Manuel Octavio Gómez es uno de los precursores del nuevo cine cubano, desde sus años de cineclubista por las barriadas habaneras y, también, por haber sido uno de los primeros documentalistas que filmaron tras 1959, para integrar la triada con Titón (Tomás Gutiérrez Alea) y Julio García Espinosa.
Graduado de periodismo y con estudios de publicidad, en realidad, y a pesar de su presencia en diarios cubanos como La Tarde y Diario Libre, su vocación no era el oficio del comunicador, sino el teatro, la narrativa, la crítica de los medios audiovisuales y, sobre todo, su pasión por el séptimo arte.
De ahí su temprana presencia, en medio de las difíciles jornadas de los años 50 en Cuba, donde imperaba el régimen tiránico de Fulgencio Batista y la lucha revolucionaria, Manuel Octavio de vinculó con otros jóvenes alucinados, deseosos como él de hacer cine en la Isla, y así lo vemos unirse a la gente de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y al Cineclub Visión, en el cual integró también su Consejo Ejecutivo.
En plena juventud, con el triunfo de la Revolución en 1959, y con 24 años, se integró a la Sección Fílmica de la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde y se desempeñó como Asistente de Dirección en varios documentales y en el primer largometraje de ficción, realizado por el recién creado Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica.
Su carrera estuvo signada por la búsqueda incesante de un lenguaje propio y por el proceso siempre continuo, no exento de riesgos y de contradicciones, de crear su propia poética.
Esta se iría conformando con títulos como los de sus largometrajes Tulipa, La primera carga al machete, (un clásico y una de las mayores expresiones estéticas del cine cubano), Los días del agua, Ustedes tienen la palabra y Gallego, entre otras, en las que se evidencia ese continuum.
En esa obra cinematográfica jugó un papel rector también la presencia de la actriz, y compañera en la vida y en la obra de Manuel Octavio, la también desaparecida Idalia Anreus, quien falleció diez años después que su esposo, y fue no sólo su fetiche, sino su más intensa colaboradora.
Idalia Anreus también había salido del Teatro Universitario y desde los años 60 dejó su impronta en la escena cubana donde interpretó varias obras como El alma buena de Tse-Chuan, El pagador de promesas, Recuerdos de Tulipa, El círculo de tiza caucasiano, Yerma, y del dramaturgo camagûeyano Manuel Reguera Saumell sus Recuerdos de Tulipa, que luego llevaría Manuel Octavio Gómez al cine, en 1967, bajo el título de Tulipa, así la actriz llegaba al celuloide con el conocimiento raigal de su personaje.
La pieza teatral había sido estrenada por Rubén Vigón en la Sala Arlequín en 1962 y posteriormente dirigida por Dumé en el teatro El Sótano en 1964, antes de transformarse en largometraje, con guión del propio Manuel Octavio, cuya historia se centra en una mujer, bailarina nudista de circo, que enfrenta la maternidad, en un contexto cuajado de frustración, y también de lucha, que permite al personaje enfrentar la enajenación.
La película, enmarcada en un proceso de aprendizaje para el director, tiene ciertos matices de ingenua espontaneidad, elevado por las imágenes que aprehenden situaciones y criaturas del entorno circense, desde su sustancia lúdica, y un trabajo de marcado acento realista.
Entre sus méritos se encuentra el trabajo de la fotografía, siempre muy personal y distintivo del cine de Manuel Octavio Gómez, en la que sobresale la maestría de Jorge Herrera, durante los 93 minutos del metraje y fue calificada, por la crítica, de “fresca, espontánea, muy libre en movimientos, en las secuencias documentales, otra más elaborada, de movimientos y encuadres pensados, preconcebidos, sin que en ningún momento choquen una con otra, sino integrándose para dar un estilo peculiar a la película. Se utiliza al máximo la luz natural y se aprovechan inteligentemente los interiores y exteriores del circo. La luz del trópico aparece plena y deslumbrante.”
La edición es de Nelson Rodríguez, y el sonido fue responsabilidad de Eugenio Vesa Figueras, Adlaberto Jiménez y Ricardo Istueta. Con un elenco que reunió a numerosos talentos de la escena cubana, encabezados por Idalia Anreus y entre los que se encuentran los desaparecidos Alejandro Lugo, Omar Valdés, Teté Vergara, así como Daisy Granados y José Antonio Rodríguez.
Largometrajes de Manuel Octavio Gómez:
Una escuela en el campo, 1961, Dirección
Historia de una batalla, 1962, Dirección
Tulipa, 1967, Dirección
La primera carga al machete, 1969, Dirección
Los días del agua, 1971, Dirección
Ustedes tienen la palabra, 1973, Dirección
La tierra y el cielo, 1976, Dirección
Una mujer, un hombre, una ciudad, 1978, Dirección
Patakín, 1982, Dirección
El señor Presidente, 1983, Dirección
Gallego, 1987, Dirección