Las mantenidas sin sueño, de Vera Fogwill y Martin Desalvo posee el toque de "aire fresco" que necesitaba el cine argentino a la hora de abordar como temática la crisis social sufrida en los últimos años por nuestro país. Claro está que ésta no es únicamente su temática pero "la crisis" -en sus sentidos más abarcativos- atraviesa lo largo del filme. De hecho, la misma producción se vio interrumpida por los vaivenes económicos y es por eso que llega a los cines luego de varios años y después de pasar por infinidad de festivales internacionales en los que consiguió más de una veintena de premios.

Con la base de un excelente guión, recurriendo al humor negro, llegando inclusive a la ironía y la parodia —tres condimentos que son manejados con dosis sutiles y que le dan ese aire fresco que mencionamos a tanta decadencia, Las mantenidas sin sueños es la historia de Eugenia (Lucía Snieg) y de Florencia (Vera Fogwill) hija y madre respectivamente (aunque los roles parecieran confundirse constantemente) que tratan de "sobrevivir" con su propio estilo y modo de concebir la vida, para nada acordes a los cánones establecidos. Pero es también la historia de otras madres (y de otras hijas), cada una con lo suyo.

Con excelentes trabajos actorales y una estética que remite al "universo almodovariano", Fogwill y Desalvo logran poner a esas mujeres "en el borde", sin juzgarlas, dejándolas ser. El resultado, un promisorio debut cinematográfico y una película que al verla uno desea que continúe un poco más.
"No existen hechos morales, sino una interpretación moral de los hechos" dice Eugenia citando a Nietzsche en una escena del filme. Un planteo que desde la ficción, Fogwill y Desalvo, saben muy bien cómo argumentarlo.