacabada de argumentos forzados, con motivaciones endebles y personajes nada convincentes. Estrella del sur es un digno representante de tales encuentros desafortunados, proyectos que muestran más interés en el mercado que en las historias.