“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • El cuarto de Leo, la franca exploración
    Por AY

    La franca exploración podría sintetizarse así, con ese título. Buena parte de lo que ofrece esta ópera prima de Enrique Buchichio (El cuarto de Leo, 2009), que cuenta la historia de un joven que intenta encontrar su verdadera identidad sexual, al que se lo ve en boliches, teniendo citas mediante el chat, estando en familia, acudiendo a un profesional… y encontrándose en el supermercado con una compañera de escuela, de la cual siempre gustó, pero a la que nunca se animó a decirle nada. Y ella también está pasando por una crisis personal, que se dibuja en su propio rostro y que comienza a ocupar cada vez más la mente del protagonista, que cada tanto saca a relucir su coraza ante dilemas, inminentes prejuicios externos y dudas que se le presentan, e incluyendo el lugar del título, que forma parte de ese blindaje y donde además pasan cosas que a veces incrementan aún más las incertidumbres y en otras sirven como experiencias para esa búsqueda del personaje principal.

    Y evidentemente no es algo tan justo cargar todo el peso de la película en la muy buena actuación de Martín Rodríguez y de todo el elenco principal en general; también hay un ojo muy atento de su realizador en el seguimiento que hace de ese joven, en la creación de climas íntimos, a veces herméticos, reforzados por detalles tan mínimos como significativos, por momentos repletos de felicidad, donde el protagonista sabe realmente lo que quiere, pero no manifiesta públicamente lo que siente. Y ahí es cuando este genuino y emotivo drama es salpicado con pinceladas de humor por demás bienvenidas, ciertas miradas entrañables, una música compañera, y especialmente por un enfoque frontal de las cosas.

    Esa originalidad, esa audacia, se enmarcan dentro de una historia sencilla y sin grandes pretensiones ni artificios, donde la honestidad se erige en uno de los elementos más contundentes. Quizás aquellas exploraciones de los personajes de Ezequiel Acuña en Nadar solo (2003) y Como un avión estrellado (2005) se acerquen en el cine rioplatense de los últimos años a impulsos tan auténticos y para nada prefabricados, como los que en El cuarto de Leo se plantean y desarrollan.

    Buchichio logra con esta ópera prima marcar una llamativa senda en el inicio de su carrera (con dos interesantes cortos como antecedentes), de cara a lo que pueda venir en el futuro, en el sentido de no haber apostado a crear una gran película o esa buscada obra maestra del cine uruguayo (como en la década del 90 y que nunca apareció), sino algo que más bien luzca como propio, una obra personal, y con mucho coraje y sensatez, con identidad y un estilo muy aliado con su denotada actitud, por cierto.

    (Fuente: www.elcuartodeleo.com/)


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