“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Cefalópodo hace notar a Imaz un cineasta más experimentado
    Por Carlos Gómez Iniesta

    Cefalópodo es una cinta que nos recuerda, y solo eso, a la maravilla de Carlos Bolado, Bajo California: En el limite del tiempo. El segundo largometraje del egresado del CCC, Rubén Imaz, también lidia con el solitario capítulo de un hombre que a través de vagar, de viajar, de convivir con extraños, de sufrir entre las dunas y buscar la redención en el agua, pretende encontrarle sentido a la muerte de su mujer y sus pesados recuerdos.

    El protagónico recae en el español Unax Ugalde, quien ya ha trabajado en coproducciones méxico-españolas (Volverás, 2002) y quien recién se coronó Mejor actor del festival de Málaga con otra película latinoamericana (Rabia de Sebastian Cordero). El vasco es el sostén de esta cinta, se puede atestiguar una mutación y contención de sentimientos silenciosa, perfectamente trabajada. Su presencia es suficiente para mantenerse interesado en el desarrollo de esta trama de perspectiva única, aun cuando giran alrededor suyo otros personajes interesantes e igual afectados por hechos del pasado.

    Cefalópodo hace notar a Imaz un cineasta más experimentado aun después del éxito de Familia tortuga. La historia, producto del taller de guiones de Cannes, vuelve a las familias rotas, las casas solitarias con decoración anacrónica, los personajes en búsqueda, pero también se atreve a salir de su propio espiral hasta disparase a otros idiomas y locaciones (la soledad fuera de la ciudad toma otra perspectiva). Bajo su mano se siente un trabajo más fluido, una historia sencilla, el día a día de un ser apesadumbrado por las ausencias, que si bien al final no resuelve su conflicto de manera definitiva, si deja en claro que los mecanismos de la vida seguirán andando hasta que esta dicte lo contrario.

    Quizá el título de esta película no solo se deba a la obsesión de este pintor por los calamares, sino porque nos trata de enseñar que uno tiene que regenar las pérdidas como lo pueden hacer estos animales con los miembros amputados.

    (Fuente: Cinepremier.com.mx)


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