“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Año bisiesto, de fantasías, perversiones y soledad
    Por Perla Schwartz

    El minimalismo es el tipo de narrativa que es elegida por el debutante Michael Rowe, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica para el desarrollo de su ópera prima Año bisiesto, que ha llegado a la cartelera comercial, tras haber cosechado varios premios en festivales internacionales, entre ellos la Cámara de Oro de la Quincena de Realizadores del pasado Festival de Cannes.    

    Él da cuenta de cada detalle de su cotidianeidad asfixiante, del laberinto y caos emocional que vive Laura López, la protagonista, una joven oaxaqueña que se encuentra en la Ciudad de México a la búsqueda de nuevos horizontes, pero que se encuentra sumamente sola y por ello, las fantasías se convierten en su refugio.  

    Con gran fuerza expresiva, Mónica del Carmen, actriz que anteriormente había participado en diversos proyectos teatrales, da vida a la apocada Laura, quien dejará al descubierto su necesidad de una relación sadomasoquista para colorear la grisedad de sus días y sus horas. Ella es colaboradora de la revista “Tus negocios”, la mayor parte de su trabajo lo desarrolla desde su pequeño apartamento, haciendo uso de la computadora y algunas llamadas telefónicas.   

    Su contacto con el mundo es mínimo, acaso sus idas al supermercado- por cierto es la única secuencia del filme en exteriores-, y sus salidas nocturnas para ir de ligue, el resto del tiempo, Laura se encuentra recluida y acaso se dedica a asomarse por la ventana, para mirar a su vecino anciano sumergido en la inercia del tiempo o una joven pareja, que lo mismo se ama que discute de un modo acre.   

    Laura sostendrá varias relaciones efímeras, hasta que conoce a Arturo (Gustavo Sánchez Parra) y entre ambos sostendrán una fuerte relación sadomasoquista, presidida por las turbulencias de la pasión (aquí Rowe nos recuerda a Oshima y El imperio de los sentidos), donde lo mismo hay cabida a cachetadas, cinturonazos, orines sobre el cuerpo o quemaduras en los senos. Arturo será el victimario, un personaje ambiguo, porque como espectadores casi no sabemos de él, pero a pesar de la violencia que lo une a Laura, también en momentos surgirán algunos atisbos de ternura.  Como cuando están en el sillón, abrazados y en calma.   

    Año bisiesto es una crónica de los excesos a los que puede conducir una soledad exacerbada, de las terribles orfandades a nivel emocional que se suele vivir, al estar inscritos en una soledad de muchedumbres.  Filme descarnado, donde quizás haya un poco de abuso de presentar a la protagonista con el torso desnudo en secuencias, que está demás.   

    Sin embargo , a pesar de ello es una película congruente que rebasa con creces los lugares comunes del erotismo en el cine, gracias a un guión hábil escrito por el propio Rowe en complicidad con Lucía Carreras, quien por cierto en breve también iniciará el rodaje de su ópera prima.    

    Laura quien aparenta fortaleza es una mujer frágil y un tanto contradictoria, le gustan los impactos sexuales fuertes, pero lee Wl arte de amar de Erich Fromm, y a veces es la niña que juega con burbujas de jabón. También está el hecho que no ha superado el duelo por la muerte de su padre que precisamente sucedió un 29 de febrero, cuatro años atrás.   

    En definitiva, una cinta como la que hoy comentamos es polémica, no apta para todos los gustos, pero es un trabajo consistente por dos factores esenciales, la gran interpretación de Mónica del Carmen y la detallada fotografía del también documentalista Juan Manuel Sepúlveda (La frontera infinita).  Hay frases por demás contundentes que delinean la personalidad de Laura cuando comenta “El edificio no es bonito, pero aquí me siento protegida.”   

    En suma, Año bisiesto es una propuesta refrescante, sustentada en una anécdota mínima, una película muy al estilo de las que le gusta distribuir a Canana (por ejemplo Cefalópodo de Rubén Imaz o Sangre de Amat Escalante), un retrato fiel de una realidad que duele y estremece.

    (Fuente: Correcamara.com.mx)


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